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Familias de refugiados encuentran un rayo de esperanza en un hotel griego

Historias

Familias de refugiados encuentran un rayo de esperanza en un hotel griego

El empresario griego Andreas Vasileiou ha encontrado un espacio en su hotel y en su corazón para las familias que buscan refugio lejos de la guerra en su país.
2 December 2016
Un refugiado sirio habla por el móvil en el patio del Hotel Rovies.

Durante meses, el hotelero Andreas Vasileiou se sintió impotente mientras veía las noticias sobre refugiados que vivían en condiciones precarias en Grecia. Quería ofrecerles algo mejor, un lugar donde se sintieran bienvenidos. Así que esta primavera su hotel familiar situado en la playa de Evia, la segunda isla más grande de Grecia, cambió su clientela.


Vasileiou respondió a una petición de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, para que los hoteles griegos acogieran refugiados como parte de un programa de alojamiento financiado por la Comisión Europea. Su hotel se ha convertido en un hogar temporal para más de 88 solicitantes de asilo de Siria, Irak, Eritrea y otros países. Casi la mitad de ellos son niños.

El hotel no es sólo un lugar para dormir. Vasileiou ha ido más allá. Ha creado un espacio colectivo en el que los refugiados, el personal del hotel y los vecinos del pueblo de Rovies pueden comer, trabajar y vivir juntos, y aprender unos de otros. En el Hotel Rovies, los animadores contratados a través del programa de alojamiento ofrecen a los refugiados cursos de teatro y les enseñan a nadar en una playa próxima. Las mujeres refugiadas preparan sus comidas tradicionales en la bulliciosa cocina colectiva, mientras que la televisión de la zona de recepción emite canales árabes. Los niños asisten a clases en alemán, inglés y francés, impartidos por profesores griegos y por compañeros refugiados. La comunidad que han construido es un ejemplo de solidaridad en acción.

"Vivimos todos juntos en el hotel", explica Andreas Vasileiou. "Yo duermo en una habitación y el personal de Atenas duerme en otra. Sus puertas están literalmente siempre abiertas. Les hacemos sentir que éste es su hogar y que forman parte de una familia".

"Les hacemos sentir que este es su hogar y que forman parte de una familia."

Salam, de diez años, proveniente de las afueras de Damasco, comparte una habitación en el Hotel Rovies con sus dos hermanos mayores. Ella, por defecto, se convirtió en su cuidadora: su hermano Ashraf, de 24 años, tiene ceguera parcial, mientras que su hermana Ghufran, de 22 años, tiene discapacidad del desarrollo. Ellos se encuentran entre los numerosos casos de personas vulnerables que viven en el hotel después de ser derivados allí desde otros lugares de recepción de refugiados en Grecia.

"No es nuestra casa, pero es lo más parecido que podemos tener en este momento", dice Salam.

Este programa de alojamiento forma parte del programa de reubicación de la Unión Europea, que pretende reubicar en otros países europeos a 66.400 solicitantes de asilo en Grecia, antes de septiembre de 2017. La mayoría de los refugiados alojados en el Hotel Rovies forman parte de aquellos que podrían encontrar un hogar en Europa. Varios ya se han marchado con destino Francia, España, Suiza, Rumanía y Holanda.

Otros, como Salam y sus hermanos, tienen derecho legal a la reagrupación familiar según el reglamento de Dublín de la UE. Su madre y su hermano de 19 años son refugiados en Suecia. Ambas vías – reubicación y reagrupación familiar – suponen largos períodos de espera de hasta un año, y a veces más. Durante su visita a Grecia en agosto, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, instó a los países de la UE a acelerar estos procedimientos para aliviar la presión sobre Grecia, donde gran parte de los más de 50.000 refugiados e inmigrantes que se encuentran en el país están viviendo en centros de acogida superpoblados e inadecuados.

El programa de alojamiento de ACNUR ha facilitado 18.200 plazas para solicitantes de asilo en apartamentos, hoteles o con familias de acogida. A través de sus socios, la Agencia de la ONU para los Refugiados les brinda asistencia de diverso tipo como alimentos, artículos de higiene, interpretación, asistencia médica y legal.

En el Hotel Rovies, SolidarityNow, una organización sin ánimo de lucro griega, supervisa la atención diaria de los refugiados.

"Aquí, cada uno tiene su papel", dice el coordinador local de SolidarityNow, Antonis Grigorakos Tzivakos. "Somos un equipo".

Los refugiados que se alojan en el Hotel Rovies también se involucran con la comunidad local. En junio, al final del Ramadán, establecieron un stand para regalar comida siria a los residentes locales. Los niños refugiados también pintaron un mural en la pared de la escuela del pueblo de Rovies.

En un primer momento, los residentes de Rovies estaban preocupados por una posible reacción negativa hacia los refugiados y crearon un comité antirracista para promover la coexistencia pacífica. Pero no tienen que preocuparse: los lugareños a menudo pasan por el hotel para decir hola, compartir comida que han cocinado o dejar donaciones.

"Aquí, cada uno tiene su papel. Somos un equipo."

Al ver el éxito del enfoque inclusivo y colectivo del Hotel Rovies, otros hoteleros griegos también han solicitado unirse al programa de alojamiento de refugiados.

Manar, de 35 años, madre siria de tres hijos que vive en el hotel, envía a sus hijos a la escuela local junto a los niños griegos. Están aprendiendo griego y haciendo amigos.

Manar se ofrece voluntaria como profesora de inglés en el hotel, donde da tres clases al día de una hora cada una. Muchos de sus alumnos están muy atrasados en su educación después de que años de guerra les impidiera asistir a la escuela.

"Cuando llegan al hotel por primera vez, muchos de los niños están perdidos y, después de todo lo que han pasado, les resulta complicado comportarse con normalidad", dice Manar, cuya familia sufrió una traumática huida de Siria y llegó a la isla griega de Samos en febrero. "Las clases les ofrecen una rutina y algo que hacer. Se calman y comienzan a estudiar de nuevo".

Los refugiados que viven hotel están deseosos de irse a sus nuevos países de acogida. Pero cuando finalmente llega ese día, a menudo se convierte en un momento agridulce.

"Lloramos mucho", dice Andreas Vasileiou. "Los lazos entre los refugiados, el personal y los habitantes del pueblo son muy fuertes. Todos prometen volver".

Andreas tiene un sueño recurrente en el que dentro de 50 años, una anciana siria o iraquí está enseñando a su nieto a nadar en alguna playa de la Unión Europea.

"Me gustaría pensar que, en ese momento, ella recordará dónde estaba cuando aprendió a nadar", dice Vasileiou. "Que después de huir de la guerra, de horribles condiciones de vida, de campamentos, barro y cemento, encontró un lugar hermoso donde la gente la acogió y le dio amor y afecto, y donde le enseñaron cosas como a nadar. Y entonces, tal vez, también pensará en mí".

Por Tania Karas