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Entrevista a Greg Constantine: Crónica del dolor de los apátridas del mundo

Historias

Entrevista a Greg Constantine: Crónica del dolor de los apátridas del mundo

Award-wining photographer Greg Constantine tells how meeting North Korean refugees in 2005 turned into a project that has consumed six years of his life. [for translation]
20 September 2011
El fotógrafo norteamericano Greg Constantine en una exposición de su trabajo en Nairobi.

BANGKOK, Tailandia, 20 de septiembre (ACNUR) – Documentar la situación de algunas de las 12 millones de personas apátridas que se estima que hay en el mundo se ha convertido en una pasión para el galardonado fotógrafo Greg Constantine, ahora instalado en la capital de Tailandia, Bangkok. Su exposición "Gente de ninguna parte", una crónica de las vidas de los apátridas en ocho países, está actualmente abierta al público en Madrid en la Sala de Exposiciones de BBVA. Anteriormente ya estuvo en Ginebra y en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, y próximamente viajará hasta el Royal Albert Hall de Londres a mediados de noviembre. Greg Constantine habló en Bangkok sobre su trabajo con la portavoz de ACNUR en Asia Kitty McKinsey:

Háblanos de "Gente de ninguna parte"

Es una pequeña parte de un proyecto más grande. Es una tarjeta de visita para presentar a distintas audiencias la apatridia. Creo que en el momento en que la gente descubre este tema de la apatridia y la negación de ciudadanía se quedan fascinados y horrorizados.

En un mundo en el que todos tienen una cámara digital, ¿por qué tú aún disparas en analógico y en blanco y negro?

Me gusta cómo se ve en analógico. Las cámaras que uso son muy pequeñas, no intimidan. Me permiten ser ágil y trabajar en condiciones de poca luz. Veo las cosas en blanco y negro. Para mí los colores pueden distraer. No quiero que haya distracción con respecto al tema que estoy documentando. Quiero que la gente sea capaz de mirar directamente al asunto.

¿Cual ha sido tu cooperación con ACNUR para este proyecto?

Aunque "Gente de ninguna parte" es un proyecto mío, mi cooperación con ACNUR ha sido inestimable. ACNUR me ha apoyado para hacer varias misiones durante los últimos tres años en Kenia, Ucrania y Costa de Marfil, tres zonas geográficas con casos muy distintos de apatridia que eran vitales en mi proyecto. ACNUR utiliza el trabajo que he podido realizar para añadir una dimensión diferente a los debates que están manteniendo sobre la apatridia.

¿Qué te llevó a interesarte por los apátridas y por la apatridia en general?

Cuando vivía en Tokio en 2005, una de las historias en las que trabajé como fotógrafo fue la de los refugiados norcoreanos. Muchos de los refugiados norcoreanos que conocí en el sudeste asiático eran mujeres que habían dado a luz a sus hijos en China. Los niños no eran ciudadanos de Corea del Norte, tampoco eran considerados ciudadanos chinos, y hasta que no pusieron los pies en Corea del Sur, no serían tampoco considerados ciudadanos de ese país, así que estos niños eran apátridas. Esto despertó mi interés por la apatridia.

¿Puedes describir el dolor que siente un apátrida entre los millones de personas de este planeta que tienen nacionalidad, un carné de identidad y un pasaporte?

La apatridia es una condición. El mayor dolor es realmente el no ser reconocido por un lugar al que realmente consideras que perteneces, ya sea porque no está reconocido por tu vecino, por el Estado o por las autoridades. Añade a eso la sensación de parálisis abrumadora que tienen los apátridas porque su condición se basa, en gran medida, en factores que están fuera de su control.

Háblanos un poco de algunas de las cosas que estas personas no puede hacer sólo porque no son ciudadanos de ningún país.

Ir a la escuela. Abrir una cuenta bancaria. Viajar. Tener un pasaporte. Tener un carné de identidad. Tener un certificado de nacimiento. Tener un certificado de matrimonio. Tener un certificado de defunción. Poder ir a una oficina gubernamental. Poder desempeñar un cargo público. Votar. Poder recibir asistencia humanitaria en algunos casos. Poder demostrar a un oficial de frontera que eres quien eres. Poder poseer una tierra y poderla cultivar. Son sólo algunos ejemplos.

¿Sienten las personas de las que hablas que eres su abogado en algún modo?

No, dejo claro que no soy su abogado. No es mi papel, es el papel de ACNUR y otras organizaciones, y espero poder ayudar en su defensa. Sin embargo, cuando fotografío a los apátridas, les dejo saber que siento que es mi responsabilidad asegurarme de que su historia llega al mayor número posible de personas. Quiero que este trabajo lo vean personas que están en una posición desde la cual pueden cambiar la situación de estos apátridas.

¿Qué clase de cambio te gustaría ver?

La apatridia no se resuelve con el cambio de leyes o de una Constitución. No es fácil decir "Esta gente ha sido apátrida durante 35 años y ahora, por unas frases escritas en una Constitución, ya no son apátridas". Eso es muy importante, pero lo que he visto en el terreno es que los apátridas han sido reducidos a tal nivel que están lejos de otra gente en lo competitivo, lo económico, lo educacional, lo político . . . no necesitamos sólo un cambio en las leyes, sino desarrollo.

¿Ves algún rayo de esperanza a la hora de resolver o prevenir la apatridia?

Una de estas luces es sencillamente que hay muchas que han dejado de ser apátridas; ese es el punto de partida principal. Mira a los bihari, apátridas durante 35 años y, a finales de 2008, finalmente fueron reconocidos como ciudadanos de Bangladesh. Al mismo tiempo, la gente tiene que darse cuenta que el trabajo no está hecho. Para que la gente de la comunidad urdu parlante de Bangladesh sienta realmente que son parte de una comunidad donde han nacido y crecido, se necesita un cambio en el modo en que son vistos por los bangladesíes. Hay rayos de esperanza, pero también hay comunidades con pocas perspectivas de futuro.

¿Qué retos te planteas ahora como fotógrafo?

En los próximos 14 meses se publicarán una serie de libros sobre la apatridia. "Los nubios de Kenia: ayer y hoy" cuenta con el apoyo de ACNUR y el Instituto Open Society. El objetivo de los cuatro libros no es tanto hacer una crónica de mi trabajo. Están diseñados realmente para dejar que estas personas cuenten sus historias y para que mis fotos sean un testimonio de sus últimos cinco años y medio.

Vea algunas de las fotografías de Greg Constantine en Flickr.com/AcnurLasAméricas