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Una estudiante fanática de BTS anhela regresar a la normalidad en Sudán

Una joven con la cabeza cubierta sonríe para la foto.
Historias

Una estudiante fanática de BTS anhela regresar a la normalidad en Sudán

Islam Mubarak fue desarraigada de su vida en Jartum por la guerra de Sudán. Ahora está atrapada en un campamento para desplazados en el este del país.
26 January 2024

Islam Mubarak, estudiante sudanesa desplazada, frente a la casa de su abuela en el campamento de Um Rakuba, estado de Gadarif, Sudán.

Pocos días antes de que estallaran los combates entre dos facciones militares rivales en Jartum, en abril de 2023, Islam Mubarak, de 21 años, había viajado desde la capital sudanesa al estado de Gadarif para visitar a su abuela. Ocho meses después, sigue atrapada ahí, con su vida “en pausa”.

“En este momento, el futuro es algo que no puedo ver o algo que no puedo expresar; desapareció”, comenta. “Pero si me preguntaras antes, podría decirte cuál es el futuro: Terminaré mis estudios, iré a Corea y conoceré a BTS”.

Como muchos jóvenes de todo el mundo, Islam se obsesionó con la popular banda de siete chicos de Corea del Sur después de que una amiga le hablara de ellos.

“Se llama Thowaiba, le encantaba BTS... solía usar sus camisetas y seguir su estilo, y yo pensaba: '¿Qué es esto?  ¿Estás loca?”.

Tras hacer una búsqueda en Google, descubrió que la historia de la banda y los temas de sus canciones resonaban con ella.

“Puedo compararlo con mi vida en cierto modo, porque ellos también pasaron por dificultades hasta que se hicieron famosos”, explica. “Se esforzaron por aprender a hablar inglés y esto es algo que me une a ellos”.

Antes de la guerra, Islam estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Sudán y trabajaba a tiempo parcial en una perfumería. A principios de abril, su jefe le dio una semana libre durante el Ramadán para viajar a Gadarif con su madre.

“Llegamos el jueves 13 de abril y los problemas empezaron el sábado”, cuenta. “Nunca pensé que me quedaría con mi madre, así que no me despedí de muchas personas. No les dije que me iba”.

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Explica que ahora, los teléfonos de sus amigos están apagados y ya no puede seguir a Jungkook, su miembro favorito del grupo BTS, en las redes sociales. “Nuestra vida en Jartum era hermosa... Pero Gadarif es un lugar que no conozco. Un entorno en el que no he vivido”, señala.

“Sigo sintiendo que esto es un sueño, y que mañana me despertaré y me encontraré en casa y me alistaré rápidamente para ir a la universidad”. 

Islam forma parte de los más de 7 millones de personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares a causa del conflicto en Sudán. Muchas personas aún lloran la pérdida de sus seres queridos o buscan a familiares de quienes quedaron separadas.

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Desarraigadas de su vida normal, la mayoría están dispersas en campamentos de desplazados por todo el país, dependiendo de la ayuda y la generosidad de otros sudaneses que también se han visto afectados por la crisis. Más de un millón han huido a los países vecinos, donde se alojan en campamentos de refugiados o en asentamientos temporales cerca de las fronteras.

“Las condiciones [de la población] aquí son muy difíciles, es duro expresarlo”, comenta Islam sobre el campamento de Um Rakuba, donde vive ahora con su abuela. “Antes, en Jartum, podía salir a las 8 de la noche y volver a la 1 de la madrugada, o ir a trabajar y volver a casa a las 11. Aquí, no puedo salir de casa...”.

Situación extrema

Lejos de avanzar hacia una solución pacífica, el conflicto en Sudán se está agravando con los recientes enfrentamientos en el estado de Al Jazirah, que han obligado a cientos de miles de personas a abandonar sus hogares. La violencia ha llegado a Wad Madani, la capital del estado, que acoge a más de medio millón de personas desplazadas, entre ellas 7.000 refugiadas, que huyeron a ahí desde Jartum al comienzo del conflicto. Muchas de las personas desplazadas por primera o segunda vez están llegando ahora al estado de Gadarif.

En una reciente declaración, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, calificó la situación humanitaria en Sudán como extrema y expresó su preocupación por la posibilidad de que los combates se extiendan a otras partes del país.

Islam trabaja ahora como voluntaria en un centro local para mujeres dirigido por Alight. “Las mujeres se reúnen para hablar de cuestiones que afectan a sus vidas, como la violencia de género, y de cómo apoyarse mutuamente”, explica. “Estas personas fueron muy amables conmigo, así que por qué no ayudarlas”.

Islam mantiene la esperanza de que la guerra termine y ella regrese a Jartum, continúe sus estudios y “vuelva a su antigua vida”.

“Deseo conocer a Jungkook y tomarme una foto con él. Siento que las cosas mejorarán para mí y, no hay problema, podemos esperar un poco más antes de volver a Jartum”.

Información adicional de Moulid Hujale en Nairobi, Kenia