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"Ni un aguacero me detiene cuando tengo que entrenar"

Historias

"Ni un aguacero me detiene cuando tengo que entrenar"

El programa Vení Jugá, en Quibdó, Colombia, clausuró su tercer año de implementación con presentaciones de danza y deporte.
18 December 2018
Cerca de 300 niños, niñas, jóvenes y adolescentes pertenecientes a 11 barrios de Quibdó participaron en la celebración de clausura del programa Vení Jugá.

QUIBDÓ, Colombia - Los niños y niñas salían por los rincones del barrio Villa España en Quibdó (Chocó) para ver pasar el desfile de cerca de 300 jóvenes beneficiarios del programa Vení Jugá, muchos de ellos desplazados por el conflicto armado en las regiones de Urabá, Bojayá y Riosucio.

Además de ser la clausura de las actividades del 2018, el encuentro marcó un nuevo ciclo del proyecto, que ha facilitado, durante tres años, entornos protectores, apoyo emocional y formación en derechos a niños, niñas, jóvenes y adolescentes afrocolombianos e indígenas, a través de la diversión y la disciplina del voleibol, baloncesto y fútbol sala.

“Ahí va Fredy”, gritaba un niño mientras corría por los andenes persiguiendo a su hermano mayor, que marchaba dentro del grupo de fútbol sala. Detrás, iban sus amigos que detallaban los uniformes, los balones y trataban de seguir la marcha de 120 niños, niñas y adolescentes entre los 10 y 17 años, que conforman el grupo de nuevos beneficiarios que se integraron este año.

Los jóvenes bailaron e hicieron demostraciones de sus prácticas deportivas ante los habitantes del sector y sus familias. Entre los asistentes estaban representantes de la Asociación de Jóvenes Desplazados Nueva Imagen en Unión, AJODENIU; Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano; Isaías Chala, alcalde de Quibdó, y el equipo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR.

La clausura fue una muestra de gratitud a la Fundación Olímpica para los Refugiados, que financió el programa desde el 2016, también al apoyo del ACNUR y a la Alcaldía de Quibdó. Vení Jugá es una iniciativa de AJODENIU, que lleva casi 20 años buscando alternativas de vida para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de los barrios Samper, La Victoria, Obrero, El Futuro I y II, Villa Esperanza, Casa Blanca, La Unión, Parque La Gloria, Villa España y El Reposo.

“Yo corría por las calles, sin nada más qué hacer”, cuenta Laura Pino de 19 años. Ella se integró al programa cuando era una niña y se la pasaba deambulando por el barrio. Su madre, víctima de desplazamiento de Bojayá, tiene que salir a trabajar todo el día para sostener a Laura y sus otras dos hermanas. Con Vení Jugá Laura aprendió la importancia de la autoestima y la perseverancia. “Ni un aguacero me ataja cuando tengo que entrenar”, afirma.

“Quiero seguir regando semilla, por eso me veo como entrenadora o profesora”

Sin embargo, Laura no se quedó solo como beneficiaria, cuando cumplió 18 años empezó como deportista competitiva y se involucró en las actividades del programa. Ahí, encontró la vocación de su vida, pues ahora está en quinto semestre de Educación Física en la universidad. “Quiero seguir regando semilla, por eso me veo como entrenadora o profesora”, asegura.

Y ya lo es, porque además de estar en el equipo de fútbol sala femenino, trabaja como asistente del grupo de danza y guía deportiva para los más pequeños. Precisamente por su vocación y experiencia en el programa, el alto comisionado del ACNUR, Filippo Grandi, la invitó como panelista en una mesa redonda sobre deportes en el XI Diálogo del Alto Comisionado sobre los desafíos de protección, en Suiza, el próximo 18 de diciembre.

“Con Vení jugá conocí a niños de otros barrios, me integré con ellos y me di cuenta de que vivían las mismas dificultades que yo”, narra María* de 15 años. Desde muy jóvenes los habitantes saben que cruzar de una calle a otra puede costarles la vida, pues existen fronteras invisibles creadas por las pandillas. “Vencer las fronteras y unir a los niños como compañeros es un logro del proyecto”, enfatiza Richard Flores, coordinador deportivo de AJODENIU. 

“Es fenomenal la evolución de un niño que a los 10 años era agresivo y ahora es un adolescente que comparte y convive con otros”, asegura Jaminton Robledo, representante de AJODENIU. El líder de la asociación también se enorgullece de reducir la deserción escolar de los participantes del programa en aproximadamente un 99 % y en estos tres años solo hubo un embarazo adolescente. Este es un logro significativo si se tiene en cuenta que Chocó es el departamento con la tasa más alta de mujeres menores de 14 años con hijos, según el Ministerio de Salud y el Instituto de Bienestar Familiar (ICBF). 

“Ellas son las que nos explican y saben más que nosotras sobre planificación”, dicen entre risas un grupo de madres cuando se les pregunta sobre la educación sexual que sus hijas reciben en el programa. “A su edad yo ya tenía varios hijos”, cuenta Elba María Espinosa. Su hija Yajaira Cuesta, de 15 años, hace parte del equipo de fútbol sala. Además, está terminando bachillerato y es voluntaria de la Cruz Roja Colombiana. “No solo ha mejorado mucho en su comportamiento, también le da ejemplo a sus hermanas y ya tiene claro que quiere ser enfermera”, afirma Elba.  

Los miembros de AJODENIU saben que después de tres años de apoyo de la Fundación Olímpica para los Refugiados el próximo reto es lograr una financiación a largo plazo. De igual manera lo manifestó el presidente del Comité Olímpico Colombiano, Baltazar Medina, “ya se cumplió la primera etapa, ahora los líderes de la comunidad deben dar muestra de su compromiso, de lo que han aprendido y su capacidad de gestión para buscar que el programa siga funcionando con el éxito que ha tenido hasta hoy”.