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Desplazamiento forzado mundial mucho más extendido en 2019

Historias

Desplazamiento forzado mundial mucho más extendido en 2019

El informe anual de Tendencias Globales del ACNUR revela que hay más personas huyendo de la guerra, los conflictos y la persecución en todo el mundo. Para muchas, reconstruir sus vidas queda fuera de su alcance.
18 June 2020
El desplazamiento forzado ahora está afectando a más del uno por ciento de la humanidad – una de cada 97 personas – mientras cada vez menos personas desplazadas pueden retornar a sus hogares. El informe anual de ACNUR Tendencias Globales, que se presenta dos días antes del Día Mundial del Refugiado, el 20 de junio, muestra que un número sin precedentes de 79,5 millones de personas estaban desplazadas a fines de 2019. Es la cifra más alta jamás registrada por ACNUR.

El 1% de la población mundial se ha visto obligada a huir de sus hogares debido a la guerra, los conflictos y la persecución para buscar protección en algún lugar dentro de su país o en otro país, según señala el último informe de Tendencias Globales publicado hoy por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.


A medida que el número de personas desplazadas ha aumentado más que en cualquier otro momento desde que el ACNUR comenzó su estudio anual, cada vez menos personas han podido regresar a sus hogares, o incluso construir una nueva vida sostenible y satisfactoria en otro país.

“Estamos presenciando una nueva realidad, ya que el desplazamiento forzado hoy en día no solo está mucho más extendido, sino que simplemente ya no es un fenómeno a corto plazo y temporal”, dijo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi.

A finales de 2019, había 79,5 millones de personas en todo el mundo que habían sido desplazadas por la fuerza, según señala el informe anual, en comparación con los 70,8 millones del año anterior. El aumento se debió en parte a los preocupantes nuevos desplazamientos en lugares como la República Democrática del Congo, la región del Sahel en África, Yemen y Siria. También reflejó la inclusión por primera vez de 3,6 millones de personas venezolanas que han sido desplazadas fuera de su país, pero que no solicitaron asilo.

Al final de 2019, un total de 4,5 millones de personas habían huido de Venezuela, el mayor éxodo de la región en la historia reciente y una de las crisis de desplazamiento más grandes del mundo. En su mayoría, buscaron refugio en América Latina y el Caribe.

El año pasado, Yosanni Martínez, de 28 años, se unió a los millones de personas obligadas a huir de la inestabilidad económica y política del país. Ella tomó un autobús hacia la frontera brasileña con su hermano, luego caminó durante seis días hasta llegar a la ciudad de Boa Vista, en el norte de Brasil. Su hijo dormía en su cochecito todas las noches mientras ella y su hermano dormían en el suelo.

“Huimos de Venezuela porque tengo un hijo con discapacitad. Él tiene parálisis cerebral. No había opciones de atención médica, ni alimentos ni ninguno de los artículos médicos que necesitábamos”, dijo Yosanni, quien tomó un trabajo en una posada para ahorrar dinero para que su esposo y otros miembros de la familia pudieran unirse a ella en Brasil. “A veces me siento derrotada, pero estoy segura de que las cosas cambiarán y mejorarán”.

A finales de 2019, había 29,6 millones de personas refugiadas o desplazadas fuera de su país, y 45,7 millones de personas que habían buscado seguridad en su propio país. Además, casi 4,2 millones de personas estaban esperando el resultado de sus solicitudes de asilo.

Más de dos tercios de las personas refugiadas del mundo provienen de solo cinco países: Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar. Y los países más pobres del mundo continúan acogiendo a la mayoría de las personas refugiadas.

A medida que los conflictos se prolongaban y muchos países reforzaban sus fronteras, encontrar soluciones a largo plazo para las personas refugiadas - ya sea ayudándolas a regresar a sus hogares de manera segura y voluntaria, a integrarse en la cultura local en un país de acogida o a reasentarse en un tercer país - resultó cada vez más difícil.

Durante la última década, solo 4 millones de personas refugiadas pudieron regresar a sus países de origen, en comparación con los 10 millones de la década anterior. Y a menos del 0,5% de las personas refugiadas del mundo se les ofreció reasentamiento en 2019.

El problema del desplazamiento no muestra signos de disminuir, ya que el cambio climático, el hambre y los conflictos alimentan crisis cada vez más complejas. Mientras el mundo lidia con la devastación económica y social de la pandemia de COVID-19 y la creciente xenofobia y los países continúan restringiendo la entrada a su territorio, el problema de encontrar soluciones duraderas para las personas refugiadas se está agudizando.

“Necesitamos una actitud fundamentalmente nueva y más receptiva hacia todas las personas desplazadas, junto con un impulso mucho más decidido para resolver conflictos que duran años y que están en la raíz de un sufrimiento tan inmenso”, dijo Grandi. “No se puede esperar que las personas vivan en un estado de incertidumbre durante años, sin la posibilidad de volver a casa, ni la esperanza de construir un futuro donde estén”.

“Si fuera seguro, volveríamos en un abrir y cerrar de ojos”.

Mientras el conflicto en Siria seguía avanzando, el país continuó presentando el mayor número de personas refugiadas, solicitantes de asilo y desplazadas internas: 13,2 millones en total, aproximadamente una sexta parte de las personas desplazadas por la fuerza en el mundo. Las personas refugiadas sirias que huyeron a los países vecinos cargaron con el trauma del desplazamiento prolongado.

Ahmad y Fahemyh Hussain huyeron de Alepo, Siria, en el 2016, cuando los bombardeos se volvieron tan graves que tuvieron que escoger entre irse o morir. Encontraron seguridad en Amman, Jordania. Ahmad todavía recuerda el alivio que sintió cuando sus siete hijos se durmieron pacíficamente durante la primera noche en el campamento de refugiados de Azraq. Pero cuatro años después, la tensión de vivir en el campamento, especialmente durante el confinamiento por COVID-19, ha resultado casi insoportable, dijo.

“Quiero poder mantener a mi familia, ser padre. A veces desearía poder volver a vivir en un departamento normal, vivir fuera de un campamento de refugiados y tener un trabajo al cual ir todas las mañanas”, dijo. “Al menos aquí tenemos cobijo y los niños y niñas pueden ir a la escuela. Por supuesto, si alguna vez existiera la posibilidad de regresar a Siria, si fuera seguro, volveríamos en un abrir y cerrar de ojos”.

Sarah Schafer en Nueva York, Victoria Hugueney en Brasilia y Lily Carlisle en Amman, Jordania contribuyeron a la redacción de esta nota.