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La pasión, visión y acción de Fridtjof Nansen, un extraordinario humanitario

Historias

La pasión, visión y acción de Fridtjof Nansen, un extraordinario humanitario

En vísperas de la entrega del Premio Nansen a los Refugiados de ACNUR de este año, repasamos la vida y los logros del pionero noruego que dio nombre al galardón.
26 Septiembre 2022 Disponible también en:
Fridtjof Nansen a bordo del 'Correct' durante su expedición a Siberia en 1913.

Hace cien años, en 1922, Fridtjof Nansen – un humanitario, explorador, diplomático y científico noruego – ganó el Premio Nobel de la Paz. En su mención, el comité de selección elogió a Nansen “por su destacado rol en la repatriación de prisioneros de guerra, en la labor de ayuda internacional y como Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de Naciones”.

Pero ¿quién era Nansen? ¿Y cómo un hombre que empezó su vida profesional investigando la anatomía de pequeños gusanos marinos acabó atendiendo las consecuencias humanitarias de la Primera Guerra Mundial y el colapso de los imperios Romanov, Habsburgo y Otomano?

Fridtjof Nansen observa un eclipse solar durante su expedición al Ártico en abril de 1894.

El mayor explorador polar del que probablemente nunca hayas oído hablar

Los logros de Nansen como estadista y humanitario se basaron en la fama y la fortuna que adquirió como explorador intrépido e innovador. Su primera incursión en el Océano Ártico tuvo lugar en 1882, cuando solo tenía 20 años, a bordo de un velero (aunque su tarea principal era estudiar la vida silvestre). En 1888, realizó la primera travesía terrestre de Groenlandia, un logro que lo convirtió en un héroe nacional.

Pero quizá su hazaña más célebre como explorador fue su expedición al Polo Norte. Nansen zarpó en 1893 en el Fram, un barco que había construido especialmente para el viaje, y no regresó durante tres años. Aunque no llegó al Polo, estableció el récord del punto más septentrional de la Tierra aún alcanzado.

Esto provocó una auténtica fascinación por Nansen, tanto en Noruega como en el extranjero, sobre todo en Gran Bretaña. Entre los exploradores que buscaron su consejo, su bendición y su financiación están Roald Amundsen (quien incluso tomó prestado el Fram para su expedición a la Antártida), Ernest Shackleton y Robert Falcon Scott.

El robusto buque Fram, que apoyó a Fridtjof Nansen en su famoso intento de 1893-1896 de llegar al Polo Norte.

Transición a embajador, estadista y defensor de las personas refugiadas

Mientras Noruega se agitaba para poner fin a su unión con Suecia, Nansen fue reclutado tanto para la ofensiva diplomática como para la campaña de relaciones públicas. Tras la independencia, en 1905, fue nombrado Embajador en Gran Bretaña, donde fue aclamado por la alta sociedad y la realeza.

Este fue su trampolín hacia un mayor compromiso internacional después de la Primera Guerra Mundial. Popular, famoso y admirado por su honestidad e integridad, a Nansen se le confiaron funciones que otras figuras más partidistas no podrían haber asumido. “De alguna manera, los hombres influyentes se sentían atraídos por la personalidad de Nansen”, escribió su biógrafo Roland Huntford.

En 1921, Nansen fue nombrado como el primer Alto Comisionado para los Refugiados de la Liga de Naciones, cargo que ocupó hasta su muerte en 1930. Inmediatamente se dedicó a buscar soluciones para los migrantes rusos que huyeron tras la revolución bolchevique; los refugiados de Grecia y Türkiye desplazados por el colapso del Imperio Otomano y la guerra de independencia turca, y los armenios que huían.

En Armenia, Fridtjof Nansen prueba la comida que reciben los niños.

Un centenario que celebrar: el pasaporte Nansen

Nansen vio que uno de los mayores problemas a los que se enfrentaban las personas refugiadas era la falta de documentación internacionalmente reconocida. Esto se debía en gran parte a que la caída de tres imperios casi simultáneamente, y las nuevas animosidades ideológicas de la posguerra, hacían que el mapa europeo se redibujara sustancialmente y que los países de origen de algunas personas refugiadas dejaran de existir. En particular, el nuevo gobierno soviético anuló la ciudadanía de todos aquellos que habían huido al extranjero sin su permiso. Como resultado, millones de personas que habían huido de sus hogares se convirtieron de repente también en apátridas.

La solución de Nansen fue el ‘pasaporte Nansen’. Emitido por primera vez en 1922, servía tanto de documento de identidad como de permiso de viaje que permitía buscar trabajo en terceros países más allá de las fronteras del Estado que los acogía. Alrededor de 450.000 rusos y armenios recibieron pasaportes Nansen. Los que podían permitírselo debían pagar cinco francos de oro para obtenerlo. Cuando los pasaportes dejaron de utilizarse en 1942, más de 50 países los habían reconocido.

Documentos de viaje y una copia de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.

