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Un herrero forja una nueva vida en un campamento de refugiados en Níger

Historias

Un herrero forja una nueva vida en un campamento de refugiados en Níger

Cuando Ali huyó de su hogar en el este de Malí, se llevó consigo una habilidad que le ha ayudado a sobrevivir, a prosperar e incluso a encontrar esposa en su exilio en el oeste de Níger.
23 April 2013
Ali usa sus habilidades como herrero para convertir piezas de metal en herramientas y armas.

AGANDO, Níger, 23 de abril (ACNUR) – Cuando Ali Mahmoud huyó el pasado año de su hogar en el este de Malí, se llevó consigo una habilidad que le ha ayudado a sobrevivir, a prosperar e incluso a encontrar esposa en su exilio en el oeste de Níger.

Ali, de 40 años, ha empleado sus conocimientos expertos como herrero para ganarse un generoso sustento en el campamento de refugiados de Agando desde que hace ocho meses se marchara de su casa en Méneka, justo en la frontera con la provincia de Gao, en Malí.

Su actividad ha sido apoyada por el ACNUR, que este año ha lanzado proyectos de autosuficiencia en los campamentos. "Hemos empezado a organizar actividades que generen ingresos en los campamentos de refugiados, no solo para darles a los refugiados una oportunidad de ganar dinero, sino también para permitirles contribuir en sus vidas y que no dependan solamente de las ayudas", explicó Karl Steinacker, representante del ACNUR en Níger.

Ali está especializado en fabricar navajas y espadas de decoración que forman parte de la cultura Tuareg y exhibe con orgullo varios de sus productos a los visitantes del ACNUR. "Estos son los tipos de hojas que normalmente fabrico", comenta, añadiendo que también arregla herramientas de metal.

El negocio va bien y piensa que está ganando el equivalente a 50 USD al día. "Todos los hombres aquí tienen una espada o quieren tener una", declara el padre de Ali, Galio, también herrero.

Ali afirma que le lleva tres o cuatro días hacer una navaja o una espada con gravados. Compra el metal, incluyendo hierro y cobre, en el mercado [de Agando] y forma, calienta, trata y acaba las hojas utilizando martillos y un simple yunque situado fuera de su alojamiento hecho construido usando paja y ramas. Una buena navaja se vende por 50 USD, mientras que una espada y una funda alcanzan el precio de 100 USD.

La gente también acude a él para que les arregle las herramientas y las hojas dañadas y la cola empieza a formarse fuera de su alojamiento desde temprano. Él acepta el trueque 'normalmente comida' con aquellos que no le pueden pagar en metálico.

"Nadie aquí trabaja tan bien el hierro como Ali", declara Hawlata, después de entregar un kilo de harina para reparar y afilar los cuchillos de su casa. "Es un hombre habilidoso", añade Habba, vecino del herrero, que trajo un hacha para arreglar.

En Agando, el éxito de Ali le ha llevado a hacer más negocios de que en Méneka, donde todos sus ingresos los destinaba a ayudar a sus padres, a sus dos hermanos y a su hermana. Sin embargo, ahora, por primera vez, está ganando lo suficiente como para casarse. Y ha elegido una esposa, Anata, de 18 años, procedente de su pueblo natal.

"Me siento muy feliz de haber conocido a Anata" dice, añadiendo que ha ahorrado cerca de 600 USD para pagar su dote. "La quiero mucho" dice el enamorado herrero, tomando un sorbo de té caliente de un pequeño vaso.

Mientras tanto, Ali se prepara para trasladarse a un campamento más seguro más adentro de Níger, en Intikan, situado a 80 kilómetros de la frontera. El ACNUR ayudará a unos 17.000 refugiados procedentes de Malí a mudarse a este nuevo emplazamiento, donde también será más fácil brindarles protección y ayuda.

Ali está deseando mudarse y confía en que su negocio prosperará allí también: "Tengo ganas de irme lo antes posible a Intikan, donde espero que el número de clientes se duplique o triplique". Si el negocio le va bien, espera poder contratar a otros refugiados.

Al mismo tiempo, sus vecinos y amigos se muestran contentos de poder continuar contando con sus servicios en el nuevo campamento. "Es un valor para nuestra comunidad y nos alegramos de poder trasladarnos a Intikan con él", comenta Habba. Ali también espera poder beneficiarse de los programas de sustento del ACNUR allí.

Actualmente hay más de 50.000 refugiados malienses viviendo en Níger.

Por Bernard Ntwari en Agando, Níger

Gracias a la voluntaria de UNV Online Nieves Carazo por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.