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De vuelta a Colombia tras una vida en Venezuela

Historias

De vuelta a Colombia tras una vida en Venezuela

Jaime Angulo de La Pava tenía 13 años cuando se marchó de su Colombia nativa a Venezuela, junto con su papá, que había conseguido un empleo en el país vecino.
20 agosto 2019
Daniel y Gabriel dibujan mientras esperan el almuerzo en el Comedor Divina Providencia apoyado por ACNUR y el WFP.

Jaime vivió en Venezuela 40 años; tuvo tres matrimonios y vio nacer a nueve de sus hijos. Nunca se le ocurrió regresar a Colombia hasta que su entonces hijo menor, Francisco, nació sin signos vitales. Sin poder conseguirle medicamentos o siquiera la partida de nacimiento en Venezuela, él sabía que había llegado la hora de volver a su patria.


Cuando su esposa, Deisy Lizarazo, dio a luz en 2016 al pequeño Francisco en un hospital de Caracas, Venezuela, el recién nacido tuvo que ser entubado de urgencia. El bebé sobrevivió, pero se enfrentaría a tantas complicaciones—apnea y bronquitis, entre otros problemas de salud—que los médicos dejaron de brindarle los tratamientos más básicos.

“Desde un principio lo vieron tan grave que no quisieron ‘gastar’ vacunas en él,” recuerda Jaime. “Además, nos pidieron dinero por darle una partida de nacimiento”.

Como la familia se negó a pagar, la partida de nacimiento de Francisco nunca fue emitida, dejando al bebé en una especie de limbo, sin ninguna nacionalidad reconocida. Eso dificultó todavía más el acceso a medicamentos, ya de por sí escasos, por lo cual Jaime comenzó a vender sus pertenencias para cubrir lo que necesitaba el bebé. Las cosas se pusieron más complicadas cuando la situación en el país lo llevó a apartarse de la empresa de fumigación que tenía desde hacía años, que en su auge había contado hasta con 42 empleados.  

 Jaime no tuvo más remedio que plantearse la vuelta al país que había dejado cuatro décadas atrás, dejando atrás el apartamento que habían comprado con el trabajo de la mayor parte de sus vidas, la empresa y los proyectos que tenían.

“Un pediatra nos dijo que Francisco no resistiría el viaje desde Caracas hasta Colombia en avión”, explica Jaime, así que optaron por hacer el trayecto por tierra, tomando varios autobuses desde Caracas a San Antonio del Táchira, ciudad fronteriza con Colombia. Después de casi un día entero de viaje llegaron todos sanos y salvos a Villa del Rosario, municipio colombiano ubicado en la frontera.

Gracias a la asistencia brindada por ACNUR – la Agencia de la ONU para los Refugiados - en el Punto de Atención y Orientación (PAO) * de ese lugar, Jaime y su familia siguieron los pasos para tramitar el Permiso Especial de Permanencia, que permite a los venezolanos vivir en Colombia durante dos años y acceder a derechos como el trabajo formal y la salud. Además, la familia fue remitida a otras agencias de las Naciones Unidas y organizaciones socias con las cuales consiguieron hospedaje durante algunos días en albergues de la región.

 

En promedio, 11.400 personas entraron diariamente a Colombia desde Venezuela a través del puente internacional Simón Bolívar en julio de este 2019. Jaime y su familia llegaron al puente desde Caracas y muy cerca de allí conversaron con los funcionarios de ACNUR.

Cerca de 10.000 personas han sido atendidas en el Punto de Atención de Villa del Rosario, que fue inaugurado hace un año justo en el punto de frontera con Venezuela que recibe mayor volumen de refugiados y migrantes.  “El de ACNUR es un apoyo muy grande que te dignifica como ser humano, te hace sentir que tú tienes derechos y no estás desamparado”, relata Jaime. “Esas son cosas que te levantan el espíritu como no puedes imaginar, porque uno viene casi destrozado desde otro país”.

Según cuenta Jaime, a partir de la información recibida en el PAO de Villa del Rosario y teniendo en cuenta que él era ciudadano colombiano, decidió solicitar que todos los integrantes de su familia tuvieran esta nacionalidad a la Registraduría Nacional, que cuenta con una iniciativa apoyada por ACNUR denominada Unidad de Atención a Población Vulnerable (UDAPV)*. Este grupo móvil trabaja en el registro e identificación en las regiones apartadas del país y durante 2018 atendió a Jaime y otros 17.225 colombianos que regresaron desde Venezuela.

A través de sus 32 PAO y 11 oficinas en el país, ACNUR identifica casos como el de la familia de Jaime y los remite a la Registraduría para que puedan acceder a la nacionalidad colombiana. Además, ACNUR brinda apoyo técnico a las instituciones colombianas para responder a la demanda en materia de derechos de las personas refugiadas.  

Deisy, su madre sostiene en brazos a Salomón ante la mirada inquieta de Francisco. Los cuatro son hermanos e hijos de papá colombiano y mamá venezolana. Salomón es el único que nació en Colombia.

Un viaje hasta Armenia

A través de contactos con amigos y familiares que no había visto en décadas, Jaime consiguió apoyo para establecerse en Armenia, una ciudad en el eje cafetero de Colombia en la que estudió la escuela primaria. Una vez instalados en la ciudad, Jaime y Deisy comenzaron a trabajar como vendedores ambulantes, sustentando la familia con la venta de frutas, café y caramelos.

“Un amigo vio que estábamos trabajando para salir adelante y nos dio una mano: él es herrero y nos elaboró con sus propias manos un asador para que pudiéramos vender arepas”, dice Jaime. “Hemos recibido mucho apoyo emocional y muchas veces lo que uno necesita es eso, volver a sentirse como persona y entender que todo lo que ha pasado no es culpa de uno”.

Otro hijo, Salomón, nació en Cúcuta y es también colombiano de nacimiento. A su vez, Deisy y el resto de sus hijos, incluido Francisco, cuentan ahora con la nacionalidad colombiana.

“Yo soy el principal admirador de mis hijos, unos niños que han sufrido tanto pero se han manejado de una forma muy digna”’ destaca Jaime. “Me hacen sentir orgulloso de mi familia y pienso que todos los trabajos que hemos pasado han valido la pena”.


* El Punto de Atención y Orientación en el Puente Simón Bolívar cuenta con el apoyo de AECID y la Unión Europea, a través del proyecto de ECHO VENSIT.

* La Unidad de Atención a Población Vulnerable cuenta con el apoyo de Japón y la Unión Europea, a través del proyecto para la Contribución a la Paz y la Estabilidad (ICSP, por sus siglas en inglés).