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En fin de año los refugiados centroafricanos piden un deseo para el 2015

Historias

En fin de año los refugiados centroafricanos piden un deseo para el 2015

Cuatro refugiados y dos trabajadores humanitarios en un campamento en el norte de la República Democrática del Congo le dicen al ACNUR sobre sus esperanzas y objetivos para el próximo año.
8 January 2015
Los refugiados de la República Centroafricana sacan el máximo partido a la Nochevieja durante la semana pasada en el campamento de Mole, al norte de la República Democrática del Congo.

CAMPAMENTO DE REFUGIADOS DE MOLE, República Democrática del Congo, 8 de enero de 2015 (ACNUR/UNHCR) – Mientras el mundo entero daba paso al nuevo año la semana pasada, los refugiados de un campamento del norte de la República Democrática del Congo se unían a las celebraciones sin saber lo que les deparará el 2015.

Lo celebraron por todo lo alto con un doble de Michael Jackson animando el escenario con la representación de uno de los éxitos de la difunta superestrella, el moonwalker, ante la marchosa multitud reunida en el centro comunitario del Campo de Refugiados de Mole. Esta actuación estuvo seguida por las de otros entusiastas exiliados centroafricanos que mostraron sus talentos en el baile, la música, el teatro y la poesía. Fue una noche de felicidad y esperanza a pesar de sus circunstancias. Muchas de las canciones y poemas que ambientaron la velada hacían alusiones a la situación que se vive en la otra orilla del cercano río Oubangui, en su país natal, la República Centroafricana, y a sus sufrimientos y esperanzas de paz. La lucha intercomunitaria que comenzó a finales del 2012 ha obligado a huir a decenas de miles de personas hacia áreas más seguras dentro de la República Centroafricana o a países vecinos como la RDC.

Céline Schmitt, responsable de relaciones exteriores de ACNUR radicada en Kinshasa, se unió a las celebraciones y al buen ambiente de los refugiados y otros cooperantes. "La alegría de celebrar juntos el Año Nuevo hizo que se dejara a un lado a la tristeza y de vez en cuando nos llamaban desde el escenario para subir y participar en los bailes tradicionales o cantar canciones escritas por un refugiado" recuerda.

Los festejos continuaron hasta altas horas de la mañana, lo que supuso un breve respiro de los retos a los que se enfrentan los refugiados. Para muchos, este era su segunda Nochevieja en Mole, campamento que da cobijo a 16.000 refugiados procedentes de la República Centroafricana. Más tarde, Schmitt habló con algunos de los residentes y cooperantes del campamento sobre sus esperanzas para 2015.

Edwige Kpamako

Edwige, de 25 años, estaba estudiando literatura americana antes de huir de Bangui en 2013. Su prometido y su hijo de 10 años fueron asesinados durante los actos de violencia. Recién elegida como presidenta del comité de refugiados de Mole, es una firme creyente en la importancia de la educación para los muchos jóvenes del campamento.

"Para 2015, sería estupendo que hubiera algún modo de ayudar a los jóvenes a continuar con sus estudios. Hemos perdido más de dos años. Los estudiantes no van a la escuela. No hacen nada y se quejan. No es fácil estar aquí. Es difícil hacer cursos online. No hay ordenadores suficientes . . . Estaría bien que los estudiantes pudieran ir a estudiar a otro sitio" dice.

Teddy Kpanamna

Teddy, de treinta años, es el director de la única escuela de primaria de Mole. Disfrazado de mujer, se subió a un ferri en Bangui y cruzó el Oubangi hacia la ciudad congoleña de Zongo en agosto de 2013. En Mole, ha dedicado su tiempo a la educación de los refugiados, creando una biblioteca y poniendo en marcha cursos de alfabetización para adultos.

Teddy confiesa que su deseo más profundo para 2015 es "ser más eficiente e innovador en el desarrollo de la comunidad". Añade que los cursos de alfabetización iniciados hace cuatro meses han sido un gran éxito.

"Algunas mujeres rompieron a llorar cuando consiguieron leer su primera frase. Quiero centrarme en la educación de las mujeres y los niños. Es una manera de rendir homenaje a mi madre. Mi padre murió cuando yo era muy pequeño. Gracias a mi madre, he llegado a ser lo que soy. Ella era maestra".

Mercia Konamna

Mercia, una estudiante de 16 años, escapó de Bangui junto a sus padres y sus seis hermanos en abril del año pasado. Cuando llegó a Mole, se entristeció al saber que no había escuela secundaria. Hace unos meses comenzó a hacer capoeira, un tipo de arte marcial brasileña que incluye baile, acrobacias y música Y que se ha convertido en su obsesión.

Mercia reconoce que su sueño para 2015 es ir a la escuela y continuar sus estudios. "Perdí la escuela cuando llegué aquí. También quiero continuar haciendo capoeira. Quiero esforzarme entrenando capoeira para seguir aprendiendo, mejorar y llegar lejos. Quiero hacer actuaciones de capoeira en Kinshasa y en el extranjero . . . Me gustaría llegar a ser profesora de capoeira".

Romuald Gravier

Romuald dirije el comité de juventud del campamento. El chico de 24 años es un artista; escribe poesía, canta y ha producido un documental sobre el Sida. Dice que para este año que empieza le gustaría hacer otra película que comenzó a escribir al llegar a Mole en 2013. La ha llamado "la chica más hermosa del pueblo" y explica que cuenta la historia de un refugiado que se enamora de una chica de la zona. "Su amor crea un conflicto con la gente del pueblo porque la chica está casada y el chico tiene que renunciar a su amor," comenta, y añade: "Tengo otro sueño que consiste en ir a un estudio a grabar mis canciones. He escrito 26 canciones en inglés, francés o sango (su lengua materna). Las canciones hablan hsobre la paz, el amor y las artes. Una se llama "Necesitamos energía para cantar y bailar".

Mireille Hangindi

Mireille, de 31 años, trabaja como comadrona en el centro de salud del campamento y ha ayudado a muchas refugiadas a dar a luz. Algunas noches atiende hasta siete partos. Ella estaba de guardia en Nochevieja cuando nació una niña en Mole. Ama su trabajo y declara que espera ayudar a más mujeres en 2015.

"Cuando ayudo a una mujer a dar a luz y ella se recupera favorablemente, y tanto ella como su bebé gozan de salud, me siento muy feliz. Vivo sola aquí. Mi familia se encuentra en Kinshasa, pero a mí me gusta estar con los refugiados. También quiero ver mejoras en el centro de salud. No tenemos ambulancia ni incubadora para los bebés prematuros. Por el momento, tengo que utilizar una manta y cubrir con ella a los bebés prematuros. Sería más fácil si tuviéramos una incubadora".

Michel Makasi Iyeme Issa

Michel, que se unió a ACNUR en 2003, ha estado trabajando como asociado de servicios comunitarios en Mole desde que el campamento reabrió sus puertas en 2013. "Mi más ferviente deseo (para 2015) es ver el sufrimiento de los refugiados reducido considerablemente. Este es nuestro mandato. Esto es por lo que existimos. Espero que los motivos que han obligado a huir a los refugiados desaparezcan", confiesa el veterano de 51 años.

"También espero que seamos capaces de garantizar el bienestar en el campamento a pesar de los retos financieros a los que nos enfrentamos. El número de refugiados en el mundo nunca ha sido tan alto como ahora y tenemos dificultades para acceder a la financiación . . . espero que podamos conseguir más financiación y aumentar nuestra capacidad para cumplir completamente con nuestro mandato".