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La generosidad de los ucranianos ayuda a los desplazados a afrontar el frío invernal

Comunicados de prensa

La generosidad de los ucranianos ayuda a los desplazados a afrontar el frío invernal

Los ucranianos no escatimaron esfuerzos para ayudar a los compatriotas que huyeron de la guerra en el este de Ucrania, proporcionándoles albergue, comida y ropa. Pero los desplazados todavía necesitan trabajos.
11 February 2015
Gennady, un arquitecto y artista gráfico, se prueba abrigos de invierno donados en un centro de distribución de una ONG local en Járkov, este de Ucrania. Huyó a Járkov y se reencontró con su esposa después de que lo liberaran en un intercambio de prisioneros. Tras ser liberado, sólo tenía la ropa que llevaba puesta cuando lo detuvieron en el área de Luhansk.

JÁRKOV, Ucrania, 11 de febrero de 2015 (ACNUR/UNHCR) – En una habitación con ropa apilada hasta el techo, un hombre con barba y una coleta gris se está probando abrigos de invierno. Gennady, un arquitecto y artista gráfico de unos 50 años, necesita desesperadamente algo para calentarse tras haber escapado de su pueblo en el este de Ucrania y haber llegado a esta gélida ciudad con ropa de verano que estaba usando en agosto cuando lo mantuvieron cautivo por varias semanas.

"No tengo ropa abrigada; no tengo absolutamente nada para el invierno", comenta mientras su esposa, Antonina, lo ayuda a probarse un abrigo. "Incluso esta chaqueta que estoy usando ahora me la prestaron nuestros amigos que, generosamente, nos acogieron en su apartamento aquí en Járkov", explica.

Gennady afirma que sus problemas comenzaron cuando las fuerzas opositoras del gobierno lo acusaron de dar agua y comida a soldados ucranianos en su pueblo cerca de Luhansk, uno de los principales campos de batalla en el este. Sospecha que uno de sus vecinos lo denunció.

Lo que sucedió después fue una pesadilla. Lo mantuvieron cautivo durante 45 días en un sótano oscuro, donde lo torturaron y golpearon repetidamente. Perdió dos dientes y también le quebraron las costillas. "Recuerdo todo como si todavía estuviese en ese sótano", relata Gennady. "No he vuelto a ser el mismo de antes. Mi esposa me dice que grito todas las noches mientas duermo".

Finalmente, después de que lo liberaran en un intercambio de prisioneros, no tardó en irse de Luhansk. En Járkov, se reencontró con Antonina, una ex fiscal que huyó cuando Gennady fue arrestado. Para cuando llegó ahí, la temperatura había descendido, y la familia no tenía dinero para comprar ropa de abrigo, y mucho menos un abrigo de invierno pesado.

Entonces, Gennady llegó a Stantsiya Kharkiv, una ONG local que dirige un centro de distribución, donde los voluntarios parecen diminutos junto a las montañas de ropa donada. En un día normal, los desplazados eligen ropa, comida e incluso juguetes para niños mientras que civiles generosos se abren camino entre la multitud cargando bolsas con nuevas donaciones.

Los ciudadanos juegan un papel crucial para ayudar a más de 1 millón de desplazados en Ucrania a sobrevivir a un invierno extremadamente frío. "Aquí la gente es maravillosa", afirma Oldrich Andrysek, Representante de ACNUR en Ucrania.

ACNUR está intentando recaudar 41,5 millones de dólares para asistir a los desplazados ucranianos este año, pero los necesitados quieren que el Gobierno haga más. "Los ucranianos abrirán sus hogares; no dejarán que la gente se congele en las calles", declara Andrysek.

Además de padecer el frío, muchos desplazados ucranianos se quejan de no poder trabajar o de tener que soportar discriminación por parte de los empleadores, que prefieren contratar a personas locales.

Desde finales de agosto, Vladimir, un desplazado de mediana edad, ha estado llamando hogar al sanatorio de verano Troyanda. El sanatorio se encuentra en el medio de un bosque cercano a la pequeña ciudad oriental de Svyatogorsk y nunca fue acondicionado para ser un alojamiento para el invierno.

Si bien antes era un ingeniero civil en Donetsk -el otro epicentro de guerra en el este de Ucrania-, ahora es voluntario en la cocina del sanatorio dos veces por semana. "He ido varias veces a la agencia de empleo en Svaytogorsk", explica. "Pero esta ciudad sólo tiene 6.000 personas. Ni siquiera hay suficiente trabajo para los locales".

En lo que respecta a Gennady, sus tres diplomas y experiencia como ingeniero podrían garantizarle un gran trabajo en la mayoría de los lugares. Sin embargo, aquí no. De lo único que está seguro acerca de su futuro es de que no volverá a Luhansk con los malos recuerdos que tiene de ese lugar.

Con la ayuda de Antonina, la búsqueda de un abrigo de invierno finaliza con éxito. Tras probarle cariñosamente todos los modelos a su marido, finalmente, Antonina da su aprobación. "Éste estará bien", le dice. "Éste servirá. Llevémoslo". En realidad, las mangas son un poco largas, pero, hoy en día, Gennady y Antonina no pueden ser quisquillosos.

Por Erno Simon en Kharkiv, Ucrania