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Tres amigos se enfrentan al peligro tras huir de los ataques en Cabo Delgado

Historias

Tres amigos se enfrentan al peligro tras huir de los ataques en Cabo Delgado

Tres jóvenes luchan por sobrevivir y se preocupan por lo que traerá el futuro luego de haber sido separados de sus familias en los ataques que sufrió su aldea a manos de grupos armados.
4 May 2021
(De izquierda a derecha) Bakar (de 13 años) y los hermanos Momad y Abdala (de 17 y 15 años respectivamente) fueron separados de sus familias tras huir de la violencia en Mocimboa da Praia, al norte de Mozambique.

Como solían hacerlo para ganar un poco de dinero antes de ir a la escuela vespertina, un día por la mañana a principios de este mes, Bakar (de 13 años), Momad (de 17 años) y su hermano Abdala (de 15 años) estaban vendiendo bananas y trozos de la colorida tela – conocida como capulana– en el mercado principal de Mocimboa da Praia, una agitada ciudad costera al norte de Mozambique.


De pronto, los tres amigos notaron que la gente corría conmocionada entre los puestos del mercado. Estos tres amigos no tardaron en darse cuenta de que la aldea estaba siendo atacada por grupos armados, como lo había sido en los últimos cuatro años, periodo en el que se perdieron vidas humanas y bienes materiales debido a los ataques.

“Como la gente corría por todos lados y en distintas direcciones, brincaba sobre los puestos, y [tiraba] frutas y verduras al piso para tratar de escapar, primero pensé que había explotado una bomba en el mercado. Era un caos total”, explicó Bakar. “No sabía cómo salir. La cuestión es que esta gente malvada persigue [y recluta] a los niños y jóvenes sanos para involucrarlos en actividades ilícitas”.

“Era un caos total”.

Los jóvenes no pudieron volver con sus familias en medio del caos, así que se unieron a las multitudes que huían de la aldea y emprendieron un viaje peligroso de cientos de kilómetros a pie y en autobús hacia Montepuez, la segunda ciudad más grande en la provincia de Cabo Delgado, Mozambique.

(De izquierda a derecha) Momad (de 17 años), su hermano Abdala (de 15 años y camiseta blanca) y su amigo Bakar (de 13 años) conversan tranquilamente en el asentamiento de Ndele, en Montepuez, Mozambique.

Casi 700.000 personas han abandonado sus hogares a raíz de la violencia y los ataques de grupos armados irregulares al norte de Mozambique desde octubre de 2017. Estas personas desplazadas internas (PDI) se han dispersado en las provincias de Cabo Delgado, Niassa, Nampula, Sofala y Zambesia.

Las mujeres, las personas adultas mayores y la niñez conforman buena parte de las poblaciones desplazadas. Muchas de estas personas han presenciado sorprendentes niveles de violencia; además, suelen viajar sin compañía o ser separadas de sus familias. En consecuencia, enfrentan graves riesgos. El abuso sexual, los embarazos no deseados y el matrimonio infantil son los riesgos que enfrentan las niñas y mujeres jóvenes; por su parte, el trabajo infantil y la posibilidad de ser reclutados por grupos armados son los riesgos que corren los niños y hombres jóvenes.

ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, dirige la respuesta de protección y está trabajando con sus socios para identificar a la niñez no acompañada, responder a sus necesidades de protección específicas y reunificarla con sus familias tan pronto como sea posible.

“La protección de niñas y niños víctimas de desplazamiento forzado en Cabo Delgado debe ser una prioridad en los programas gubernamentales de protección civil”, señaló Sam Chakwera, Representante del ACNUR en Mozambique. “Además, debe garantizarse que las mujeres y la niñez víctimas de desplazamiento reciban protección y tengan acceso a servicios básicos”.

Los jóvenes llegaron a Montepuez después de haber viajado durante varios días sin probar bocado. Las últimas dos semanas se han estado quedando en el asentamiento de PDI en Ntele, el cual fue creado por el gobierno en diciembre de 2020 para dar acogida a las personas que llegaban de otros puntos de Cabo Delgado. Al día de hoy, en el asentamiento se albergan 2.600 personas; sin embargo, solo hay ochenta albergues construidos por los propios residentes con bambú y lodo. En consecuencia, muchas personas, incluidos estos tres amigos, deben dormir a la intemperie.

“No hay agua en el campamento, [y] hay que caminar 30 minutos para llegar al pozo más cercano. Por fortuna, hay un río donde podemos bañarnos”, dijo Abdala.

“Hemos vivido aterrorizados durante tres años”.

Cuando vivían en Mocimboa da Praia, estos tres chicos iban a la escuela, y soñaban con convertirse en médicos y docentes. Por desgracia, para llegar a la escuela más cercana al campamento es necesario caminar dos horas. En consecuencia, se vieron obligados a suspender sus estudios; mientras tanto, hacen lo posible por conseguir suficiente comida y un lugar donde dormir.

La población desplazada necesita artículos no alimentarios con urgencia; entre ellos, colchonetas, mantas y lonas.

Mientras ACNUR trata de reunir a los chicos con sus familias, ellos comentan que, a pesar de la difícil situación por la que atraviesan en este momento, aún tienen mucho miedo de volver a Mocimboa da Praia.

“No le veo fin a esta guerra. Hemos vivido aterrorizados durante tres años. Los niños huyen, abandonan sus hogares o sus estudios, son separados de sus familias”, dijo Momad. “Es difícil pensar en el futuro en estas circunstancias porque ni siquiera se sabe dónde estarás al día siguiente”.