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Ciclistas voluntarios llevan ayuda a las comunidades aisladas al este de Ucrania

Historias

Ciclistas voluntarios llevan ayuda a las comunidades aisladas al este de Ucrania

Personas voluntarias utilizan bicicletas y triciclos donados por ACNUR para que las personas en situación de vulnerabilidad al este de Ucrania reciban asistencia y gocen de compañía.
30 September 2021

Como es el caso de muchas personas adultas mayores en las zonas rurales al este de Ucrania, la salud de Ievdokia Chepel flaquea mientras se agudiza la sensación de aislamiento a raíz del conflicto de siete años en la región y, más recientemente, debido a la pandemia de COVID-19.


Ievdokia Chepel trabajó en una fábrica durante décadas, pero, a sus 77 años, es viuda y jubilada. Su hijo falleció el año pasado, y ella casi no ve a su hija ni a su nieta, quienes viven en Luhansk, la segunda ciudad más grande en Ucrania, al otro lado de la línea de contacto que divide el territorio gubernamental del no gubernamental.

“Me siento sola y aislada. Es difícil no tener compañía”, dijo con lágrimas en los ojos. 

Por fortuna, desde el año pasado, la ayuda llegó de una manera inesperada: sobre ruedas.

“Ella me cuida y me ayuda”.

De vez en cuando, Tetiana Vasiukova carga su triciclo eléctrico con provisiones en un pueblo en la región de Luhansk. Luego, se dirige a las comunidades locales para llevar artículos de primera necesidad a los residentes de los lugares más alejados y les hace compañía.

Muchas de las personas que visita han sido desplazadas por el conflicto, mientras que otras, como Ievdokia, corren el riesgo de tener que abandonar su hogar. 

“Estoy muy agradecida con Tetiana porque me visita con regularidad”, comentó Ievdokia. “Ella me cuida y me ayuda. Me hace sentir mucho mejor”.

Tetiana, de 68 años, solía trabajar como gerente adjunta en un banco en Luhansk, pero, desde que se retiró, se comprometió a ayudar a las personas que se han visto afectadas por el conflicto. Al ser oriunda del lugar, Tetiana comprende los problemas que han enfrentado otros residentes, muchos de los cuales viven en pequeños lotes en los que cultivan sus propias verduras.

“Casi todos los días me subo a mi bicicleta eléctrica y voy a la tienda o a la farmacia a comprar cosas para las personas adultas mayores que viven en nuestra comunidad”, indicó.

Tetiana y otras personas voluntarias solían entregar los alimentos o las medicinas en autobús o en taxi, pero, el año pasado, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, utilizó fondos de la Unión Europea para proporcionar 228 bicicletas y 35 triciclos eléctricos al personal social y de salud.

Los medios de transporte con pedales permiten aminorar los costos que deben sufragar las personas voluntarias; además, en vista de que ciertos caminos son difíciles de transitar, algunos hogares se vuelven más accesibles con este tipo de vehículos. Los triciclos y las bicicletas cuentan con canastas y pueden alcanzar 40 km/h en un rango de 40 kilómetros; pasado este límite, se hace necesaria la recarga.

“Con una bicicleta eléctrica no dependo de nadie. Simplemente me voy cuando tengo que hacerlo, sin preocuparme por cargar bolsas pesadas”, comentó Tetiana.

La pandemia ha exacerbado las necesidades humanitarias al este de Ucrania, donde 3,4 millones de personas requieren protección y asistencia a raíz del conflicto.

Esta cifra incluye a alrededor de 340.000 personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares y, en consecuencia, se encuentran en una situación difícil al este del país y en otras regiones. Las personas adultas mayores, las personas con discapacidad y los hogares encabezados por mujeres se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad. 

La red de bicicletas y triciclos es apenas una innovación que está siendo de ayuda para estas poblaciones. 

La tecnología también juega un papel importante en una zona que carece de infraestructura, como instalaciones sanitarias, bancos y oficinas postales.

En 2019, ACNUR y Proliska, un socio, lanzaron un servicio de automóviles eléctricos en la región de Luhansk, en el control fronterizo de acceso peatonal en Stanytsia Luhanska, en la línea de contacto, un lugar donde, por razones de seguridad, las personas deben bajar de los vehículos y cruzar a pie.

El servicio puede transportar 400 personas al día y da prioridad a mujeres embarazadas, niñas y niños, personas con discapacidad y personas de más de 75 años. 

En otro desarrollo, los grupos de ayuda (con inclusión de la Oficina de Población, Refugiados y Migración de EE. UU. y el cuerpo de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la U.E.) y Proliska instalaron dos estaciones de autobús en Stanytsia Luhanska, las cuales cuentan con paneles solares y tomacorrientes para cargar tabletas y teléfonos inteligentes. Los puntos de carga y la red Wi-Fi que se instalaron con antelación han sido particularmente útiles durante la pandemia, dado que, al cruzar la línea de contacto, las personas utilizan una aplicación para rastrear a sus contactos. 

La tecnología y la voluntad de los equipos voluntarios demuestran que aún hay esperanza, incluso cuando se atraviesa por momentos difíciles.

“Para muchas personas es imposible venir a cuidar sus tierras. Las casas se han estado colapsando, y hay hierba en algunos lotes. De cualquier forma, todas las mañanas enciendo mi triciclo eléctrico y me siento bien porque sé que, al brindar ayuda, contribuyo a la mejora de este lugar”, compartió Tetiana.