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Declaración del Alto Comisionado ante la Tercera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas

Declaraciones y discursos

Declaración del Alto Comisionado ante la Tercera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas

1 Noviembre 2022
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Buenas tardes.

Señor presidente,

Para hacer frente a los desafíos del complejo mundo actual, debemos trabajar juntos. Por desgracia, seguimos viendo que la comunidad internacional no ha logrado hacerlo, y las consecuencias son extremadamente graves, sobre todo para los más vulnerables del mundo, incluidas más de 103 millones de personas obligadas a abandonar sus hogares (la cifra ha aumentado desde 2010, año en que sumaban 41 millones de personas desplazadas).

Si bien el clima, los efectos duraderos de la COVID-19 y la crisis del costo de vida han tenido graves consecuencias, la incapacidad de la comunidad internacional para prevenir o resolver conflictos sigue siendo el principal factor de desplazamiento. La invasión rusa de Ucrania provocó una de las crisis de desplazamiento más vertiginosas desde la Segunda Guerra Mundial, ya que ha obligado a unos 14 millones de personas a abandonar sus hogares.

Sin lugar a dudas, la crisis humanitaria en Ucrania y en los países afectados por la afluencia de personas refugiadas de ese país nos ha mantenido muy ocupados. En primer lugar, cabe decir que la respuesta a las personas refugiadas en Europa fue excelente y mostró el tipo de respuesta de “toda la sociedad” que previeron ustedes, los Estados miembros, cuando afirmaron el Pacto Mundial sobre los Refugiados en 2018.

Y, como he dicho con frecuencia, la respuesta demostró claramente que, contrario a lo que han dicho muchos políticos en los últimos años, no es cierto que Europa está al tope, que la reubicación es imposible ni que la opinión pública no apoyará la acogida de personas refugiadas. El apoyo político, el apoyo público y la respuesta operativa demuestran que acoger a personas refugiadas, incluso en grandes cantidades, es posible cuando hay liderazgo, políticas sensibles, buena gestión y, sobre todo, un enfoque compartido.

En segundo lugar, confieso que estoy profundamente preocupado por la difícil situación de las personas dentro de Ucrania. La infraestructura civil nunca debe ser un objetivo; sin embargo, está siendo destruida día tras día. Esto solo exacerbará las dificultades extremas que debe soportar la población civil, incluidos los más de 6,2 millones de personas desplazadas internas. El trabajo humanitario puede mitigar parte del daño, pero siempre será insuficiente para responder a la destrucción a gran escala.

ACNUR ha intensificado sus operaciones, pero comparto la preocupación del gobierno ucraniano por el invierno, que ya ha comenzado y empeorará. Se debe hacer mucho más para evitar los peores efectos del frío, y hago un llamado a todos para que aporten conocimientos y recursos a este esfuerzo crítico.

Sin embargo, señor presidente, el enfoque necesario para responder a la crisis en Ucrania no debe distraer a la comunidad internacional de apoyar adecuadamente la respuesta a otras crisis, como lamentablemente suele ser el caso.

No olvidemos que la violencia en Tigray, en Etiopía, ha desplazado a más de 850.000 personas tan solo en la primera mitad del año, y la situación se ha agravado con el reciente recrudecimiento de las hostilidades.

Tampoco olvidemos que cientos de miles de personas han sido desarraigadas en todo el Sahel. Solo en Burkina Faso, los grupos armados controlan una cantidad significativa de territorio, y casi 2 millones de personas ahora son desplazadas internas.

Más de un millón de personas han sido desplazadas en Myanmar desde el golpe militar del año pasado, y no se vislumbra una solución para casi un millón de refugiados rohingyas en Bangladesh. Decenas de miles de personas siguen siendo expulsadas de sus hogares debido a los combates en la República Democrática del Congo, con poca o nula atención internacional. Todavía hay más de cinco millones de refugiados sirios en Turquía, Jordania, Líbano y otros países de la región. Los movimientos de población complejos, incluso de personas que necesitan protección internacional, están creciendo en las Américas.

