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Miles de centroafricanos escapan a la República del Congo huyendo de la violencia

Historias

Miles de centroafricanos escapan a la República del Congo huyendo de la violencia

Cientos de personas han cruzado en las últimas dos semanas a medida que la situación de seguridad en el país continúa deteriorándose con enfrentamientos entre grupos armados rivales.
20 December 2013
Tres refugiadas de la República Centroafricana con sus bebés en Betou, República del Congo, tras haber huido de la violencia en su pueblo, al otro lado de la frontera. Tres refugiadas de la República Centroafricana con sus bebés en Betou, República del Congo, tras haber huido de la violencia en su pueblo, al otro lado de la frontera.

BETOU, República del Congo, 20 de diciembre (ACNUR) – La violencia sectaria que está devastando Bangui y otras zonas de la República Centroafricana se ha extendido hacia el sur, a la prefectura de Lobaye, obligando a miles de personas a huir a la República del Congo.

Desde marzo de 2013, cuando Seleka, la antigua alianza rebelde, tomó Bangui, alrededor de 11.000 civiles, ciudadanos de la República Centroafricana, han cruzado la frontera. La mayoría han hallado refugio en la pequeña ciudad de Betou, a orillas del río Oubangui, en el departamento norteño de Likouala, en la República del Congo.

Centenares de personas han cruzado la frontera en las dos últimas semanas, a medida que la seguridad en su país se ha ido deteriorando, con choques armados entre los antiguos efectivos de Seleka y las milicias cristianas "anti-Balaka" en Bangui, Bosangoa y en muchas otras zonas del país, azotado por la pobreza y sin salida al mar.

Muchos dicen que las comunidades cristiana y musulmana de Lebaye convivían pacíficamente hasta hace poco tiempo. "En nuestro pueblo, nunca presenciamos actos de odio sectario, incluso tras el derrocamiento [en marzo] de [el Presidente François] Bozizé", dice Sylvia, que ha huido del pueblo de Mbata con unos amigos. Dice que los atacantes saquearon el pueblo, que se encuentra a unos 35 kilómetros de Betou.

"Nunca creímos que el conflicto en Bangui nos cambiaría la vida", añade Bénédicte, que es también de Mbata. Dice que la situación cambió a finales de noviembre, cuando la violencia estalló tras el asesinato de un hombre de Seleka a manos de un seguidor de Bozizé en Mbata. "Antes de eso, todo iba bien, vivíamos juntos y en paz", subraya.

Otros refugiados llegan desde los pueblos de Bolo Ioke y Mbaiki en Lobaye. Muchos de ellos caminan durante días para alcanzar la seguridad de esta zona aislada y de difícil acceso de la República del Congo. Sylvia, de 22 años, huyó de Mbata con su familia y otras dos familias y caminó seis días a través del bosque hasta llegar a Betou.

"Nos perdimos por los caminos del bosque, pero nos encontramos a un grupo de personas de la zona que nos llevaron al pueblo de Ngongo. Nos dijeron que personal de ACNUR había estado allí unos días antes y supimos a dónde acudir en busca de ayuda". Explica Sylvia a ACNUR mientras da de mamar a su hija. El día de la semana pasada en que ella y sus amigos fueron trasladados desde Ngongo a Betou, llegaron allí unos 350 refugiados provenientes de la República Centroafricana.

En Betou, aproximadamente un 60% de los refugiados viven con familias de acogida, mientras que el resto se encuentra en los campos de refugiados 15 de Abril y Ikpengbele, donde ACNUR, el Programa Mundial de Alimentos y sus socios les inscriben y les ofrecen alojamiento y ayuda. Allí tienen acceso a asistencia sanitaria y a la educación primaria para sus hijos.

ACNUR y sus socios también organizan cursos de capacitación profesional y de alfabetización para adultos. Sylvia y su amiga Janis nunca acabaron la escuela elemental, Bénédicte nunca ha ido a la escuela.

Ahora tendrán la oportunidad de alfabetizarse en francés. Mientras tanto, las tres jóvenes madres se contentan con seguir vivas, a salvo y juntas.

Por Louise Culot, Betou, República del Congo

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.