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Capoeira lleva ocio y pacificación a los refugiados en el norte de la R.D. del Congo

Historias

Capoeira lleva ocio y pacificación a los refugiados en el norte de la R.D. del Congo

Los refugiados centroafricanos practican capoeira frente a una audiencia absorta en el campamento de Mole en la provincia de Equateur, República Democrática del Congo.
19 September 2014
Refugiados centroafricanos practicando capoeira ante un público embelesado en el campo de Mole, en la provincia de Équateur, en la República Democrática del Congo.

CAMPO DE REFUGIADOS DE MOLE, República Democrática del Congo, 19 de septiembre de 2014 (ACNUR) – Es una calurosa y bochornosa tarde de sábado en el campo de refugiados de Mole, pero mientras muchas personas están durmiendo la siesta, un robusto grupo de hombres y mujeres jóvenes se entregan a su nueva obsesión: la capoeira.

El arte marcial brasileño incluye elementos de danza, acrobacia y música, y está manteniendo a estas personas ocupadas y en forma y, al mismo tiempo, está ayudando a relajar las tensiones entre diferentes grupos de refugiados de la República Centroafricana (RCA) en este campo con más de 13.000 personas en el extremo norte de la República Democrática del Congo.

"Todo el mundo puede practicarlo: mujeres, personas mayores, madres y padres. Lo pueden hacer porque es un juego. Puede convertirse en un arte para practicar la paz", dice Maxime Obingui, de 37 años y natural de Bangui. "Cristianos y musulmanes están practicando capoeira. Entrenamos juntos. Queremos estar juntos, como una familia", añade, refiriéndose al conflicto entre comunidades que se desarrolla en su país, al otro lado del cercano río Obangui.

La capoeira fue introducida en el campo hace dos meses por un grupo de ayuda local: el ADSSE (Association pour le Développement Social et la Sauvegarde de l'Environment), que quería ampliar la gama de actividades de ocio al alcance de la gente joven de Mole. Y ha resultado todo un éxito.

"La capoeira es un deporte nuevo para mí. Lo descubrí aquí. Me gusta porque me gusta el ritmo y la música", dice Armand Kouissi, de 28 años, que se encuentra practicándolo como pez en el agua y al que apodan "Capoeira Man". Él también vio las posibilidades de esta actividad para construir la paz.

"También lo veo como una herramienta para fomentar la paz. Al principio hubo algunas tensiones, pero gracias a la capoeira ahora nos llevamos bien. El deporte une a las personas", dice. Y añade: "Creemos que la capoeira es una herramienta que se puede utilizar para promover la cohabitación pacífica en el campo. Cuando charlamos con la gente que nos observa mientras entrenamos, les transmitimos mensajes de paz."

La mayoría de los refugiados en el campo de Mole, que abrió en julio de 2013 para hacer frente al éxodo proveniente de la República Centroafricana, son de Bangui. Entre ellos hay muchos estudiantes de secundaria y jóvenes universitarios. El hecho de haberse quedado sin acceso a la educación ha creado tensiones y frustración.

Esa es una de las razones por las que, irónicamente, estas personas que huyen de la violencia, han abrazado un arte marcial. "Me siento mejor cuando practico capoeira; me olvido de todo lo que me ha pasado, incluso en Bangui. Antes no había un buen ambiente en el campo", dice Eric Moussa, un chico de 19 años que estudiaba literatura en Bangui antes de verse obligado a huir para salvar la vida, subiendo a un barco para alcanzar la seguridad en la otra orilla del río Obangui.

Él es uno de los 40 refugiados que se han inscrito en las clases de capoeira organizadas por ADSSE, que dirige el proyecto con la ayuda de ACNUR. Decenas de personas más están interesadas en tomar parte en las sesiones de entrenamiento de los lunes, miércoles y viernes, en las que aprenden con la ayuda de CDs y de los estudiantes con más experiencia. Los fines de semana hay exhibiciones.

"Lo que me gusta de la capoeira es el juego. Me gustan sus movimientos y la música. No me pierdo ningún entrenamiento. La capoeira ha cambiado el campo. Antes, la vida era más difícil pero ahora el campo ha mejorado", afirma con entusiasmo Marie-Sabine, de 38 años. Y añade: "Tenéis que llevarme a Brasil algún día."

Mientras tanto, ACNUR tiene planes para conseguir que maestros de capoeira visiten el campo y enseñen a los refugiados tanto las nociones básicas como las más avanzadas de una actividad que utiliza la fuerza, la rapidez y la potencia en una amplia gama de patadas, giros y movimientos complejos.

Stefano Severe, representante de ACNUR en la RDC, dice que la agencia mantiene contactos con un grupo de capoeira de Kinshasa y con la embajada brasileña para explorar esta posibilidad. Citando el impacto positivo de la capoeira en Mole, dice: "No dejaremos pasar la oportunidad de contribuir a la construcción de la paz entre los refugiados de la RCA. Contribuir a que haya paz entre los refugiados también contribuye a llevar la paz a la República Centroafricana".

Y Kouissi, el "Capoeira Man", cree que este deporte puede continuar jugando un influyente papel promoviendo la reconciliación y cooperación cuando el conflicto se acabe y la gente haya vuelto a su hogar en la República Centroafricana. "Aporta mucha alegría. Nos gustaría llevarla a Bangui. Si podemos volver a nuestro país algún día, aplicaremos este arte allí", añade.

Céline Schmitt, desde el campo de refugiados de Mole, en la República Democrática del Congo

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.