ACNUR está con los desplazados, dondequiera que se encuentren. Respondimos a 37 nuevas emergencias en los últimos 12 meses, además de las innumerables crisis de desplazamiento que persisten. Siempre que ha sido necesario, hemos brindado protección y asistencia en apoyo de los Estados, incluidos, entre otros, alojamiento, artículos no alimentarios y ayuda en efectivo. Junto con el Programa Mundial de Alimentos, que necesita apoyo adicional urgente a este respecto, nos esforzamos por atender la creciente inseguridad alimentaria en los contextos de refugiados (al respecto, por cierto, espero que las negociaciones actuales permitan que la Iniciativa de Granos del Mar Negro continúe, ya que es vital para millones de personas, incluidas las refugiadas y desplazadas).

Y mientras el frío azota a Ucrania, accionados por la emergencia climática, las olas de calor, las inundaciones, las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos están causando estragos en otras partes del mundo. Hace unas semanas vimos inundaciones en Pakistán, un país que, por cierto, al igual que Irán, ha dado acogida a personas afganas refugiadas durante generaciones. Quizá se ha prestado menos atención al sufrimiento humano causado por el cambio climático en el Cuerno de África, así como en el Sahel, América Latina, el Sudeste Asiático, Medio Oriente y otros lugares.

Acabo de visitar Somalia (apenas la semana pasada), donde vi, de primera mano, cómo la emergencia climática, junto con el conflicto, está provocando desplazamientos, un fenómeno que ahora vemos cada vez más en muchos Estados ya frágiles; y el desplazamiento desde Somalia afecta a los países vecinos, como Kenia, que igualmente se ven afectados por el cambio climático.

Como saben, ACNUR ha seguido intensificando su respuesta al desplazamiento provocado por el cambio climático, fortaleciendo la orientación legal y normativa para los Estados, respondiendo a las crisis reales de desplazamiento relacionadas con el clima, forjando resiliencia a los choques climáticos en las áreas de acogida y tomando medidas para reducir su propia huella de carbono, incluso cambiando a energías renovables cuando es posible. Nuestro trabajo en el Sahel es un ejemplo de cómo podemos utilizar la tecnología para mejorar nuestra respuesta y preparación.

Pero está claro, especialmente antes de la COP27, que debemos hacer más para combatir la emergencia climática y ayudar a quienes ya han sido desplazados o se encuentran en riesgo de desplazamiento. Confío en que sus gobiernos se asegurarán de que las necesidades de estas personas también sean tomadas en cuenta cuando se reúnan en Sharm el-Sheikh en los próximos días.

 

Señor presidente,

La crisis del costo de vida, que afecta dramáticamente a las personas desplazadas y otras en situación de vulnerabilidad, también está precipitando nuevas medidas desesperadas, que incluyen, en algunos casos, desplazamientos sucesivos. Hemos visto a personas recurrir a viajes peligrosos en el mar, y también sabemos cómo la pobreza despoja a las personas, especialmente a las mujeres y las niñas, de su dignidad y de sus derechos.

Si bien ACNUR claramente no puede influir en las tendencias macroeconómicas mundiales, estamos trabajando para compensar sus consecuencias más duras. Esto incluye actividades de socorro tradicionales, pero también, cada vez más, el trabajo con instituciones como el Fondo Monetario Internacional, para que consideren el desplazamiento forzado como un factor relevante en la planificación de su apoyo a los Estados, especialmente donde el porcentaje de personas refugiadas y su impacto económico son significativos.

Hemos ampliado nuestra cooperación con el Banco Mundial, instituciones financieras regionales y otras agencias de desarrollo para brindar apoyo directo a los países de acogida que incluyen a las personas refugiadas en sus planes nacionales. La OCDE estima que alrededor de $3.300 millones de dólares (USD) de fondos bilaterales de desarrollo se inyectan en contextos de refugiados cada año. Esto se suma a alrededor de $2.000 millones de dólares (USD) por año de los bancos multilaterales de desarrollo y, por supuesto, los recursos humanitarios movilizados por ACNUR y sus socios. Esto debe continuar y crecer, especialmente en forma de subvenciones, para reforzar y apoyar a los países y comunidades de acogida que están asumiendo una parte desproporcionada de la responsabilidad de la comunidad internacional en lo que hace a las personas refugiadas.

