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La protección comunitaria fomenta la autonomía del pueblo indígena Warao en Pará, Brasil

Comunicados de prensa

La protección comunitaria fomenta la autonomía del pueblo indígena Warao en Pará, Brasil

29 Diciembre 2022
Preservar la cultura warao entre la niñez es uno de los objetivos de las comunidades indígenas de la etnia en Belém.
Preservar la cultura warao entre la niñez es uno de los objetivos de las comunidades indígenas de la etnia en Belém.

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BELÉM, Brasil – Las ocho comunidades de la etnia indígena Warao que viven en Pará se reunieron este mes para celebrar el 1º Encuentro de Cultura Warao, que se llevó a cabo en la Usina de la Paz de Benguí, espacio cedido por la Secretaría de Articulación y Ciudadanía del Gobierno del Estado.

Fueron dos días de fiesta con actividades deportivas, bailes, cantos y cuentacuentos con el fin de fomentar la cultura, reencontrarse con sus propias raíces y enseñar sus tradiciones a la comunidad de acogida.

Además, fue el momento de presentar el Consejo Warao Ojiduna, una organización creada por los indígenas con el objetivo de unirlos y representarlos en la búsqueda de participación y derechos. Se estima que 1.300 personas de la etnia Warao de Venezuela viven actualmente en el Estado de Pará, la mayoría en los municipios de Belém y Ananindeua.

“Al promover la adopción transversal de una metodología de protección basada en la comunidad, en la que situamos las capacidades y el poder de agencia de las personas refugiadas en el centro de nuestras actividades, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha tratado de fortalecer a los líderes y las familias indígenas, dotándoles de la información y las herramientas necesarias para que puedan comprender su entorno socioinstitucional y participar plenamente en la vida de sus comunidades y de la comunidad brasileña que les acoge”, explica la Responsable de la Oficina de ACNUR en Pará, Janaína Galvão.

Preservación de la cultura

Luísa, artesana y cocinera, vive en Belém desde hace ocho meses. Llegó desde Venezuela con sus dos hijos pequeños caminando y pidiendo un aventón hasta Roraima. Después de vivir un año en un albergue de la Operación Acogida en Boa Vista, contó con el apoyo de su hermana, Gardênia, para reunir a la familia en Belem.

“Me dolió mucho abandonar mi tierra, mi hogar, mi cultura, mis creencias. Pero aquí en Belém algunas instituciones nos han apoyado para que podamos compartir nuestra tradición. Esto está muy bien”, celebra Luísa.

A su vez, Gardênia creía que no era posible tener derechos en un país distinto al de nacimiento. Su pensamiento cambió después de las capacitaciones ofrecidas por ACNUR a través de asociaciones. “Hoy me siento una mujer que puede reclamar sus derechos, cuestionar y dar consejos a otras personas. También he aprendido mucho observando a los indígenas brasileños”, afirma.

Gardênia y su esposo dejaron su pueblo en Venezuela en noviembre de 2019 para encontrarse con que sus cuatro hijos ya vivían en Brasil. Desde entonces, han pasado por Boa Vista y Manaos. Hace dos años, sin conseguir trabajo y viviendo en la calle, la familia decidió tomar un barco a Belém para instalarse en la comunidad Warao Janoko, o “Casa de los Warao”, situada en el barrio de Outeiro.

Hoy sueña con ofrecer un espacio cultural y una escuela a su comunidad. “Tenemos que enseñarles más a los niños de los indígenas warao, pero también tenemos que aprender más. Quiero seguir estudiando para ayudar a los warao y ser un ejemplo para que otras personas sigan estudiando”, señala.

Este deseo es compartido por Mariluz y Jhonny, líderes de la comunidad Warao Janoko. La pareja también planea crear una cooperativa o asociación que también garantice el sustento a las personas refugiadas indígenas de Venezuela.

“Queremos esto para nuestro futuro, sin olvidar nuestras costumbres warao y enseñando a los niños a conocerlas también”, explica Mariluz.

Para Avílio, cruzar la frontera con unos 25 familiares cercanos fue un proceso doloroso para todos. “Nos fuimos por necesidad, no porque quisiéramos. Sentí mucho dolor, porque dejábamos a nuestra familia y nuestra comunidad, pero también alivio, porque en Brasil hay comida”, comenta.

En Belém desde hace tres años y medio, Avílio y su comunidad también ven el futuro de la niñez como una de sus principales preocupaciones. Quieren que las niñas y los niños tengan la oportunidad de estudiar sin perder el contacto con sus raíces.

“Los indígenas también tienen capacidad para mejorar sus vidas y mantener a sus familias, comprar alimentos y medicinas. Todos los warao piensan así, quieren trabajar para no estar en la calle. Quieren estar en buenas condiciones, tener una casa decente. Quieren estudiar para compartir sus ideas, su cultura”, asegura Avílio.

Emprendimiento warao

La semana pasada, los indígenas warao inauguraron un punto permanente de venta de artesanía en el Mercado Municipal de Carne, importante atracción turística de la ciudad de Belém. El espacio fue posible gracias a la Secretaría de Economía (SECON) del Municipio, a partir de la coordinación de ACNUR y el Instituto Internacional de Educación de Brasil (IEB). Además, ACNUR y el IEB han promovido otras iniciativas locales para fomentar el empoderamiento económico de las comunidades.

 

Luísa, con su hijo en el regazo, en la clausura del curso de Emprendimiento Digital.
Luísa, con su hijo en el regazo, en la clausura del curso de Emprendimiento Digital.

Este mes, 15 personas indígenas Warao concluyeron el curso de Emprendimiento Digital del Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial (Senac), realizado por el programa de calificación profesional “Donas de Si”, de la Municipalidad de Belém, a través del Banco Popular. El curso fue dirigido a la población indígena que, como Mariluz y Jhonny, está inmersa en la cadena productiva de la artesanía para ampliar el acceso al mercado consumidor con la ayuda de los recursos digitales, apoyando la autonomía de esta población. En la comunidad de Warao Janoko, la mayoría de las 25 familias fabrican artesanía.

“La artesanía es nuestra cultura. En cuanto llegamos, pudimos mantenernos, pero no tuvimos muchas ventas. Con el curso he aprendido cosas que no sabía sobre la venta a través de internet y vamos a trabajar para conseguirlo”, explica Mariluz.

Por su parte, Luísa quiere abrir su propio negocio y mantener a su familia vendiendo bocadillos típicos venezolanos, como empanadas, arepas y hallacas. Esto la llevó al curso de Emprendimiento Digital. “El curso nos enseñó muchas cosas. Lo que más me gustó fue la publicación en las redes sociales, cómo podemos utilizar Internet para vender y cómo podemos poner precio a nuestro producto. El profesor tuvo paciencia con nosotros, y nosotros con él, porque no entendíamos portugués y él no entendía español”, ríe.