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Los conciertos de un grupo sirio encandilan al público alemán

Historias

Los conciertos de un grupo sirio encandilan al público alemán

La música árabe tradicional interpretada por un grupo de músicos refugiados está fascinando al público alemán, facilitando el intercambio cultural y el diálogo entre los recién llegados y la población local.
19 July 2016
Los miembros del grupo Musiqana, Abdallah Rahal, Alaa Zaitouna, Adel Sabawi y Ali Hasan, tras un ensayo en el café Super Sessions de Berlín.

El cantante Abdallah Rahal apareció en el escenario mientras el laudista iniciaba una enigmática melodía. Los músicos no se habían conocido hasta unos momentos antes. Abdallah alzó la voz para responder a los evocadores semitonos del laúd y prendió la chispa. Así nacía Musiqana.


Este encuentro fortuito en el rigor del invierno berlinés marcó el inicio de una nueva etapa en la vida de Abdallah, refugiado sirio. Devoto desde hace largo tiempo del tradicional estilo de la música tarab, el cantante ha descubierto la manera de compartir con su país de acogida los recuerdos de su patria perdida.

"Nuestros conciertos son un trozo de Siria en Berlín," explica Abdallah, de 28 años, quien huyó de la violencia creciente cerca de su casa en Alepo, al noroeste de Siria, y que llegó el pasado octubre a un centro de acogida a las afueras de la capital alemana. "La música 'tarab' utiliza palabras muy antiguas, limpias y puras. Cuando los árabes escuchamos estas palabras, nos sentimos como si tuviéramos alas, como si estuviésemos en pleno éxtasis".

Pronto se unieron otros tres músicos a Abdallah y al laudista Ala Zaitouna: el guitarrista Adel Sabawi y los percusionistas Ali Hasan y Ahmad Niou, todos refugiados sirios. Una amiga escocesa de Abdallah, Rachel Clarke, cuentacuentos y productora de teatro, se ofreció como voluntaria para ser la manager del grupo y se lanzó a organizar conciertos.

Muchos refugiados recién llegados iban en tropel a los conciertos, ilusionados con la oportunidad de aplaudir, bailar y corear las conocidas canciones del tarab, que significa "alegría" en árabe. Los músicos tampoco se imaginaban que a la audiencia alemana les pudiesen gustar tanto las canciones árabes y sus poéticas letras. Y sin embargo, Musiqana ("nuestra música") aumenta sostenidamente sus seguidores locales.

"Al principio no esperábamos que a los alemanes les gustase nuestra música, pero así es", cuenta Alaa, quien en un principio llegó a Alemania desde Siria con un visado de estudiante. "En nuestros conciertos el mundo es maravilloso, no hay nacionalidades ni racismo u otras cosas, solo música".

Rachel escuchó por primera vez a Abdallah cantar a capela en un centro de acogida a las afueras de Berlín el otoño pasado, y automáticamente se sintió impactada por el amplio atractivo de la música.

"Las artes y la música juegan un papel extraordinario en el entendimiento entre culturas".

"Se notaba que las letras eran especiales, veías que los otros refugiados se emocionaban con ellas", señala Rachel ella. "Las canciones y la melodía eran preciosas, y esos maravillosos semitonos y cuartos de tono tan típicos de la música oriental estaban allí".

Empeñada en que se escuchase la voz de Abdallah, Rachel invitó al grupo a que tocase en sus solicitados eventos de cuentacuentos, en los que refugiados comparten recuerdos de Siria antes de la guerra. Su objetivo es presentar a los recién llegados ante la comunidad local de Berlín.

"Las artes y la música pueden tener un papel extraordinario para unir a la gente, para comprender la cultura del otro y para la integración," afirma. Durante los conciertos había magia en el ambiente, añade. "Es una experiencia compartida y eso es ya un punto de partida para la comunicación".

"No estaba seguro de que a los alemanes les fuese a gustar su música tan de repente como a mí. Pero me di cuenta de que en el primer concierto había una grandísima curiosidad por la otra cultura. Había muchísima gente que escuchaba atentamente y que estaban tan fascinados como yo".

Abdallah aprendió las complicadas melodías de la música tarab cuando era estudiante en el Instituto Sabah Fakhri de Alepo, bautizado así en honor a un internacionalmente reconocido cantante sirio. Cuando terminó sus estudios, lanzó una empresa de exportación de cosméticos y perfume; cantaba en su tiempo libre.

"Cuando estalló la guerra, todo cambió en Siria," explica. "De repente todo estaba roto, todo era muy duro. Me fui de Siria porque no me quedaba otra opción. Es la guerra. La guerra significa que tienes que encontrar algún lugar para estar a salvo".

"Cuando canto música tarab me siento como en el cielo"

El año pasado, Abadallah huyó a Europa a través del Líbano y Turquía, arriesgándose en una peligrosa travesía marítima para cruzar hacia Grecia y unirse a cientos de miles de personas en la ruta de los Balcanes occidentales. La música le ayudo a sobrevivir al viaje.

"Fue muy duro," dijo. "Durante el viaje mucha gente enfermaba. Por eso, a veces cantábamos juntos, nos reíamos. Sin la música, hubiese sido mucho más duro. Cuando canto música 'tarab' me siento como en el cielo. Es todo esperanza, como si algo bueno estuviese a punto de pasar".

Abdallah dijo que su pasión por la música le ayudó a enfrentarse a sus miedos por la seguridad de sus seres queridos, todavía en Siria. Como muchos refugiados, vive con el temor constante de escuchar que uno de sus parientes ha sido asesinado.

"Todos los sirios que siguen allí [en Siria] tienen una vida terrible," dice. "La música devuelve la esperanza a la gente. Se acuerdan de que teníamos una vida, paz, muchas cosas que hacer. Hace que la gente piense en firmar la paz".

"Cuando llegué aquí sentí que por fin tenía un propósito, compartir mi cultura con los alemanes. Al mismo tiempo, yo también puedo tomar cosas de su cultura. A la gente le encantó cuando empecé a hacerlo. Me hizo muy feliz.", añade.

Musiqana tiene grandes metas. El grupo planea grabar un álbum y tocar por Alemania y Europa, compartiendo la música siria con nuevos públicos para promover el entendimiento y el intercambio cultural.

"Todos estamos atravesando el mismo proceso de acoger a los refugiados, intentando descubrir cómo podemos trabajar y vivir juntos", señala Rachel. "Hay una gran necesidad de diálogo. Sé que la música puede crear ese diálogo y ayudar a que haya una buena integración".

Por Josie Le Blond.