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La cocina, como cimientos de una nueva vida

Historias

La cocina, como cimientos de una nueva vida

Para muchas personas refugiadas y desplazadas en las Américas y el Caribe, la comida representa una manera de preservar sus orígenes y compartir con sus comunidades de acogida.
12 Julio 2022 Disponible también en:
Personas refugiadas y desplazadas en América Latina y el Caribe comparten contigo sus recetas fusión, una mezcla entre su país de origen y de acogida. Descarga el libro "De nuestra mesa a la suya: Cocina Fusión" para descarga gratuita aquí.

En el libro de recetas De nuestra mesa a la suya: Cocina Fusión, personas refugiadas comparten sus historias y los sabores de sus hogares – tanto los antiguos como los actuales.


Para Natasha*, cocinar siempre había sido un pasatiempo que le apasionaba. Pero un día ese pasatiempo se trasformó en su medio de sustento, cuando se vio forzada a huir de su natal El Salvador a Belice, a raíz de amenazas de parte de pandilleros.

Natasha, 39, había aprendido a cocinar como niña, junto a su madre. Luego lo hacía por placer junto a su propia hija, hasta tres años atrás, cuando las dos se vieron obligadas a huir. “Los pandilleros nos acosaron a mí y a mi hija…. Querían que [ella] se uniera”, explica Natasha. “Incluso caminaban sobre nuestro techo para asustarnos”.

Madre e hija soportaron vivir con miedo hasta enterarse de que la hija de una amiga había sido secuestrada y asesinada por una pandilla del vecindario. Fue entonces cuando Natasha supo que no les quedaba otra opción más que salir de su país, con poco más de lo que podían cargar en una mochila.

En Belice, Natasha no conseguía trabajo como dependienta en una tienda de ropa, profesión que había ejercido durante años en El Salvador. Preocupada por cómo iba a sustentar a su hija adolescente, Natasha sacó provecho de lo que había aprendido en la cocina para ganarse la vida.

“Lo que más me gusta de Belice es la paz y la seguridad”.

“He tenido la suerte de haber encontrado muchas amigas aquí que me han enseñado recetas beliceñas”, dice Natasha, quien ahora tiene a la venta platos locales con un toque salvadoreño, incluido la especialidad beliceña más típica, arroz y frijoles.

Su receta de “pollo con arroz y frijoles” se encuentra en De nuestra mesa a la suya: Cocina Fusión, un nuevo libro de cocina editado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, disponible para descarga gratuita. Este plato le llena de emoción porque es una receta fusión que combina el plato beliceño más emblemático con el pollo, la ensalada y las tajadas de plátano maduro que se comen en El Salvador.

Natasha espera que ella y su hija, quien ahora tiene 16 años, puedan ser reconocidas como refugiadas en Belice, para que puedan reconstruir sus vidas en paz. “Lo que más me gusta de Belice es la paz y la seguridad que mi hija y yo podemos disfrutar aquí. Caminamos libremente sin temor”.

La comida puede ser una potente herramienta de integración, como lo fue para Natasha y las 13 otras personas desplazadas que han compartido sus recetas en el libro Cocina Fusión. Pero para muchas personas que han tenido que huir, es también un tema de constante preocupación. Según una reciente encuesta hecha por ACNUR, el 48 por ciento de las personas refugiadas en las Américas comen tan solo dos veces al día, mientras que el 6 por ciento de los encuestados dicen comer una única vez al día.

Fue justamente el hambre y la falta de acceso a medicamentos lo que hizo que Alfredo, 68, saliera de Venezuela. A este profesor jubilado, las mensualidades de su pensión no bastaban para la alimentación más básica: Se le iba todo su dinero en la compra de unos kilos de arroz o una media docena de huevos. Hace unos años, Alfredo se dio cuenta de que no le quedaba más opción de salir de su país e hizo el viaje hasta Chile, donde le esperaban su hija y sus nietos.

Aunque en muchos aspectos logró adaptarse bien a su nueva vida en la capital chilena, Santiago, le resultó muy complicado encontrar un trabajo. “Durante muchos meses golpeé muchas puertas y siempre me ponían algún ‘pero’”, recuerda, “porque no era joven, porque no tenía la visa definitiva, porque creían que no podía hace fuerza, por muchas razones. No conseguía trabajo, fue muy frustrante”. Este es un reto al que se enfrentan muchas personas mayores que han sido forzadas a recomenzar de cero en un nuevo país. La llegada de la pandemia de coronavirus agravó esta situación.

“Este plato significa significa tantas cosas para mí... Hoy lo huelo y me acuerdo de esa alegría”.

Sin embargo, Alfredo no se conformaba con estar de brazos cruzados. En medio de la pandemia, se enteró que en la parroquia local estaban buscando voluntarios para cocinar y darles un plato de comida caliente a las personas necesitadas. Se unió como voluntario, y desde entonces no solo ha aprendido a cocinar muchos platos chilenos - como el zapallo italiano, charquicán, y el pastel de papa - sino que también ha podido compartir recetas venezolanas.

Cebolla de rama o verdeo, cilantro, pimiento rojo, y plátano son algunos de los ingredientes que se requieren para el “pabellón criollo”, la especialidad venezolana cuya receta Alfredo compartió en Cocina Fusión. “Este plato significa Venezuela, significa tantas cosas para mí. Cuando era niño y en mi casa lo hacían, me ponía feliz. Hoy lo huelo y me acuerdo de esa alegría”, explica Alfredo mientras corta, bate y hace bromas en la cocina.

Cada receta de Cocina Fusión es una mezcla de sabores y sensaciones que combinan y representan los países de origen y de acogida. ACNUR invita a cocinar con los refugiados y a compartir sus recetas.

*Se cambiaron los nombres por motivos de protección.