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Un intrépido abogado cumple con su misión de erradicar la apatridia en Kirguistán

Historias

Un intrépido abogado cumple con su misión de erradicar la apatridia en Kirguistán

A pie, a caballo o en 4x4, Azizbek Ashurov y su equipo de abogados han ayudado a Kirguistán a acabar con la apatridia.
2 Octubre 2019 Disponible también en:
A través de su organización Abogados sin Fronteras del Valle del Ferganá, Azizbek Ashurov ha ayudado a conseguir la nacionalidad kirguís a más de 10.000 personas que se habían convertido en apátridas tras la disolución de la Unión Soviética.

Azizbek Ashurov dice que él no puede conseguir una nacionalidad para las personas que viven sin ella. Él dice que simplemente les devuelve lo que siempre les perteneció.


Con una voz baja, y una cálida sonrisa, este abogado ha pasado los último cinco años abogando por los derechos de más de 10.000 personas apátridas en Kirguistán, sin ahorrar esfuerzos para luchar por asegurar que obtengan su nacionalidad.

Junto con un equipo, él ha recorrido todo el país en un abatido vehículo Lada todo terreno. Ha escalado peligrosas montañas a caballo y ha caminado por las calles de comunidades remotas para encontrar a personas que viven en las sombras, sin papeles.

Ahora, su incansable labor ha visto los frutos, ayudando a la nación de Asia Central a lograr un hito histórico: acabar con la apatridia dentro de sus fronteras. Y no es todo: Ashurov fue nombrado ganador del Premio Nansen para los Refugiados 2019, un prestigioso premio anual que rinde homenaje a quienes han alcanzado logros extraordinarios para ayudar a las personas refugiadas, desplazadas y apátridas.

Hay un dicho: Sin la rayería no llega la lluvia”

“Todo el mundo preguntaba si lo podríamos lograr”, dice el hombre de 38 años. “Ellos dijeron que sería difícil. Cuando comenzamos, estas personas realmente eran invisibles. El Estado no sabía que existían, no existían estadísticas”.

“Pero yo era joven y tenía mucha ambición, y mi equipo compartía el mismo amor por los derechos humanos. Hay un dicho: Sin la rayería no llega la lluvia”.

La apatridia arruina las vidas de millones de personas en todo el mundo. Les roba sus derechos básicos, como el acceso a la atención médica, la educación, empleo y la libertad de movimiento, o incluso la capacidad de poder abrir una cuenta bancaria o comprar una tarjeta SIM para sus teléfonos celulares.

La desintegración de la Unión Soviética durante la década de 1990 dejó a cientos de miles de personas en toda Asia Central apátridas, incluyendo en Kirguistán. Otras personas quedaron en el limbo debido a vacíos en la legislación o los matrimonios entre diferentes nacionalidades.

Entre las personas que quedaron sin documentación está Shirmonkhon, una madre de tres, que se convirtió en apátrida después de que se redefinieran los límites de la antigua Unión Soviética para formar al nuevo país independiente de Kirguistán.

“Era muy difícil vivir sin documentos”, dice la mujer de 47 años. “No podíamos trabajar. No podíamos visitar a nuestros parientes. No podíamos hacer nada, ni siquiera ir al hospital. Nadie nos ayudaba”.

Por décadas, tres generaciones de su familia vivieron en la miseria.

“Pero después vinieron los abogados”, recuerda con una sonrisa.

Ferghana Valley Lawyers Without Borders (Abogados sin Fronteras del Valle del Ferganá), dirigido por Ashurov, se estableció inicialmente en 2003 para ofrecer asesoría legal. Comenzó a trabajar en el tema de la apatridia en 2007 y, en 2014, el financiamiento del ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ayudó a establecer una clínica legal móvil y mapear el problema.

Ellos descubrieron que la zona del Valle del Ferganá, una región densamente poblada de Asia Central que también abarca partes de Uzbekistán y Tayikistán, era una zona crítica, con más de 10.000 personas indocumentadas.

Treinta abogados trabajaron incansablemente, atendiendo hasta 10 casos por día. Pronto, las horas de oficina abarcaron todo el día. “No teníamos tiempo ni para pensar en qué nos motivaba”, recuerda Ashurov, quien casi nunca lograba llegar a casa para llevar a sus hijos a dormir. “Tan pronto terminábamos un caso, empezábamos con el siguiente”.

Detrás de su lucha se encontraban aliados vitales, que cabildeaban por un cambio y una mejora en la legislación.

“Nuestro principal método ha sido trabajar con el Gobierno”, dice Ashurov. “Logramos captar su atención y hacerlos nuestros amigos. Éramos pequeños guerreros, pero detrás teníamos un gran tanque de guerra”.