Si bien este es un avance bienvenido, nunca debemos, señor Presidente, ceder en la búsqueda de soluciones al desplazamiento.

La paz es, por supuesto, la mejor manera de posibilitar soluciones. Y la consolidación de la paz debe incluir la eliminación de obstáculos al retorno de personas refugiadas y desplazadas. Esto, sin duda, es principalmente responsabilidad de los países de origen, con la ayuda de la comunidad internacional. Continuaremos ampliando el apoyo a los países de origen siempre que sea posible, incluso cuando sea difícil. A veces, esto se vuelve posible o incluso necesario antes de que se firmen los acuerdos de paz, por lo que debemos actuar con principios pero también con pragmatismo. He hablado de esto antes y subrayo nuestra disposición para ayudar a facilitar soluciones, especialmente el retorno voluntario (¡y subrayo voluntario!) de personas refugiadas y desplazadas internas.

No obstante, también hay otras opciones, como el reasentamiento y las vías complementarias, que deben ampliarse, así que animo a los gobiernos a aumentar las metas siempre que sea posible. Debemos trabajar para que la educación sea más accesible para las personas desplazadas, de modo que puedan estar preparadas y capacitadas para aprovechar las oportunidades para encontrar soluciones. Otorgar la nacionalidad a las personas apátridas también puede ser una luz al final del túnel para millones.

 

Señor presidente,

Hemos recaudado fondos sustanciales este año, especialmente de donantes privados.

Las contribuciones de personas, fundaciones y empresas superarán los mil millones de dólares, cerca del 20 por ciento de nuestros ingresos totales. También se han creado alianzas nuevas e innovadoras, incluso en el área de la filantropía islámica.

Sin embargo, la guerra en Ucrania ha aumentado nuestro presupuesto en más de mil millones de dólares. Si bien no ha menguado la generosidad de los donantes, incluida una inyección de $400 millones desde el verano, todavía enfrentamos un déficit de casi $700 millones en varias operaciones críticas que, de no ser cubierto, causará graves dificultades a las personas refugiadas. ACNUR no había experimentado este tipo de desafíos financieros por años. Hago un llamamiento a ustedes y a sus capitales para que ayuden urgentemente con contribuciones adicionales en los próximos días y semanas para evitar dolorosos recortes en el apoyo básico a las personas refugiadas.

Paralelamente, en ACNUR continuamos haciendo que nuestras operaciones sean más efectivas y eficientes, incluso a través de amplias reformas implementadas en los últimos años.

Pero esas reformas no están completas, y la necesidad de llevarlas a cabo, junto con la desaceleración causada por la COVID-19 y las continuas y nuevas emergencias, llevaron al Secretario General a proponer la ampliación de mi mandato por un segundo periodo completo, hasta finales de 2025. Gracias por aceptar esta propuesta.

 

Señor presidente,

En 2018, la Asamblea General reafirmó el Pacto Mundial sobre los Refugiados, que marcó el comienzo de una nueva forma de responder a las crisis de desplazamiento. Desde entonces, hemos avanzado mucho, incluso con los bancos multilaterales de desarrollo y las instituciones financieras, así como con el sector privado, como lo he mencionado. También hemos profundizado nuestra cooperación con la comunidad deportiva, la académica, las organizaciones confesionales y otros actores.

En el Foro Mundial sobre los Refugiados de 2019 se asumieron más de 1.400 compromisos para implementar el Pacto Mundial sobre los Refugiados, y desde entonces se han hecho cientos más. El segundo Foro tendrá lugar en diciembre de 2023 (el próximo año), de manera que les animo a participar y a comprometerse para mostrarle al mundo que, a pesar de los desafíos que enfrentamos (conflictos, clima, COVID, costo de vida), aún podemos encontrar formas de trabajo conjunto en apoyo de quienes lo han perdido todo.

Gracias a todos por su continuo apoyo; en estos tiempos difíciles, es más necesario que nunca.