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Maestra de Siria empodera a jóvenes refugiados en Malasia

Historias

Maestra de Siria empodera a jóvenes refugiados en Malasia

Siendo palestina en Damasco, Lujain recibió educación gratuita hasta su etapa adulta. Ahora ella comparte su amor por el aprendizaje en Kuala Lumpur.
17 Noviembre 2016 Disponible también en:
Lujain, de 32 años, posa cerca del centro de aprendizaje para refugiados en Kuala Lumpur, donde ella es maestra voluntaria.

Lujain*, una refugiada siria-palestina, sabe lo que es sentirse impotente, haberse visto obligada a huir de su hogar hace cuatro años. Pero ella ha tomado las oportunidades y ahora trabaja en empoderar a otras personas a través de la educación.


A pesar de que ella nació como refugiada palestina en el campamento Yarmouk, en Damasco, Lujain siempre aspiró a un futuro más brillante mientras crecía. "Teníamos una casa, un carro, todo lo que tenía un ciudadano sirio", recuerda. "Y a pesar de que no éramos sirios, yo pude asistir a la escuela de forma gratuita".

El inclusivo sistema de educación le permitió graduarse de la universidad de Damasco con un grado en filosofía y psicología. Sus planes de conseguir maestrías y un doctorado se vieron temporalmente detenidos cuando se casó con un contador sirio y tuvo dos hijos. Después, la guerra inició, obligándolos a huir a Malasia en 2012.

"Nunca pensé que sería de nuevo refugiada. Pensé que nuestra vida se había terminado", dijo la madre de 32 años. "Quiero agradecerle a Malasia por darnos un futuro a mis hijos y a mí. La vida aquí no es fácil, tenemos que trabajar muy duro para poder sobrevivir. Yo era ama de casa con una buena vida en Siria, ahora soy maestra de refugiados".

"Nunca pensé que sería de nuevo refugiada. Pensé que nuestra vida se había terminado"

Fue un inicio desafiante, ya que ella tuvo que aprender inglés desde cero en un par de meses, pero Lujain ama enseñar y está usando sus habilidades psicológicas en el centro de aprendizaje administrado por el Instituto de Investigación Social de Malasia, una ONG local.

"Algunas veces veo a estudiantes con comportamientos malos o agresivos, debido a los problemas en sus países o sus hogares", comentó sobre su clase de primer grado. "Intento comprenderlos y alentarlos a que tengan un buen comportamiento, con elogios o premios".

Un informe publicado por ACNUR en septiembre de este año, destaca la crisis de la educación para los refugiados, recalcando que más de la mitad de los seis millones de niños en edad escolar bajo el mandato del ACNUR, no tienen una escuela a la que asistir. En Malasia, hay cerca de 21.700 niños refugiados en edades escolares. Únicamente el 30 por ciento tiene acceso a educación en centros de aprendizaje comunales informales, como en el que Lujain trabaja como voluntaria.

Lujain mantiene contacto con estudiantes que han pasado a grados mayores y que aún se acercan a ella con preguntas con las que sus padres no les pueden ayudar.

"Me siento feliz y con confianza cuando veo a estudiantes aprendiendo y mejorando. Ellos han pasado de no saber inglés a poder leer historias y tener conversaciones. Quiero ayudar al que tenga una debilidad. Incluso algunos padres me llaman a mi casa en ocasiones para preguntarme algunas cosas porque las puedo explicar en árabe".

Como fiel creyente de la educación para toda la vida, ella espera que sus estudiantes eventualmente puedan obtener el certificado internacional de educación secundaria que se ofrece en el centro de aprendizaje, con el que podrían aplicar para asistir a la universidad en Malasia o en el extranjero.

"Los niños son nuestra nueva generación. Ellos necesitan obtener empleos y ser buenos ciudadanos. Cuando crezcan, también tendrán que educar a sus propios niños. La educación no puede para con la edad. Solo cuando más aprendemos, podemos se útiles para nuestro país, para todo el que necesite ayuda".

*El nombre fue cambiado por razones de protección.