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Un centro atiende a niños vulnerables en Nepal

Historias

Un centro atiende a niños vulnerables en Nepal

El centro brinda atención a los niños de los refugiados y las comunidades de acogida mientras los padres están ocupados durante el día.
14 agosto 2012
Los niños cantan y bailan al ritmo de la música nepalí en el Centro de Desarrollo de Primera Infancia cercano al campo de Sanischare, que acoge a refugiados butaneses en el este de Nepal.

DAMAK, Nepal, 14 de agosto (ACNUR) -- Kriti, de cuatro años, saluda a gritos a todos los visitantes del Centro de Desarrollo de Primera Infancia (ECDC por sus siglas en inglés) situado cerca del campo de refugiados de Sanischare, en el este de Nepal. El niño no es el mismo que hace un año.

"Era un niño muy difícil. Solía llorar y se mostraba distante durante un tiempo" recuerda Durga Wagle, facilitadora en el Centro. Ahora Kriti es conocido por ser el niño más entusiasta y alegre.

Kriti atravesó un periodo muy complicado. Su padre era alcohólico y su madre no podía asumir toda la carga ella sola, así que abandonó a la familia y se volvió a casar. Kriti vive con su abuela, que tiene 50 años y no puede ofrecerle los cuidados y la atención que él necesita, ya que trabaja fuera del campo de refugiados durante todo el día. Muchas veces Kriti pasa todo el día solo y depende de la ayuda de los vecinos.

Este centro, construido por la Agencia de la ONU para los Refugiados, ofrece apoyo a más de 30 niños como Kriti, de entre dos y cinco años, pertenecientes tanto a la comunidad local como a la de refugiados. Se construyó cerca del campo de Sanischare para que el acceso fuera fácil para ambas comunidades. El campo todavía alberga a unos 10.940 refugiados de Bután que vinieron a Nepal a principios de los 90.

El objetivo del centro es ayudar a proteger a los niños vulnerables cuando sus padres los dejan solos o sin supervisión cuando se tienen que ir a trabajar.

"Cuando vimos la situación desesperada de muchos niños como Kriti, tanto en los campos como en la comunidad de acogida, sentimos que era necesario contar con una guardería infantil que ofreciera un entorno seguro y adecuado para estos niños" señala Sangita Khatiwada, Asistente de Protección de la suboficina de ACNUR en la ciudad nepalí de Damak.

"Este centro ha ayudado a los padres a concentrarse en sus actividades diarias y al mismo tiempo ha proporcionado a sus hijos una oportunidad de aprender basándose en los principios de desarrollo y educación en la primera infancia" añade Sangita.

Los niños que acuden al centro proceden de distintos y complicados ambientes. "Algunos pertenecen a familias muy pobres, otros han sufrido violencia en casa y otros tienen padres separados o discapacitados. Todos estos factores podrían llevar a los niños a estar expuestos a riesgos de protección" cuenta el supervisor del centro, Ramesh Adhikari.

El centro lo dirige un comité de gestión compuesto por 12 miembros que incluye a refugiados y comunidad local. "Se ha convertido en un sólido ejemplo de buena cooperación y relaciones entre las dos comunidades" afirma Eirin Broholm, Oficial Asociado de Servicios Comunitarios en la suboficina de ACNUR.

Los padres dejan a los niños en el centro hacia las 8 de la mañana. El aula pronto se convierte en un espacio bullicioso y divertido.

Devi Chaudhari, una madre soltera de una aldea adyacente al campo, trae a su hija de tres años al centro cada día. "Tenemos suerte de tener este espacio. Las actividades en el centro han ayudado en general al desarrollo de mi hija y me han ayudado a concentrarme en mis actividades" afirma Devi.

Escuchando cuentos, bailando y cantando, pintando o construyendo estructuras con pequeños bloques de plástico los niños se mantienen ocupados en el centro. El "tiempo al aire libre" es lo que más les gusta a todos, ya que pueden jugar libremente. La hora de la comida es un momento divertido en el que comparten sus alimentos o comen lo que han traído de casa. Los más pequeños reciben la ayuda de los cuidadores para comer y hacia las cuatro de la tarde todos se despiden y vuelven a casa con sus padres.

"Hemos recibido peticiones de muchos padres pero debido a los pocos fondos que tenemos y a las limitaciones de espacio, el centro sólo pueden ofrecer sus servicios a un número limitado de familias" añade Durga Wagle.

ACNUR supervisa las actividades en el centro regularmente y financia la formación que necesitan los maestros y facilitadores.

"Es realmente bonito ver las caras felices de estos niños. El centro ha garantizado que los niños vulnerables de ambas comunidades tengan acceso a una atención y cuidado de calidad y ha aumentado las oportunidades de las madres vulnerables, tanto de la comunidad de refugiados como de acogida" afirma Sangita.

Por Pukar Ghimire y Nini Gurung en Damak, Nepal