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Jóvenes desplazados en las Américas exigen derribar las barreras para acceder a la educación

Historias

Jóvenes desplazados en las Américas exigen derribar las barreras para acceder a la educación

Elvira y Juan cuentan a través de sus historias los obstáculos que enfrentaron para acceder a la educación. Hacen un llamado a los Estados y a la comunidad internacional para garantizar la educación para la niñez y juventud refugiada en las Américas.
24 Enero 2025
De perfil, un hombre con vestimenta blanco con negro frente a un mural de flores blancas y rosas

Juan Enamorado, líder comunitario en los predios de su organización en Honduras desde donde comparte sobre los retos que enfrenta la juventud desplazada interna para acceder a la educación.

“Cuando iba a ingresar al antepenúltimo año de bachiller en mi país, mi madre nos llamó de un día a otro: ‘preparen maletas y vengan’”, recuerda Elvira. Ella llegó a Colombia en 2017, un año después de que su madre y su hermano se desplazaran desde Venezuela.

“Mi viaje fue inesperado totalmente. Nos tocó venirnos de un día para el otro, dejando muchas cosas sin poder reclamar algunos papeles o hacer algunos trámites. Simplemente dejando todo y viniendo por carretera”, comenta Elvira, quien en ese momento tenía 16 años. 

En Colombia, al principio el proceso para acceder a la educación fue complejo. “Me encontré con barreras para empezar a estudiar. No me querían recibir en las escuelas por la documentación. Los papeles no estaban apostillados”. 

Ante tantos desafíos para acceder al sistema educativo, permaneció en casa por unos meses cuidando de sus sobrinos, mientras que el resto de la familia salía a trabajar.   

Durante ese tiempo, conoció el Proyecto de Pedagogía y Protección para la Niñez Refugiada y Migrante con Enfoque Mixto (PPN), una iniciativa impulsada por ACNUR y su socio Opción Legal en Colombia para crear entornos inclusivos y mejorar el acceso, la permanencia y la continuidad en la educación para niñas, niños y adolescentes refugiados, migrantes y retornados. 

“Fue una salvación porque pude entrar a una institución educativa. Allí me encontré con un ambiente abierto e inclusivo, donde conviví con personas de diferentes etnias, como afrocolombianos e indígenas. El recibimiento fue maravilloso", destaca Elvira. 

Con el apoyo del PPN, Elvira no solo logró continuar sus estudios, sino que también descubrió la radio escolar, una iniciativa extracurricular que le permitió adquirir nuevas habilidades y compartir su historia. A través de la radio generó empatía entre sus compañeros y compañeras, y ayudó a otros jóvenes desplazados.

De la secundaria a la universidad: superando nuevos retos  

Cuando Elvira se acercaba a graduarse de secundaria, enfrentó un nuevo reto: los recursos para acceder a la educación superior. "¿Qué voy a estudiar? No lo sé. ¿Hay recursos? No. ¿Cómo voy a lograrlo? Tampoco sabía. Esas preguntas siempre estaban en mi cabeza", cuenta. 

En medio de la incertidumbre y gracias a su esfuerzo y dedicación, fue seleccionada en el Programa de Becas para Refugiados de ACNUR (DAFI, por sus siglas en inglés), una iniciativa diseñada para apoyar a jóvenes refugiados en su acceso a la educación superior. "Fue una alegría inmensa porque no sabíamos si iba a poder estudiar, si mi futuro iba a estar comprometido", recuerda Elvira emocionada.  

Hoy, Elvira está por iniciar su tercer año de Derecho en la universidad, y ha participado en varios espacios de incidencia para abogar por el acceso de jóvenes refugiados a la educación, incluyendo el Foro Mundial para los Refugiados de ACNUR. "Estoy cumpliendo lo que prometí cuando me entrevistaron para la beca: dar todo de mí, todos mis sueños y esfuerzos", afirma con orgullo.

El principal reto que enfrenta la juventud desplazada interna es cumplir sus sueños 

Juan Enamorado es un líder que cree en el talento y potencial de los jóvenes para cambiar realidades complejas.  

Él lidera “Warriors Zulu Nation Honduras”, una organización dedicada a empoderar a la juventud de su comunidad a través de las artes, fortaleciendo su resiliencia, desarrollando sus talentos y ofreciendo una alternativa de recreación alejada de la violencia. 

