Cerrar sites icon close
Search form

Buscar el sitio de un país

Perfil de país

Sitio de país

Un panadero refugiado del Congo construye su negocio en Burundi

Historias

Un panadero refugiado del Congo construye su negocio en Burundi

El panadero congoleño prepara pan diariamente para la población local y para otras personas refugiadas, un ingreso para su familia y una muestra de dignidad para sí mismo.
26 Enero 2023 Disponible también en:
Cadet Kayugwa, panadero y refugiado de la RDC, posa con sus panes recién horneados, en su panadería y hogar, en el campamento de refugiados de Nyankanda.

“¡Mi pan es el mejor del campamento, y de millas a la redonda!, comenta Kavugwa Shebulike Cadet con una sonrisa orgullosa. “Cuando la gente prueba mi pan, dice ‘¡Esto sí que es pan!’, y siempre vuelven a por más”.


Shebulike vivía en Uvira, al este de la República Democrática del Congo, cuando una noche, un grupo de hombres armados irrumpió en su casa. “Me dispararon y me dieron por muerto antes de marcharse llevándose mi dinero y los objetos de valor”, cuenta. “También apuñalaron a mi esposa en el brazo”.

Un intento de ataque solo unas semanas después fue la gota que derramó el vaso, y Shebulike decidió que era hora de que su familia dejara atrás la violencia y la impunidad.

“¡Mi pan es el mejor del campamento, y de millas a la redonda!”

“Huimos en mitad de la noche, y pudimos cruzar la frontera después de caminar durante varias horas, con el miedo metido en el cuerpo, y las manos y los bolsillos vacíos”, relata. Desde entonces, Shebulike se ha establecido en el campamento de refugiados de Nyankanda, al este de Burundi, hogar de cerca de 12.000 personas refugiadas congoleñas.

Pocos meses después de llegar a Burundi, Shebulike pensó que necesitaba conseguir un sustento para su esposa y sus siete hijos, y mantenerse ocupado, así que recurrió a su oficio de panadero. “En lugar de quedarme sentando sin hacer nada, y depender totalmente de la ayuda que recibimos de la Agencia de la ONU para los Refugiados y otras organizaciones humanitarias, pensé que era más útil remangarme y ponerme a trabajar en lo que mejor sé hacer”, señala.

Shebulike y sus empleados y aprendices preparan la masa en su panadería del campamento.

Shebulike reunió todos sus ahorros, que sumaban solo 40.000 francos burundeses, equivalentes a unos 20 dólares USD, y pidió prestado otros 40 dólares USD a un amigo. Sumados, eran suficiente para comprar harina, aceite, agua y levadura para preparar su primera tanda de seis kilos de pan recién hecho.

No le llevó mucho tiempo encontrar clientes, y pronto su fama se extendió más allá del asentamiento de Nyankanda. “Tenemos clientes fieles hasta en Ruyigi, a más de 10 kilómetros del campo”, comenta.

Con el apoyo económico de ACNUR, a través de su socio RET International, Shebulike ha expandido su negocio, contratando a tres aprendices y aumentando su producción a 50 kilos al día con un nuevo horno más grande, utensilios de cocina y más ingredientes.

Shebulike insiste en que no ha hecho más que empezar con su panadería. Tiene la esperanza de incrementar aún más la producción y conseguir nuevos compradores, pero la falta de acceso a la electricidad y las restricciones de movimiento de las personas refugiadas son un obstáculo. ACNUR está abogando por conectar los campamentos de refugiados de Burundi a la red nacional de electricidad, y tiene como objetivo asegurar un mayor acceso de las personas refugiadas a oportunidades económicas fuera de los asentamientos.

Shebulike y sus empleados y aprendices preparan la masa en su panadería del campamento.

Para Shebulike, hacer pan significa más que un medio de vida: representa profesionalidad y habilidad, libertad e independencia. “Ser un refugiado no es un impedimento. No es el fin del mundo. Soy la prueba viviente de que se puede ser refugiado y conseguir grandes logros”, asegura. “No conozco a ninguna persona refugiada que quiera quedarse en una situación precaria y dependiente indefinidamente”.

En sus visitas a la región el pasado año, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, y la Alta Comisionada Adjunta, Kelly T. Clements, subrayaron la falta de financiación de la respuesta a la situación de los refugiados en Burundi, e hicieron un llamamiento a incrementar el apoyo de los donantes para los refugiados como Shebulike, que necesitan solo un poco de ayuda para marcar una enorme diferencia para sus familias, otras personas refugiadas y sus comunidades de acogida.