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Las históricas inundaciones en Tailandia no impiden la labor de ACNUR

Historias

Las históricas inundaciones en Tailandia no impiden la labor de ACNUR

La oficina de ACNUR en Tailandia continúa ofreciendo servicios ininterrumpidamente a cerca de 150.000 refugiados y solicitantes de asilo a pesar de las devastadoras inundaciones.
9 November 2011
En un barrio de los alrededores de Bangkok, un miembro de ACNUR ayuda a los residentes a subir a un camión para cruzar el agua que les impide llegar a sus casas.

BANGKOK, Tailandia, 9 de noviembre (ACNUR) – La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados continúa ofreciendo servicios ininterrumpidamente a cerca de 150.000 refugiados y solicitantes de asilo mientras en el país se suceden las peores inundaciones que sufre Tailandia desde hace más de 50 años, que han quitado ya la vida a más de 500 personas, y afectado a alrededor de 3 millones.

Un cuarto de la plantilla internacional de ACNUR en la capital tailandesa – 17 de los 68 trabajadores – se han visto obligados a abandonar sus casas, y otros tres se enfrentan a la evacuación en los próximos días.

"Mi trabajo es esencial; los refugiados no tendrían la posibilidad de reasentarse para lograr una nueva oportunidad," afirma Khajeepan Kruawan, quien tuvo que ser rescatada de su propia casa en el norte de Bangkok hace más de tres semanas.

"Por eso tengo que acudir a la oficina," añadió. Como asistente de reasentamiento, prepara los documentos necesarios para solicitar los permisos de salida para los refugiados que tratan de salir de Tailandia, una tarea que no puede realizar desde casa.

Los 148.000 refugiados de Birmania – registrados y no registrados – que viven en los nueve campos situados en la frontera entre Tailandia y Birmania no se han visto apenas afectados por las inundaciones. No se puede decir lo mismo de los refugiados y solicitantes de asilo de 44 países que viven en Bangkok. Muchos servicios se han visto interrumpidos, y 26 de ellos han tenido que abandonar sus hogares y mudarse a plantas más altas de sus edificios. Muchos más aun están amenazados por las aguas.

Las inusualmente intensas lluvias monzónicas han formado torrentes de agua que se dirigen a la capital tailandesa, cuyos distritos se han visto inundados uno tras otro en las útimas semanas. ACNUR ha donado 50.000 dólares al Fondo de Asistencia de la Oficina del Primer Ministro a Victimas del Desastre, y tiene previsto proveer de linternas solares a los desplazados por las inundaciones.

Muchos refugiados en Bankok tienen que tomar botes para acudir al edificio en el barrio residencial donde reciben atención médica gratuita, educación informal y pequeñas raciones de comida. ACNUR ha ofrecido donaciones para su mantenimiento.

"Estamos procediendo a la traducción de mensajes importantes en las lenguas de los refugiados, para protegerles de lesiones y de las enfermedades que se pueden contraer durante las inundaciones," informa Herve Isambert, Coordinador regional de ACNUR para VIH/SIDA.

"Estamos intentando asegurar el abastecimiento de medicinas que pueden necesitar para tratar enfermedades crónicas, como SIDA, diabetes y tuberculosis – y recordando que no deben olvidar tomarlas en estos momentos de tensión".

Isambert, médico de profesión, afirma que será necesario proveer de asistencia a los refugiados después de las inundaciones, para ayudarles a recuperarse del trauma que supone haberlo perdido todo de nuevo.

Los miembros de la plantilla de ACNUR opinan que haberse visto obligados a abandonar sus hogares les ha ofrecido una nueva perspectiva sobre cómo se sienten las personas a quienes ayudan cuando se ven alejados de sus entornos familiares. "Aunque estaba bien preparado y contaba con provisiones y un vehículo 4x4, me ha resultado muy difícil", cuenta Chulapat Jirayut, asistente de tecnología de la información. Ha sido reubicado en dos ocasiones y se ha visto obligado a mandar a su hijo de 18 meses fuera de Bangkok con sus padres.

Aún así, seguía pensando en los demás. "Los refugiados y solicitantes de asilo no tienen nada. Sólo pueden llevar dos maletas y un poco de comida. Pero es más el problema psicológico que el material".

Chulapat fue el guardián de seguridad de la plantilla, que recibió una petición de socorro de Khajeepan, el asistente de reasentamiento, el 17 de octubre, cuando las aguas le aislaron en su moderno hogar de dos plantas. Khajeepan camina con dificultad desde que hace seis años sufrió una lesión en la columna en un accidente de tráfico. Trabaja en silla de ruedas y a veces usa un andador, pero sabía que no tendría ninguna posibilidad si el nivel del agua subía: "Cuando vi el agua, pensé que no lograría superarlo".

Chulapat y su colega Guy Kristiansen acudieron al rescate de Khajeepan. "Era aterrador ver lo rápido que subía el agua" afirma Kristiansen. "Cuando fuimos a la casa, el agua nos llegaba a las rodillas. Cuando volvimos dos horas y media después, nos llegaba a la altura del pecho. Y la corriente era increíblemente fuerte".

Khajeepan no sabía que sus compañeros estaban preocupados por su seguridad. "Arriesgaron sus vidas a través de las sucias aguas" y añade: "Me convencieron de que podía lograrlo". Chulapar se ofreció a cargar con ella, pero ella cogió sus muletas y los tres empezaron a salir. Afortunadamente, Kristiansen encontró un bote grande de espuma de poliestireno y fueron capaces de llegar flotando hasta el lugar donde estaba aparcado el coche.

Ahora, desde un hotel de Bangkok, Khajeepan afirma: "estoy orgullosa de mi trabajo. El reasentamiento consiste en dar a los refugiados la oportunidad de iniciar una nueva vida."