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Una adolescente sudanesa sigue el consejo de su madre de apostar por la educación

Historias

Una adolescente sudanesa sigue el consejo de su madre de apostar por la educación

Takwa, de 16 años, logró el cuarto resultado más alto en el examen en el estado del Alto Nilo de Sudán del Sur. Y ella no era la única refugiada que lo hacía bien.
13 May 2013
Takwa Banderdin, una refugiada sudanesa, se muestra contenta tras conocer los buenos resultados que ha obtenido en sus exámenes finales de educación primaria.

GENDRASSA, Sudán del Sur, 13 de mayo de 2013 (ACNUR) – Takwa Banderdin es una chica tímida de 16 años que evita todo contacto visual con la gente que no conoce, pero cuando se le menciona su reciente éxito académico, su mirada triste y abatida se ilumina con orgullo.

Al igual que el resto de niños en Sudán del Sur, Takwa tuvo que aprobar los exámenes finales para completar su educación primaria. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de esos niños, Takwa y su familia han tenido que enfrentarse a desafíos que han cambiado su vida. Huyeron de su hogar en Sudán y han rehecho sus vidas en un campo de refugiados.

Sin desanimarse, Takwa prosiguió sus estudios y obtuvo la cuarta nota más alta en todo el estado del Alto Nilo, en Sudán del Sur. Y no ha sido la única entre la población refugiada en obtener buenos resultados: otros veintisiete niños del campo de Gendrassa también aprobaron el examen.

"Todavía no me lo puedo creer", dice Takwa mientras realiza sus tareas domésticas en el campo de refugiados que desde julio de 2012 se ha convertido en el hogar de su familia.

Su madre tampoco puede ocultar su satisfacción ante los logros de su hija. "Siempre he enseñado a mis hijos, especialmente a mis hijas, que nunca deben tener miedo de la educación, sino apostar por ella", dice Nawal Umer, una maestra de guardería. El valor que esta familia le da a la educación ha permitido a Takwa y a sus hermanas seguir asistiendo a clase a una edad en la que la mayoría de las niñas están casadas y se convierten en madres.

Apoyaré y defenderé el derecho de mis hijos a la educación con cada fibra de mi ser, especialmente en el caso de mis hijas", dice Umer. "Ahora debemos asegurarnos de que Takwa pueda ir a la escuela secundaria".

Umer y sus hijos se vieron forzados a huir de su hogar en el estado del Nilo Azul, en Sudán, en marzo de 2011, cuando quedaron atrapados en el conflicto entre las fuerzas armadas sudanesas y el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte. La familia emprendió primero el camino hacia Etiopía y luego caminaron hasta Sudán del Sur, donde se reencontraron con el padre de Takwa. Él se vio separado de su familia durante los combates y estaba viviendo en otro campo de refugiados.

Tras apuntarse a una de las escuelas del campo, Takwa tuvo que hacer frente a un importante desafío. Las clases en Sudán del Sur se impartían en inglés, un idioma al que esta adolescente, cuya lengua materna es el árabe, no estaba acostumbrada. Será una oportunidad para aprender un nuevo idioma, se dijo a sí misma.

Su sueño es convertirse en periodista de televisión, una elección de carrera apoyada a regañadientes por su madre. Takwa debe encontrar ahora los medios para continuar con su educación. Los recursos educativos disponibles en los campos de refugiados se limitan a la escuela primaria. Las escuelas de educación secundaria están disponibles en la comunidad local, pero en muchas de las clases no hay cupo.

Como medida provisional, ACNUR ha puesto en marcha clases informales comunitarias para los niños refugiados que han aprobado sus exámenes de la escuela primaria.

"Queremos asegurarnos de que los estudiantes con potencial no se quedan al margen por problemas a los que no deberían tener que enfrentarse, como por ejemplo, el matrimonio temprano", dice Jockshan Foryoh, trabajador de ACNUR en el sector de la educación. "Estamos animando quienes finalizan la escuela primaria a que se apunten y participen de las clases de educación informal, donde siguen aprendiendo de manera productiva".

ACNUR y sus socios también han empezado a abordar las lagunas que actualmente impiden la implantación de la educación secundaria en los campos de refugiados del Alto Nilo. Se trata, principalmente, de la falta de profesores cualificados, de la escasez de libros de texto y de ejercicios, así como de las infraestructuras donde poder montar las clases.

Por Pumla Rulashe en Gendrassa, Sudán del Sur