La labor humanitaria de Nansen fue mucho más allá de ayudar a las personas refugiadas

Como indica su mención al Nobel, Nansen se dedicó al mismo tiempo a otras muchas actividades para ayudar a otras personas que necesitaban urgentemente asistencia humanitaria. Entre otras cosas, se esforzó, junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en repatriar a unos 430.000 prisioneros de guerra, en su mayoría procedentes de la Rusia soviética, Alemania y otras potencias derrotadas, como Austria y Hungría, aunque también participaron otras nacionalidades. Prácticamente sin presupuesto, demostró ser un recaudador de fondos y un líder muy eficaz para la causa.

Nansen también se encargó de organizar una campaña de ayuda para millones de rusos afectados por la hambruna de 1921-22. Trabajando de nuevo con el CICR, coordinó la adquisición y entrega de ayuda alimentaria a Rusia hasta 1924, cantidades pequeñas comparadas con las de la Administración de Socorro estadounidense, pero que, sin embargo, salvaron vidas.

En su triple función de Alto Comisionado para los Refugiados, Alto Comisionado para el Socorro y Alto Comisionado para la Repatriación de Prisioneros de Guerra, Nansen apeló constantemente a los Estados para que actuaran de acuerdo con ideales más elevados. “En una sociedad civilizada no se puede concebir una política práctica si no se basa en el amor fraternal, la reciprocidad, la ayuda, la confianza...”, escribió en una ocasión. “El amor fraternal es la política práctica”.

Nansen, en su rol de Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, revisa la harina con la que se hará el pan para aliviar la hambruna en Rusia.

De hecho, ganó el Premio Nobel de la Paz dos veces (algo así)

El Premio Nobel de la Paz de 1938 se concedió a la Oficina Internacional de Nansen para los Refugiados, creada tras la muerte de Nansen en 1930, “por haber llevado a cabo la labor de Fridtjof Nansen en beneficio de las personas refugiadas de toda Europa”. La Oficina gestionaba los campamentos de refugiados, expedía los pasaportes de Nansen y ayudaba a proporcionar visados, puestos de trabajo, medicamentos y alimentos.

En 1954, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, creó un premio en nombre de Nansen

El Premio Nansen a los Refugiados de ACNUR se otorga a una persona u organización con una dedicación y compromiso excepcionales en el apoyo a las personas refugiadas, desplazadas internas o apátridas. La primera galardonada fue Eleanor Roosevelt, la primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Otros galardonados han sido el senador estadounidense Edward Kennedy, el cantante de ópera Luciano Pavarotti, la humanitaria Graça Machel, Médicos Sin Fronteras y el Pueblo de Canadá, aunque es igual de probable que el premio se otorgue a una organización poco conocida o a una persona. Desde 2017, ACNUR también reconoce a los ganadores regionales.

El pasaporte y el premio no son lo único que lleva el nombre de Nansen

Fridtjof Nansen tenía una mente tan brillante como inquieta. Sin un anhelo de exploración polar, la carrera científica le habría resultado imposible. Fue uno de los primeros en proponer la teoría de las neuronas – que el sistema nervioso se compone de unidades discretas en lugar de un sistema conectado – y dio su nombre a las ‘fibras de Nansen’ de la médula espinal.

Dos de los gusanos marinos (mizostomas) que estudió recibieron posteriormente el nombre de M. Giganteum Nansen y M. Grafi Nansen; la botella de agua Nansen-Petterson fue utilizada por los oceanógrafos para recoger muestras de agua de las profundidades marinas; una visita a Rusia dio lugar a la denominación de la estación de ferrocarril de Nansenovka en una ramificación del ferrocarril transiberiano; y existe el monte Nansen en la Antártida, y otro en la región ártica.

Todo esto sin mencionar las innumerables innovaciones que hizo o inspiró en el campo de la exploración polar: esquís, trineos, estufas, zapatos y ropa, sacos de dormir, régimen alimenticio, diseño de barcos...

Fridtjof Nansen durante su legendaria expedición al Ártico entre 1893 y 1896.

Un personaje de convicción y coraje – pero también de complejidad

Una compañía magnética, inspiradora, carismática, férrea y brillante. También, sombrío, introspectivo, ensimismado y perpetuamente convencido de que tenía razón. El biógrafo de Nansen describe a un hombre que oscilaba de la luz a la sombra y viceversa: podía ser irresistiblemente encantador y persuasivo, pero también era capaz de imponer su moral. Consciente de sus considerables talentos, a menudo se preocupaba por no haber hecho lo suficiente con ellos, y por haber sido arrastrado en demasiadas direcciones como para hacer una contribución verdaderamente grande en un solo campo.

Sin embargo, se le confiaba y se le respetaba como un hombre de principios que trataba de ayudar a las personas más necesitadas, un idealista dispuesto a encontrar soluciones pragmáticas a las caóticas secuelas de la Primera Guerra Mundial. Como señaló Thorvald Stoltenberg, político noruego y antiguo Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados: “Con idealismo, vigor, humanidad y visión, Nansen persiguió su inquebrantable convicción de que había que evitar que la humanidad volviera a sufrir tal devastación y miseria”.