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"¡Sólo Dios sabe qué será de nosotros!"

Historias

"¡Sólo Dios sabe qué será de nosotros!"

Residents of a refugee camp destroyed by the monsoon try to rebuild their lives as UNHCR extends its assistance efforts across a flood-ravaged land. [for translation]
13 agosto 2010
Hombres excavando entre los escombros de sus casas en el campamento de refugiados Azakhel, cerca de Peshawar, luego de las inundaciones que dejaron a gran parte de Pakistán en la miseria.

ALDEA DE AZKHEL, Pakistán, 13 de agosto (ACNUR) – Durante más de 30 años, el campamento de Azkhel, ubicado al noroeste de Pakistán, significó un lugar de bienvenida para decenas de miles de refugiados que escapaban de la guerra en el vecino Afganistán. El asentamiento comenzó con algunas carpas improvisadas pero luego se convirtió en una aldea con lugares para tomar el té, con vendedores de kebab, verdulerías, fruterías y otros pequeños negocios.

"Escapamos de la guerra en Afganistán hace 30 años y comenzamos una nueva vida aquí", cuenta Naizbibi, una de las residentes que tuvo que dejar su tierra natal cuando tenía 11 años y que desde entonces ha ayudado a criar a una numerosa familia de 30 miembros en el campamento, incluyendo hijos y nietos.

Pero con la llegada de la peor inundación en la historia de Pakistán, el campo fue aplastado y el único edificio que queda en pie es la mezquita. Todo lo demás quedó cubierto bajo un metro de un espeso lodo. Pilas de vigas de madera y escombros, alfombran el paisaje. La familia de Naizbibi perdió su casa, sus pertenencias y sus animales: "Solo tenemos algo de ropa", confiesa mientras calma al niño que llora en sus brazos.

Naizbibi es una de las 300.000 personas en Pakistán a quien el ACNUR ha provisto con refugio y otros suministros para paliar las secuelas de la inundación que azotó al país. La familia estaba viviendo bajo una lona de plástico colgada de los árboles, hasta hace unos días, pero ahora han levantado una carpa, una de 1.100 que ACNUR ha distribuido junto con otras provisiones en el campamaento de Azkhel.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer ya que abundan los mosquitos y crece la preocupación por las enfermedades. Muchos de los habitantes de los campamentos aún se encuentran a la intemperie y en palabras de uno de los líderes comunitarios, "viven solamente por la gracia de Dios".

El ACNUR está preocupado por las necesidades básicas, derechos y bienestar de la gente en Pakistán que ha sido desplazada de sus hogares, quienes están luchando por sobrevivir y no cuentan con la suficiente infraestructura para hacerlo. Las autoridades de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa reportan que 653 escuelas están ocupadas por las personas afectadas por la inundación. Algunas escuelas albergan alrededor de 10 familias por aula. La protección en cuanto a la salud y la potencial violencia sexual u otros abusos a mujeres y niños, es una gran preocupación en estos establecimientos hacinados.

El ACNUR estableció grupos de protección en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, los que están concentrados en los tres distritos más afectados: Nowshera, Charsadda y Peshawar. Esfuerzos similares se están llevando a cabo en la provincia de Balochistán, que fue azotada por el desbordamiento de los ríos y donde las grandes distancias entre las comunidades afectadas y el centro de operaciones logísticas del ACNUR en Quetta, obstaculiza los esfuerzos de asistencia: cinco de los nueve camiones que fueron despachados desde Peshawar hace una semana, aún están atrapados a causa de los aludes y las inundaciones.

En la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, los campamentos de refugiados en 17 distritos de la provincia han sido golpeados por las inundaciones, arrasando con más 12.600 viviendas y dejando 85.800 refugiados sin hogar. Miles de casas, tanto de los refugiados afganos como de los pakistaníes, han sido severamente dañadas. Estos refugiados, vulnerables y sin un techo, entre ellos muchas mujeres, niños y ancianos, tendrán prioridad para recibir cobijo, alimentos de emergencia y asistencia médica.

En el campamento de refugiados Azakhel el ACNUR ha distribuido 1.100 carpas y suministros no alimenticios a los refugiados, quienes han levantado campamento en zonas secas, incluso al costado de las carreteras.

Hasta ahora, el ACNUR ha distribuido materiales de refugio para ayudar a más de 300.000 personas, incluyendo más de 17.000 carpas y 43.700 lonas plásticas, 103.000 mantas, 59.000 colchonetas, 60.000 bidones y baldes, 18.500 sets de cocina, 18 toneladas métricas de jabón y 25.000 mosquiteros.

Desde el ACNUR se advierte que la crisis que enfrenta Pakistán es enorme y que sigue desplegándose, la crisis desatada no terminará cuando bajen las aguas. Mientras continúa habiendo destrucciones masivas al desbordarse los ríos, cuyo caudal se dirige hacia el sur por las llanuras, ya que hay cientos de miles de personas sin hogar, con hambre y temor a epidemias en la zona.

"¡Sólo Dios sabe qué será de nosotros! La lluvia no para y no podemos planificar nada", se lamenta Bibi Bacha Khan, una viuda de 55 años, que ha criado a sus hijos y nietos en el campamento de Azakhel. El ACNUR continuará trabajando arduamente para devolver la esperanza a millones de personas que, como ella, enfrentan tiempos difíciles en una tierra devastada.

Por Ariane Rummery en el campamento de Azakhel y Peter Kessler en Islamabad