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Un resuelto joven afgano, a punto del éxito académico en Italia

Historias

Un resuelto joven afgano, a punto del éxito académico en Italia

A la edad de 10 años, Alidad Shiri partió solo hacia Europa. Quince años más tarde, está a punto de graduarse en Filosofía por la Universidad de Trento.
3 March 2017
En el pequeño pueblo italiano de Bolzano, al norte de Italia, Alidad Shiri ha encontrado la seguridad y una oportunidad de ir en pos de sus intereses académicos.

BOLZANI, Italia -- Alidad Shiri era solo un niño refugiado afgano de 10 años cuando partió solo hacia Europa, en una odisea que duró cuatro. Ahora, con 25, está a punto de graduarse en Filosofía por la Universidad de Trento.

Nació en Ghazni, Afganistán, donde su infancia terminó abruptamente cuando tenía 9 años, al ser asesinado su padre. Al año siguiente, su madre, su abuela y su hermana pequeña murieron en un bombardeo.

"Cuando me dieron la noticia, no podía entender nada", cuenta. " Únicamente lloré y no pude hablar ni jugar con nadie durante meses".

Poco después, Alidad huyó a Pakistán con la familia de su tía. Sin embargo, soñaba con encontrar un lugar donde estar seguro y continuar estudiando, algo impensable si permanecía en Pakistán. Así que con 10 años partió solo hacia Europa para cumplir con sus sueños.

En Irán encontró trabajo en una fábrica haciendo piezas para frigoríficos. La empresa contrataba trabajadores "normales" de día, y menores refugiados e inmigrantes por la noche. A pesar de la escasa paga y de lo agotador del trabajo, era feliz de poder mantenerse a sí mismo y se habría quedado en Irán si hubiese tenido la oportunidad de enrolarse en un colegio. En ese entonces, sin embargo, los menores refugiados no podían acceder a la educación en Irán.

Durante los tres años siguientes buscó a traficantes que pudieran llevarle a Turquía y Grecia, sufriendo abusos y poniendo su vida en peligro en innumerables ocasiones.

Los traficantes abandonaron a Alidad y otros refugiados mientras cruzaban a pie la frontera entre Turquía y Grecia. Caminaron durante días hasta que se quedaron sin comida ni agua.

"El agua me golpeaba la cara, el camión iba rápido y yo lloraba y gritaba, pero nadie podría oírme"

Recuerda como tres mujeres somalíes fueron incapaces de mantener el ritmo del grupo. Suplicaban agua, pero él sabía que no habría sobrevivido si les hubiera dado sus últimas existencias.

"Al final tuvimos que dejarlas atrás" narró. "Se quedaron solas en las montañas solas. Siento haberlas dejado allí sin agua. Probablemente murieron. Aún sigo pensando en ellas todo el tiempo".

Cuando Alidad llegó a la ciudad griega de Patras, acababa de cumplir 14 años. Encontró trabajo como recolector de tomates, trabajando 12 horas diarias por 2,50 euros la hora. Vivía en un apartamento con 25 refugiados más que, como él, esperaban su oportunidad para coger un ferry a Italia.

Una noche, consiguió trepar a través de la valla de espino del puerto de Patras. Encontró un camión y se ató al eje con sus pantalones y su cinturón. Alidad tenía planeado abandonar el camión tan pronto como el ferry arribara a puerto, pero el conductor continuó durante 4 horas.

"Cuando el camión bajó del ferry en Venecia era de noche y llovía", cuenta. "El agua me golpeaba en la cara, el camión iba muy rápido y yo no paraba de llorar y de gritar pero nadie podía oírme".

Al fin, el camión paró en una estación de servicio y Alidad, que no había comido en dos días, estaba tan cansado que apenas podía andar. Encontró el camino hacia una autopista donde fue encontrado por la policía. Esa noche, fue llevado a un centro de recepción para menores no acompañados en Tirol del Sur, en el norte de Italia.

Cuatro años y seis meses después de abandonar Afganistán, por fin estaba a salvo. La vida en el centro de recepción era muy diferente a lo que había experimentado en el camino. Pronto, fue matriculado en el colegio y estaba aprendiendo italiano. No obstante, cuando cumplió 18 años, tuvo que abandonar el centro, aunque no estaba listo aún para vivir por su cuenta.

"Nuestros hijos han crecido con Alidad. Han aprendido una forma de vida, de pensar, de hablar diferente a la nuestra."

El director del centro, Gerhard Duregger,de 47 años, y su mujer Sabine Gamper decidieron darle un hogar con ellos. "Llevar a Alidad a nuestra casa era para mí una forma de reaccionar a lo que estaba pasando en el mundo", cuenta Gerhard. "Mi familia y yo no estamos para salvar el mundo, pero queríamos mostrar que es posible hacer algo, ser abiertos y vivir juntos".

Sabine, también de 47 años, recalcó las dificultades que supone tener un adolescente que lucha por encajar en una nueva comunidad. Su determinación en ocasiones flaqueaba y a veces quiso abandonar los estudios, pero Sabine y Gerhard, con la ayuda de sus profesores, persuadieron a Alidad de que no se rindiera.

"A veces me asombra" contó Sabine. "Hay tanta levedad, visión y fortaleza en él,algo que en ocasiones le falta a nuestra gente aquí. Estamos muy orgullosos de el".

Con la ayuda de su profesora de italiano, Gina Abbate, Alidad comenzó a escribir sobre sus experiencias en Afganistán y en su viaje. Sus escritos más tarde fueron convertidos en un libro que se titula "Via dalla Pazza Guerra" ("Lejos de la guerra loca"), que ha presentado en cientos de colegios para enseñar a los estudiantes italianos lo que significa verse forzado a huir.

Alidad continúa viviendo con Sabine, Gerhard y sus tres hijos. "Cuando abres los ojos, una nueva vida comienza y los tuyos son más ricos, abiertos y grandes" cuenta Gerhard. "Esta experiencia nos ha hecho crecer. Nuestros hijos han crecido con Alidad, han aprendido una forma de vida, de pensamiento y de habla diferente a la nuestra".

Ahora con 25 años Alidad ha estado estudiando filosofía en la Universidad de Trento y está a punto de graduarse. Ha escrito para dos periódicos locales y piensa en una carrera periodística.

"Si lees mi libro parece que soy una persona valiente" dijo. "Pero no es verdad, soy una persona normal como todo el mundo, tomé este camino porque no tenía otra opción".