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Iraquíes buscan refugio, no vacaciones, en un complejo turístico destrozado

Historias

Iraquíes buscan refugio, no vacaciones, en un complejo turístico destrozado

Some 400 Iraq families displaced by violence in Anbar province are staying in dire conditions at the hotel in Habbaniyah Tourist City which lacks power and water. [for translation]
22 February 2016
Familias desplazadas a la entrada del Hotel Habbaniyah.

CIUDAD TURÍSTICA DE HABBANIYAH, 22 de febrero de 2016 (ACNUR) – El complejo turístico de seis plantas ubicado a orillas del lago fue una vez el orgullo de la industria turística iraquí, popular entre los veraneantes que buscaban un descanso navegando, pescando y nadando. Y entonces, llegó el conflicto.

Desde hace mucho abandonado por los turistas, ahora sirve de hogar a cientos de iraquíes que huyen de la violencia en la inestable provincia de Anbar y buscan la seguridad en el que fue centro modélico, caracterizado ahora por piscinas vacías y sin electricidad ni saneamiento básico.

"Aquí no hay agua y todos mis hijos han empezado a padecer enfermedades de la piel", dice Asma Margab, de 34 años y madre de tres hijos, que huyó a Habbaniyah hace más de dos años, cuando su hogar en Fallujah fue bombardeado. "Este es un buen entorno solo para que surjan gérmenes".

En su época dorada, Habbaniyah era considerado el centro de vacaciones más grande de Oriente Medio. El lago Habbaniyah almacenaba agua del Éufrates durante el verano y fue a sus orillas donde se construyó un bonito complejo, con un hotel de primera categoría, chalets para los turistas, piscinas, instalaciones deportivas y elegantes restaurantes.

El hotel, bordeado de palmeras, fue renovado en profundidad, pero las obras se detuvieron en 2013, al caer Irak en la violencia. Los turistas dejaron de acudir. En su lugar, llegaron miles de personas huyendo del conflicto en Fallujah y Ramadi, buscando refugio.

Hoy en día, unas 400 familias viven en el Hotel Habbaniyah. Su estancia no es, en absoluto, lujosa. No hay agua corriente, ni electricidad y, como se constata por el olor, tampoco hay un sistema de alcantarillado que funcione.

Según una evaluación técnica llevada a cabo por las autoridades locales, el edificio también corre el riesgo de derrumbarse por su estructura debilitada, debido a las obras incompletas de renovación.

ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, cree que el hotel es un lugar inseguro e insalubre para que las familias se queden allí, pues tiene un alto riesgo de brote de enfermedades. La agencia está construyendo alojamientos más seguros en las proximidades para realojar a las familias. Estos alojamientos deberían estar acabados en un mes, aproximadamente, y contarán con instalaciones sanitarias adecuadas y cocinas comunitarias.

Margab y su esposo, Haqi Nasser, de 35 años, mencionan una lista de problemas a los que se enfrentan en el destartalado resort. Solo uno de sus tres hijos va a la escuela, Nasser no tiene trabajo y Margab dice que es difícil obtener el dinero para la comida.

"Todas las familias desplazadas que nos encontramos aquí necesitamos ayuda", dice Nasser. "Todos estamos sufriendo en el hotel. Algunos quizás tienen almuerzo, pero no tienen dinero para la cena; o si tienen para la cena, no tienen para el desayuno. Necesitamos ayuda y queremos, sobre todo, paz para poder regresar a nuestros hogares".

Hilal Hadiyah Battal (con pañuelo rosa) con sus hijas Sabrin Sabbah, de 24 años y Malak, de 6.

No lejos del hotel, otras miles de familias desplazadas se refugian en tiendas de campaña, muchas facilitadas por ACNUR. La agencia ha destinado 700 tiendas más, y ha facilitado kits de invierno, queroseno y artículos de socorro humanitario para miles de familias.

Una familia llegó hace diez días desde Ramadi. Fueron retenidos por fuerzas extremistas y trasladados a otra parte de la ciudad como "escudos humanos" cuando las fuerzas gubernamentales tomaron el control de la mayor parte de la ciudad en diciembre. Aunque las mujeres fueron finalmente liberadas por las fuerzas de seguridad iraquíes, sus esposos y un hijo de 16 años permanecen aún retenidos por unos controles de seguridad.

"Nuestro hogar fue destruido", dice Hadiyah Hilal Battal, madre de siete hijos. "Los extremistas nos dijeron que si no nos íbamos con ellos, nos ejecutarían. Habíamos perdido toda esperanza".

El trauma psicológico debido a todo lo que ha pasado la familia está aún muy fresco. "Los extremistas nos dijeron que si íbamos a Europa, nos encontrarían; que si huíamos a Turquía, nos encontrarían; si íbamos a Bagdad, nos encontrarían", dice Sabrin Sabbah, de 24 años.

"Aquí nos sentimos seguras", dice Battal, madre de Sabbah. Pero cuando se le pregunta si planean volver a Ramadai, Sabbah responde rápidamente: "100 por 100, sí".

Por Caroline Gluck desde la Ciudad Turística de Habbaniyah, Irak.

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.