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Medio Oriente y Norte de África

Medio Oriente y Norte de África

La región del Medio Orientey el Norte de África sigue suponiendo desafíos abrumadores, ya que son múltiples y complejas las situaciones de emergencia, que han llegado a un nivel sin precedentes.

La situación humanitaria en Siria sigue siendo volátil. Luego de más de seis años de conflicto, hay más de cinco millones de personas sirias refugiadas en la región; se espera que esta cifra aumente.

En otros puntos, la volatilidad e inestabilidad en países como Irak y Yemen ha desencadenado nuevas olas de desplazamiento. En toda la región, nuestro personal se esfuerza por brindar asistencia vital a millones de personas que han tenido que abandonar sus hogares.

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Las perspectivas en 2022 son desoladoras porque se sigue repitiendo un patrón de dificultades que ya se conoce en el Medio Oriente y el Norte de África: soportar conflictos, inestabilidad económica y crisis de desplazamiento que no solo se traslapan, sino que también se desbordan. La nueva dimensión de esta difícil situación a nivel regional es la plaga global del COVID-19, que ha despojado a las personas refugiadas de sus escasos medios de vida y ha puesto de manifiesto su vulnerabilidad económica, lo cual ha aumentado los riesgos de protección subyacentes (a saber, explotación sexual, violencia de género, desalojo de los hogares alquilados e interrupción de la educación en la escuela). La pandemia también ha llevado al límite los servicios y la economía locales, una situación que ha acentuado las tensiones sociales. En este escenario, donde las necesidades y el desplazamiento van en aumento, son significativos los desafíos que ACNUR enfrentará en 2022, al que tiempo que los esfuerzos de protección y asistencia de la agencia serán más esenciales que nunca.

La imposibilidad de superar las causas del desplazamiento conlleva altos costos humanos y financieros. El presupuesto de ACNUR para satisfacer necesidades básicas y de bienestar en la región superan los $1.100 millones de dólares (USD) en 2022, por mucho, la inversión más grande que se ha hecho en el llamamiento mundial de este año, en comparación con otras regiones. Las necesidades en Irak, Jordania, Líbano, la República Árabe Siria y Yemen requieren casi el 90% del total.

En Siria, se espera que, a causa de la inflación, la inseguridad alimentaria, la escasez de agua y los enfrentamientos armados, incremente el número de personas que requieran asistencia humanitaria en 2022. En toda la región, las personas sirias refugiadas siguen estando en grave situación de vulnerabilidad. En Irak, el entorno político y de seguridad seguirá siendo desafiante; al propio tiempo, se espera que la situación en Libia siga impactando al Norte de África. De hecho, al agravarse la situación de seguridad en el Sahel, cada vez más personas en movimientos mixtos podrían buscar protección en países del Norte de África o trasladarse a Europa de manera irregular. En Yemen, el inacabable conflicto civil podría agravar la crisis humanitaria en 2022.

En 2022, la estrategia regionales de ACNUR para brindar protección y encontrar soluciones aún se enfoca en garantizar el acceso a la protección y el asilo, espacios de protección seguros y una ruta hacia soluciones para todos los grupos de interés. ACNUR continuará buscando oportunidades a nivel local para fomentar la autosuficiencia y aumentará la inversión operativa para alcanzar la resiliencia y encontrar soluciones a largo plazo. Al brindar protección directamente, ACNUR tiene un papel fundamental considerando que la región tiene menos leyes nacionales en materia de asilo y es limitado el acceso que ofrece a soluciones a situaciones de desplazamiento. Los programas de ACNUR para personas refugiadas y desplazadas internas, como aquellos en Líbano y Yemen, fortalecerán los esfuerzos por promover una coexistencia pacífica, con especial atención en los enfoques por área para obtener resultados tangibles tanto para las poblaciones desplazadas como para las comunidades de acogida en áreas específicas con muchas necesidades. En vista de los riesgos políticos, económicos y de seguridad, ACNUR reforzará las plataformas de coordinación (como el Plan Regional para los Refugiados y la Resiliencia) y fortalecerá las relaciones con actores de desarrollo, lo cual mantendrá los roles de liderazgo y coordinación en la respuesta a situaciones de refugiados o desplazados internos.

La respuesta de ACNUR a la COVID-19 se centrará en abogar por la inclusión de las personas de interés en los sistemas públicos nacionales de salud — con inclusión de las campañas de vacunación — y otras respuestas a nivel nacional. Para mitigar el impacto socioeconómico de la COVID-19, que también ha afectado la protección, ACNUR seguirá adaptando la asistencia que brinda, sobre todo en lo relativo a los programas de ayuda en efectivo; se ha observado que acciones de este tipo mitigan los efectos de manera inmediata, lo cual reduce la pobreza tanto de las personas desplazadas por la fuerza como de las comunidades de acogida.

La participación de la sociedad civil se logra mediante la Red de la Sociedad Civil para el Desplazamiento en el Medio Oriente y el Norte de África, una coalición de múltiples partes interesadas, entre ellas, la comunidad académica, organizaciones confesionales, organizaciones no gubernamentales locales, artistas, influencers culturales y el sector privado. La red busca incidir de manera positiva en la narrativa y en las políticas públicas relativas al desplazamiento; asimismo, tratará de amplificar la voz de las personas desplazadas en 2022, año en que ACNUR respaldará las promesas de contribución compatible hechas en el Foro Mundial sobre los Refugiados y abogará para que las prioridades de países y socios se alineen con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la agenda “No dejar a nadie atrás”.  De los 65 compromisos relacionados con la región, veintidós se encuentran en proceso, se han cumplido cinco, dos están en proceso de planeación, y treinta y seis aún deben actualizarse.