“Tan pronto terminábamos un caso, empezábamos con el siguiente”

En un país tan montañoso, los equipos móviles resultaron cruciales. Atravesaron Kirguistán para llegar a algunas de sus comunidades más remotas, haciendo visitas a clínicas legales y puerta a puerta. Donde no podía entrar el auto, los abogados llevaban a los caballos.

Ashurov dice que les tomó mucho tiempo ganarse la confianza de las personas que se sentían olvidadas. Pero los desafíos solo fortalecieron su determinación de ayudarlos.

“Después de todo, ¿cómo puedes ser culpable solo porque no naciste en la comunidad adecuada o porque estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado?”

En julio de este año, las últimas personas sin documentos en Kirguistán finalmente recibieron la ciudadanía, gracias en gran parte a Ashurov y su equipo.

A pesar del gran impacto que ha tenido, este hombre notable puede pasar desapercibido fácilmente. En una ceremonia en la capital de Kirguistán para celebrar el logro del país, lució un sencillo traje de poliéster. No se sentó. En cambio, se quedó atrás, observando en silencio, compartiendo el crédito de este hito mundial con sus colegas.

“Todo esto es mucho trabajo en equipo”, insistió, sonriendo.

Ashurov ha trabajado día y noche durante cinco años. Se permite poco tiempo libre. Solo se detiene los domingos para llevar a sus hijos al recinto ferial o atender su jardín. Él dice que todavía está buscando las palabras correctas para agradecer a su esposa.

Todos los abogados tienen pasatiempos. Ashurov dice que les ayuda a manejar el estrés. Kanat, de 37 años, es doble de cine. Nurlan, de 40 años, tiene ovejas. Una broma es que Almaz, de 38 años, ha duplicado su carga de trabajo al convertirse en el superintendente de su bloque de apartamentos. Pero incluso Superman necesita un descanso.

“He tenido momentos en los que pensaba que no podía continuar”, dice Ashurov. “La última vez fue hace un mes. Me enferme. Tuvimos problemas en casa y mucho trabajo en la oficina. Lo recuerdo porque estaba lloviendo. Soy un humano”.

“Todo esto es mucho trabajo en equipo”

Sus cinco colegas restantes, incluido el contador Mayram, lo han mantenido con fuerzas.

“He pasado casi 16 años con estos hombres”, dice. “No somos solo colegas o amigos. Somos hermanos”.

“Lo que más me gusta de Azizbek es que no se comporta como un jefe”, dice Kanat, quien ha estado trabajando con el equipo de Ashurov desde 2013. “Se comporta como un líder. Él siempre estará en la primera línea contigo”.

Cuando no abordan la apatridia, los abogados tienen otro desafío: ganar la liga local de ‘Что? Где? Когда?’ (‘¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?’), Un juego de trivia en equipo que es muy popular en toda la antigua Unión Soviética.

Sin embargo, hasta ahora no han logrado la victoria.

“Recientemente fuimos invitados a la versión de televisión local. Dijimos que no tenemos tiempo, pero la verdadera razón es que perderemos”. Ashurov se ríe, con un brillo en sus ojos. “Seguiremos adelante. Soy el tipo de persona que, si me hacen una pregunta, no puedo descansar hasta saber la respuesta”.

“No somos solo colegas o amigos. Somos hermanos”

Como punto medio de la Campaña #IBelong del ACNUR, la Agencia ha pedido a los estados que se comprometan a tomar medidas ambiciosas y rápidas para cumplir con el objetivo de la Campaña para acabar con la apatridia para 2024.

“El liderazgo de Kirguistán en la resolución de casos conocidos de apatridia es un ejemplo notable que espero que otros aplaudan y presten atención”, dice Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Yasuko Oda, Representante Regional del ACNUR para Asia Central, espera que el logro de Kirguistán inspire a otros países del mundo a hacer lo mismo. “Se puede acabar con la apatridia con una comprensión y un esfuerzo verdaderamente colectivos, incluyendo a las antiguas personas apátridas como modelos a seguir y colaboradoras, así como a quienes aún no tienen documentos y el coraje de presentarse para ser identificados”, dice.

Ashurov y su equipo ahora están trabajando para ayudar a otros países de Asia Central a reducir la apatridia. Juntos, han ayudado a establecer una red para compartir información y unir a la sociedad civil y los gobiernos.

“Somos un país pequeño, con pocos recursos”, dice Ashurov. “Pero hemos resuelto la apatridia juntos. No es imposible, y puede ser aplicable en otros lugares. La ciudadanía no es un privilegio, es una necesidad. Estos no son solo números, son personas cuyas vidas han cambiado para siempre”.