Cuando tuvo que abandonar su hogar por primera vez, la violencia ya era una constante en su vida. Hoy, esa realidad no ha cambiado y sigue golpeando con fuerza a la niñez y a la juventud en Honduras.  

“Ser un joven en mi comunidad no es para nada fácil, porque sufrimos con cosas de las que no tenemos ni siquiera la culpa”, cuenta Juan. 

El control de los grupos criminales en su comunidad ha impuesto una serie de retos que limitan el acceso a la educación, como el reclutamiento forzado, las amenazas contra la vida, la violencia sexual, el estigma hacia la juventud, y otras situaciones relacionadas con la violencia.  

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Honduras, cerca del 40 por ciento de las personas hondureñas en edad escolar no asisten a un centro educativo.  

Para la juventud desplazada interna o en comunidades vulnerables, otro reto importante es la falta de recursos, que los obliga a trabajar desde muy temprana edad para ayudar a sus familias. Estudiar y trabajar al mismo tiempo es peligroso. 

“Si sales de la comunidad, no puedes regresar después de las 8:30 de la noche porque eso representa un riesgo para tu vida. Entonces, ¿cómo puedes decidir estudiar y trabajar si estás arriesgando tu vida? Si trabajas, pierdes la oportunidad de estudiar. Si estudias, no puedes sostenerte económicamente”. 

Juan logró concluir sus estudios universitarios, aunque le tomó ocho años completar una carrera que pudo haber terminado en cuatro. “En lugar de matricular cinco clases por periodo, solo podía meter una o dos. A veces intentaba tres, pero solo lograba aprobar una porque faltaba mucho a clases. Estaba demasiado cansado y no tenía dinero para dedicar todo mi tiempo a la universidad. Eso duplicó el tiempo que me llevó graduarme”, explica. 

Juan está convencido de que el acceso a la educación superior es clave para transformar vidas y comunidades enteras.  

“La juventud hondureña merece tener acceso a la educación superior porque eso permite cumplir sueños. Una persona con sueños tiene esperanza, y una persona con esperanza puede hacer un cambio positivo en su comunidad”. 

Además, considera fundamental tener acceso a programas de apoyo financiero: “Haber tenido una beca me hubiera permitido estar diez pasos adelante. Tendría un mundo de oportunidades para beneficiar a toda mi comunidad”.

"¿Qué voy a estudiar?... ¿Hay recursos?... ¿Cómo voy a lograrlo?... Esas preguntas siempre estaban en mi cabeza".

Elvira, becaria DAFI

 

El llamado a los Estados y a la Comunidad Internacional

En las Américas, ACNUR trabaja con agencias de las Naciones Unidas, y otros actores claves para garantizar el acceso y permanencia de las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas en los sistemas educativos.  

ACNUR implementa el Programa de Becas para Refugiados de ACNUR (programa DAFI), en México, Ecuador y Colombia que permite el acceso a la educación terciaria y facilita la participación significativa de los estudiantes refugiados que logran posicionarse dentro de los espacios consultivos de las Universidades y gestionar mejores oportunidades para las personas refugiadas. En Brasil, a través de la Cátedra Sergio Vieira de Mello, se otorgan becas en diversas universidades del país a jóvenes refugiados, demostrando el compromiso de la academia en derribar barreras y permitir que la juventud persiga sus sueños. 

foto de portada del video donde aparecen jóvenes caminando en los pasillos de una escuela

Además, ACNUR trabaja con el personal docente para capacitarles y crear espacios de inclusión y libres de estigma y xenofobia para las y los estudiantes refugiados. También, contribuye a su preparación para que puedan actuar como agentes de prevención y respuesta ante el desplazamiento forzado y fortalecer a las escuelas como espacios de protección, identificando los riesgos que enfrentan las y los estudiantes. Asimismo, apoya los eventos de incidencia organizados por jóvenes y lideres estudiantiles en la región.  

En línea con el Reporte de Educación lanzado en 2024, ACNUR insta a fortalecer la cooperación internacional y las alianzas innovadoras para garantizar la educación de la población refugiada hacia 2030. Aumentando los recursos, ampliar los programas y utilizando herramientas eficaces permitirá que niñas, niños y jóvenes refugiados y desplazados internos desarrollen su potencial.

“Ser un joven en mi comunidad no es para nada fácil, porque sufrimos con cosas de las que no tenemos ni siquiera la culpa”.

Juan, líder de Warriors Zulu Nation Honduras