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Las inundaciones recurrentes en Sudán desplazan a la población refugiada y a sus comunidades de acogida

Historias

Las inundaciones recurrentes en Sudán desplazan a la población refugiada y a sus comunidades de acogida

Una prolongada estación de lluvias e inundaciones repentinas han hecho más difícil la vida de las personas refugiadas sursudanesas en Sudán.
30 Marzo 2023 Disponible también en:
Sudan. Nyalam, Triza and Suzana stand together where the floods devastated many of the shelters in Al Redis 1 refugee camp
Las refugiadas sursudanesas Suzanna, Nyalan y Triza perdieron sus alojamientos a causa de las inundaciones que azotaron su campamento en el estado sudanés del Nilo Blanco en noviembre de 2022.

Nyalan Goldit, de 37 años, se encuentra entre los restos del alojamiento que una vez llamó hogar. Primero, el conflicto la obligó a huir de su país, y ahora las inundaciones la han desplazado del hogar donde esperaba encontrar un nuevo comienzo.

Perdió la mayoría de sus pertenencias en las fuertes inundaciones que azotaron el estado sudanés del Nilo Blanco el pasado noviembre. Tras una temporada de lluvias de cuatro meses, las personas habían vuelto a sus vidas normales cuando el río Nilo Blanco se desbordó, tomando a todos por sorpresa con niveles de agua y daños sin precedentes que desplazaron a más de 8.000 personas de los campamentos de refugiados y las comunidades de acogida circundantes.

“El agua nos llegaba a las rodillas y tuvimos que dejar atrás nuestros hogares”, recuerda esta madre de siete hijos, quien se vio forzada a buscar refugio con sus vecinos en terrenos más altos. 

“Mi sueño ahora mismo es recuperar mi alojamiento”.

“¿Cómo puedo soñar sin esperanza, si ni siquiera tengo un lugar donde vivir? Mi sueño ahora mismo es recuperar mi alojamiento, que lo reparen”.

A pocos meses de la próxima temporada de lluvias, el campamento de refugiados de Al Redis 1, donde vive Nyalan, sigue rodeado de una gran extensión de agua y solo se puede acceder en canoa.

Nyalan huyó del conflicto en Sudán del Sur en 2014 y caminó durante siete días para llegar a Sudán estando embarazada de nueve meses. A pesar de la difícil ruta, cuenta que se sintió segura cuando llegó a Sudán. Pero esa sensación de seguridad se la han arrebatado las inundaciones recurrentes y cada vez peores.

Sudán sufrió en 2020 sus peores inundaciones en 100 años, con más de 800.000 personas afectadas en todo el país, incluidas las refugiadas.

De acuerdo con la ONU, más de 349.000 personas en todo Sudán, entre ellas refugiadas y comunidades de acogida, se vieron afectadas de nuevo por fuertes lluvias y devastadoras inundaciones en 2022.

Triza Amum, de 45 años, quien también llegó a Sudán en 2014 con su familia, sigue sintiendo los efectos de las inundaciones.

Madre soltera con nueve hijos que cuidar, suele viajar a un estado vecino para trabajar durante la temporada de cosecha. Como muchas otras personas refugiadas, dependía del dinero ganado durante ese tiempo para complementar su ayuda y mantener a su familia. Sin embargo, este año no pudo ir.

“No podía dejar atrás a mi familia. Sin alojamiento ni seguridad, tuve que quedarme por ellos”, cuenta.

El río Nilo Blanco se desborda todos los años, pero nunca tanto. Los expertos apuntan a unas precipitaciones anormales a lo largo del río, que han provocado un volumen de agua inesperado en la presa de Jebel Aulia, a unos 260 kilómetros, cerca de Jartum.

“Las temperaturas globales siguen aumentando, lo que provoca fenómenos climáticos extremos, tanto inundaciones como sequías, que no harán sino empeorar en los próximos años”, afirma Pankaj Singh, Oficial Senior de Operaciones de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en Sudán. Añade que los refugiados que viven en zonas propensas a las inundaciones seguirán sufriendo mientras luchan por recuperarse de los repetidos daños causados a sus alojamientos y a la infraestructura de los campamentos por las recurrentes inundaciones.

El estado del Nilo Blanco alberga la segunda mayor población de refugiados de Sudán, con más de 280.000 personas, de las cuales el 84 por ciento son mujeres, niñas y niños.

ACNUR, en colaboración con organizaciones socias, ha asistido a la población desplazada por las inundaciones con artículos básicos de socorro, como mantas, lámparas solares, bidones, utensilios de cocina y láminas de plástico. La agencia también ha construido diques para contener el agua de las inundaciones en los campamentos y está utilizando sistemas de bombeo para secar la mayoría de las zonas afectadas.

Aunque estas medidas han impedido que se produzcan más daños en los alojamientos, las personas refugiadas siguen rodeadas por agua, lo que restringe su acceso a los servicios básicos y a los medios de vida.

Con el fin de prepararse para la próxima temporada de lluvias, que comienza en mayo, ACNUR ha estado realizando un estudio en los campamentos de refugiados afectados y en las comunidades de acogida circundantes para abordar el problema de la accesibilidad. Se van a reforzar los diques y se van a almacenar alimentos y artículos no alimentarios cerca de los campamentos. Se está considerando la reparación de carreteras, puentes y lanchas rápidas para mejorar el acceso humanitario y evitar que las comunidades que viven en la orilla occidental del río Nilo Blanco queden aisladas por las aguas de las inundaciones.

Pero a medida que el cambio climático agrava las necesidades humanitarias, las agencias de ayuda, entre ellas ACNUR, se ven cada vez más desbordadas. En 2022, ACNUR Sudán recibió solo el 43 por ciento de los 349 millones de dólares (USD) necesarios para responder eficazmente y brindar protección y asistencia vital a las personas refugiadas, desplazadas internas y a sus comunidades de acogida en todo el país.

Reuel Christopher Nettey, Jefe de la Suboficina de ACNUR en el estado de Nilo Blanco, afirma que la infrafinanciación de las respuestas humanitarias en Sudán y en otros lugares significa que faltan recursos para reforzar las infraestructuras y los sistemas a fin de que puedan resistir los efectos del cambio climático. “Es necesario ir más allá de las respuestas rápidas y centrarse en la preparación y el aumento de la resiliencia de estas comunidades mediante intervenciones de desarrollo para mitigar los riesgos asociados a la próxima temporada de lluvias”, afirma.

Luego de casi una década en Sudán, Triza y Nyalan han reconstruido sus vidas en el Nilo Blanco y nada desean más que poder vivir ahí con seguridad. “Sudán es ahora mi hogar”, señala Nyalan. “Es donde mi familia ha vuelto a aprender a tener esperanza en el futuro”.