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El desplazamiento forzado llegó a un nuevo récord en 2021; muy pocas personas pudieron volver a casa

Historias

El desplazamiento forzado llegó a un nuevo récord en 2021; muy pocas personas pudieron volver a casa

El número de personas forzadas a huir por guerras, violencia y persecuciones supera las soluciones disponibles.
16 June 2022
Dos hermanas de Yalalabad que fueron desplazadas dentro de su propio país fueron fotografiadas en un albergue temporal en Kabul, Afganistán.

GINEBRA – Según el informe más reciente de Tendencias Globales que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, publicó el día de hoy, el número de personas desplazadas por conflictos, violencia, persecuciones y violaciones a los derechos humanos aumentó por décimo año consecutivo en 2021, momento en que alcanzó el nivel más alto del que se tiene registro.

“Si la comunidad internacional no se une para emprender acciones que permitan atender esta tragedia humana, o bien, resolver los conflictos y encontrar soluciones duraderas, esta terrible tendencia continuará”, aseveró Filippo Grandi, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Desde que comenzó el año, por la invasión rusa de Ucrania, el número de personas desplazadas por la fuerza en el mundo superó los 100 millones. Sin embargo, de acuerdo con los datos detallados en el informe, las cifras del año pasado ya habían superado todos los récords conocidos.

A finales de 2021, el número de personas forzadas a abandonar sus hogares llegó a 89,3 millones, es decir, un 8% más en relación con el año anterior y más del doble de la cifra que se tenía hace diez años. Esta cifra incluye el récord de 27,1 millones de personas refugiadas y 53,2 millones de personas desplazadas internas (es decir, aquellas que abandonaron su hogar pero permanecieron dentro de su país). Asimismo, incluye 4,4 millones de personas de Venezuela desplazadas en el extranjero y 4,6 millones de personas solicitantes de asilo.

El aumento que se observó el año pasado se debió no solo a emergencias existentes, sino también al surgimiento de emergencias nuevas, como los acontecimientos que condujeron al ascenso al poder de los talibanes en Afganistán en el mes de agosto, un hecho que provocó un desplazamiento generalizado dentro y fuera del país. De manera similar, a raíz del conflicto en la región de Tigray, en Etiopía, al menos 2,5 millones de personas fueron desplazadas dentro del país y alrededor de 1,5 millones de ellas retornaron a sus hogares más tarde en el año.

Los violentos levantamientos en el centro de la región del Sahel, en África, provocaron nuevos desplazamientos, sobre todo en Chad y Burkina Faso. En Myanmar, el ascenso al poder de la milicia en febrero de 2021 causó episodios de violencia que obligaron a muchas personas a huir; al propio tiempo, la cifra de personas de Venezuela desplazadas en el extranjero incrementó en más de 500.000 el año pasado.

Alemtsehay Hagos Gerezehr, de 25 años, huyó de la violencia al norte de Etiopía y buscó protección en Sudán del Sur junto a su hijo, quien tiene dos años. Como estaba embarazada cuando llegó, su hija, que ahora tiene dos meses, nació en el campamento de refugiados en el que viven ahora. Alemtsehay hace lo posible por sostener a su familia con las raciones que hay en Sudán del Sur, país que atraviesa por la peor crisis alimentaria en la última década.

“Tengo una tienda pequeña donde vendo jabón y granos de café, pero no basta para sobrevivir”, comentó estando sentada en un albergue con piso de tierra en el campamento de Doro, en el condado de Maban. “Solo quiero que haya paz para poder volver a casa”.

Alemtsehay Hagos Gerezehr, refugiada etíope de 25 años, con su hija en el campamento de refugiados en Doro, condado de Maban, Sudán del Sur.

Volver a casa en condiciones dignas y seguras es la solución que prefiere la mayor parte de las personas refugiadas. Cuando no es posible, las opciones incluyen la integración a la comunidad de acogida o el reasentamiento en un tercer país. Sin embargo, la velocidad y la magnitud del desplazamiento continúan superando las soluciones que existen para las personas refugiadas.

El año pasado, casi 430.000 de ellas pudieron retornar a casa, lo cual se traduce en un aumento del 71% en comparación con el año anterior, pero sigue siendo una pequeña fracción del total.

De 1,4 millones de personas refugiadas que se estima necesitaban ser reasentadas en 2021 – con inclusión de niñas, niños y adolescentes, personas mayores, y sobrevivientes de violencia y tortura – se proporcionó un hogar en otro país a 57.500 personas. Esto representa un incremento del 67% en relación con el 2020, pero sigue estando por debajo de los niveles previos a la pandemia y constituye apenas un 4% del total de personas que requieren reasentamiento.

El número de personas que se ven forzadas a huir de sus hogares ha aumentado cada año durante la última década y ahora se encuentra en el nivel más alto desde que se iniciaron los registros.   En el Informe de Tendencias Globales del año pasado advertimos que la pregunta ya no era si el desplazamiento forzado superaría los 100 millones de personas, sino cuándo. El cuándo es ahora.

Algunos países dieron pasos hacia la integración en 2021. Se estima que 56.700 personas refugiadas de 161 países de origen distintos fueron naturalizadas en 23 países de acogida, con lo cual se regresó a los niveles previos a la pandemia. 

El número de desplazados internos (PDI), quienes comprenden alrededor del 60% de todas las personas forzadas a abandonar sus hogares, alcanzó un récord histórico el año pasado. De hecho, en Siria, Colombia, República Democrática del Congo, Yemen, Etiopía y Afganistán aún pueden observarse los niveles más altos de desplazamiento interno.

En 2021, el aumento de los retornos de PDI llegó a los niveles anteriores a la pandemia; de hecho, se estima que 5,3 millones de personas retornaron en el transcurso del año. Sin embargo, varios países, como República Democrática del Congo, Camerún, Irak y Sudán del Sur, observaron una disminución en el número de personas en posibilidades de volver a casa.

En 2019, cuando la milicia atacó su hogar, Nzedha Ndrodza Alphosine, una mujer desplazada al este de la República Democrática del Congo, salió de su aldea, en la provincia de Ituri, junto a su familia. Ahora, en un campamento de desplazados en otra parte de Ituri, Nzedha teme no poder volver a su aldea nunca.

“La vida aquí es dura. En la aldea, mi esposo y yo teníamos una granja. Con la cosecha obteníamos costales de maíz que luego vendíamos. Podía generar ingresos. Pagaba la cuota de la escuela de mis hijos y podía darles todo lo que necesitaban. Ahora, no puedo costear la cuota”, contó Nzedha. 

“Me siento abatida. No sé qué hacer. Tenemos hambre, y muy poca comida. Siento tristeza por mis hijos”.

Escrito por Sarah Schafer, con información adicional de Tim Gaynor, en Sudán del Sur, y de Mary Wambui, en República Democrática del Congo.