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A pesar del acuerdo de paz, cada vez más malienses huyen de la continua violencia

Historias

A pesar del acuerdo de paz, cada vez más malienses huyen de la continua violencia

Solo en el último mes, más de 2.000 hombres, mujeres y niños del norte de Malí buscaron seguridad en Mauritania para alejarse del bandalismo y la violencia interétnica continua.
7 November 2016
Una funcionaria de ACNUR atiende a un grupo de mujeres fulani y sus hijos en el campamento de Mbera, en Mauritania, tras su huida de los enfrentamientos interétnicos en la región de Mopti, al norte de Malí.

CAMPAMENTO MBERA, Mauritania – Después de que estallara la violencia entre grupos armados hace cuatro años, Fatimata, madre de una familia de ganaderos tuareg, se escondió con los suyos en el desierto del norte de Malí a la espera de que la situación mejorara.

Pero, a pesar del Acuerdo de Paz y Reconciliación promovido por la ONU en junio del año pasado, el cual buscaba terminar con años de revueltas en la remota región, Fatimata forma parte del grupo cada vez más numeroso de personas que huyen de lo que consideran un agravamiento de las tensiones.

"Después del acuerdo de paz, pensábamos que la situación mejoraría, pero vemos que no hace más que empeorar. No hay lugar en Malí donde estar seguros", afirma.

Solamente en octubre, más de 2.000 personas como Fatimata cruzaron la frontera en busca de albergue en el campamento de Mbera o en sus alrededores, al sureste de Mauritania. Se trata de la mayor afluencia de refugiados desde 2013. Y se esperan más, ya que se ha informado de movimientos en la ciudad fronteriza de Fassala.

"No puede ir al pueblo más cercano para vender sus vacas sin arriesgarse a que los hombres armados se las queden."

Fatimata y su hija de ocho meses viven en un campamento improvisado cerca de un sobrepoblado centro de tránsito de refugiados en Mbera, donde esperan, como centenares de personas, a entrar en el registro de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Fatimata espera reunirse pronto con su marido, que no ha podido salir de Malí por la inseguridad continua que da lugar a frecuentes enfrentamientos armados, ataques de combatientes y bandolerismo.

"No puede ir al pueblo más cercano para vender sus vacas sin arriesgarse a que los hombres armados se las queden. Usan la fuerza para conseguir lo que quieren. Insha'Allah – Dios quiera – que mi marido se reúna pronto conmigo aquí, en Mbera, con el ganado", dice.

Tras huir de la violencia en Mopti, al norte de Mali, Moona y su bebé han encontrado seguridad en el campamento de Mbera, en Mauritania.

Más de 135.000 de los malienses que huyeron del conflicto en su país viven todavía en el exilio, principalmente en Burkina Faso, Níger y Mauritania, donde el campamento de Mbera aún acoge a más de 42.000 hombres, mujeres y niños.

Además, los frecuentes incidentes de seguridad en el norte y el centro de Malí continúan provocando desplazamientos forzados esporádicos en la región, tanto dentro de las fronteras del país como hacia países vecinos. El conflicto de Malí provoca situaciones de desplazamiento a largo plazo, por lo que la continuidad de la respuesta humanitaria es una necesidad.

Las familias que llegan al campo provienen de etnias diferentes y la mayoría son originarias de las regiones de Tombuctú y Gundam.

Moona, una mujer fulani, cuenta que abandonó su pueblo, cerca de Mopti, junto a su familia después de los altercados recientes con los Bambara, otro grupo étnico de la región, y considera que las tensiones se han agravado en los últimos meses.

"Es urgente dar respuesta a las necesidades de los refugiados, especialmente proporcionándoles albergue, alimentos e instalaciones sanitarias."

"Vinimos aquí por miedo . . . Nuestra comunidad está siendo atacada", dice, y cuenta que mataron a tiros a su sobrino en una emboscada.

La familia llegó a Mbera en septiembre y ACNUR le proporcionó albergue de emergencia. Las personas que acaban de llegar, como Moona, reciben ayuda como alimentos, albergue y artículos de primera necesidad.

Se han registrado algunos casos de malnutrición, así como otros casos que precisaban de atención médica, entre los cuales había mujeres embarazadas y niños en situación de riesgo. Todos ellos se dirigieron a los servicios de salud para ser atendidos.

Debido a la inseguridad continua y, posiblemente, en aumento, la repatriación masiva de personas a Malí desde Mauritania parece poco factible. Mohamed Alwash, el representante de ACNUR en Mauritania, mostró su preocupación por si los nuevos desplazamientos de población al norte de Malí limitarían todavía más los recursos disponibles para las operaciones.

Según Alwash, "considerando la inestabilidad del norte y el centro de Malí [ . . . ] y las recientes oleadas de personas que llegan al campamento, es urgente dar respuesta a las necesidades de los refugiados, especialmente proporcionándoles albergue, alimentos e instalaciones sanitarias".

Gracias a la Voluntaria en Línea Anna Valor Blanquer por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.