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ACNUR insta a priorizar la salud mental en la respuesta ante el coronavirus

Comunicados de prensa

ACNUR insta a priorizar la salud mental en la respuesta ante el coronavirus

14 May 2020
La sensación de aislamiento contribuye a generar problemas de salud mental, siendo las personas refugiadas particularmente vulnerables. Un refugiado venezolano sentado solo en un banco en un albergue en Brasil, 28 de marzo de 2019.

Las consecuencias del coronavirus están afectando seriamente la salud mental de las personas refugiadas, desplazadas y apátridas, ha alertado hoy ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

“La crisis de la COVID-19 no es solo una cuestión de salud física, sino que también está provocando una crisis de salud mental. Aunque muchas personas refugiadas y desplazadas internas son verdaderamente resilientes y han sido capaces de seguir adelante pese a haber vivido en primera persona la violencia y la persecución, están llegando al límite de su capacidad para hacer frente a esta realidad”, explica Filipo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. 

 “Nos están informando de que cada vez hay más casos de problemas de salud mental entre las personas desplazadas. A esta situación contribuyen muchos factores, como el miedo a contagiarse, las medidas de confinamiento y aislamiento, el estigma, la discriminación, la pérdida de los medios de vida o la incertidumbre sobre el futuro”. 

Desde ACNUR preocupa especialmente que, dado el alcance de los efectos socioeconómicos de la pandemia, para muchas personas refugiadas la pérdida de los ingresos diarios y de sus medios de vida esté generando grandes dificultades psicosociales. Resultan extremadamente preocupantes los casos de personas que admiten haberse autolesionado por culpa de la tensión que les genera esta situación.  

Para aquellas personas refugiadas que también buscaron apoyo psicosocial interactuando con la comunidad, participando en reuniones sociales o en ritos religiosos, las medidas de distanciamiento físico y las restricciones de movilidad también están afectando la capacidad que tienen para lidiar con el dolor emocional.

Además de que las consecuencias de esta pandemia estén provocando problemas de salud mental o agravando afecciones preexistentes, las medidas adoptadas para frenar la propagación del virus también están teniendo impacto en la ayuda que hay disponible. La capacidad para ofrecer apoyo y ayuda psicológica se puede ver limitada durante el confinamiento y dadas las restricciones de viaje, ya que se puede haber reducido la dotación de personal disponible y, en muchos casos, las personas refugiadas no pueden desplazarse para llegar hasta esa asistencia y muchas actividades grupales que se realizan de forma presencial se han cancelado.

“La inmensa mayoría -el 84%- de las personas refugiadas en el mundo se encuentran en regiones en desarrollo, y su acceso para recibir ayuda psicológica de calidad ya era muy limitado antes de la pandemia. Ahora, en esta coyuntura devastadora, con el coronavirus causando un enorme dolor físico y psicológico, resulta más evidente y necesario que nunca que invirtamos en la continuidad de los servicios de salud, incluida la salud mental, y que garanticemos que sean accesibles”, dice Grandi.

ACNUR está reforzando sus esfuerzos y adaptando los servicios allí donde resulta posible para tratar de garantizar la continuidad de los servicios de apoyo psicológico y psicosocial para las personas refugiadas y desplazadas.

Algunos de los servicios psicológicos se están ofreciendo a distancia, como por ejemplo a través de líneas de asistencia telefónica multilingüe o de sesiones online. Para aquellas personas que padecen trastornos graves y complejos se están procurando los cuidados en remoto o presencialmente de forma segura, incluyendo visitas domiciliarias. También se están tomando medidas para garantizar que quienes necesitan medicación puedan seguir con sus tratamientos durante el confinamiento.

ACNUR también está trabajando para reforzar las capacidades en materia de salud mental de las redes de protección comunitarias ya existentes, así como en la formación sobre primeros auxilios psicológicos dirigida a sanitarios de atención primaria, al personal que gestiona los campamentos, a las personas voluntarias que realizan la comunicación con las comunidades y al personal que atiende las líneas de atención telefónica.   

En algunos lugares, los voluntarios comunitarios -que ya se habían movilizado para la prevención y respuesta ante la COVID-19- también están en contacto con las personas refugiadas y desplazadas internas para sensibilizar sobre cuestiones de salud mental y sobre cómo afrontar la angustia.  

ACNUR, haciéndose eco del llamado a la acción de la ONU, reitera su petición de ayuda urgente para garantizar la disponibilidad y continuidad de los servicios de salud mental y apoyo psicosocial para personas refugiadas y desplazadas. Estos servicios deben considerarse esenciales y forman parte de las respuestas nacionales ante la COVID-19.

Para más información sobre este tema, por favor contacte con: