Diecisiete ejemplos de refugiados que lideran el desarrollo sostenible

Diecisiete ejemplos de refugiados que lideran el desarrollo sostenible
Una mujer riega un plantío de vegetales en un jardín en Ouallam, Níger; lo comparten personas refugiadas, desplazadas internas y locales.
Se ha recorrido la mitad del camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, si bien ha habido avances, estos no se han logrado a la velocidad ni con la magnitud que se necesita. Además, las crisis nuevas y existentes han exacerbado obstáculos de larga data para el desarrollo sostenible.
Aprovechando la inercia en torno a la Cumbre sobre los ODS, que tendrá lugar en septiembre en Nueva York, el Foro Mundial sobre los Refugiados ofrecerá otra gran oportunidad para movilizar acciones que generen cambios positivos en la vida de las personas refugiadas, así como promover la adquisición de compromisos para brindar apoyo a los países de acogida.
En ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, se sabe que las personas más afectadas por los desafíos más pronunciados en el mundo son quienes están en una mejor posición para descubrir e implementar soluciones. Si bien los conflictos armados, la creciente inseguridad alimentaria y la emergencia climática han llevado a las personas desplazadas en el mundo al borde del abismo, muchos refugiados han encontrado maneras de retribuir a las comunidades de acogida como educadores, defensores de derechos, emprendedores, activistas climáticos y trabajadores del sector salud, entre otras actividades. Por tanto, es necesario que reciban apoyo y ánimos en sus esfuerzos. La consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible depende de la inclusión de las personas refugiadas – incluidas las personas jóvenes – en los sistemas nacionales y las redes de seguridad social, las economías locales, así como los planes y respuestas de desarrollo.
Estos son algunos ejemplos de personas refugiadas que están marcando la pauta.
“La inclusión es una de las mejores formas de protección; y el desarrollo suele facilitar la inclusión (en las sociedades, los servicios y la economía)”.
ODS 1: Fin de la pobreza
Los países de renta media y baja han dado acogida a cerca del 74% de las personas refugiadas, mientras que los países menos desarrollados han acogido a un 22%. A pesar de los apabullantes obstáculos que enfrentan, muchas personas refugiadas han logrado reconstruir sus vidas, sostener a sus familias y retribuir a las comunidades de acogida mediante emprendimientos y negocios.
En Burundi, por ejemplo, un panadero congoleño prepara pan diariamente para la población local y para otras personas refugiadas; hacerlo le ha devuelto la dignidad y es la fuente de la que obtiene ingresos para sostener a su familia. Shebulike sueña con ampliar el negocio, pero se lo impiden la falta de electricidad y las restricciones a la circulación de las personas refugiadas. ACNUR ha estado abogando por conectar los campamentos de refugiados de Burundi con redes nacionales de suministro eléctrico; de esa forma, las personas refugiadas tendrán más acceso a oportunidades económicas.
“Ser refugiado no es una desventaja; tampoco es el fin del mundo. Soy prueba viviente de que se pueden lograr grandes cosas aun siendo refugiado. No conozco ninguna persona refugiada que quiera permanecer en una situación precaria y ser dependiente indefinidamente”.
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ODS 3: Salud y bienestar
Si bien están muy expuestas al trauma y al estrés, las personas que huyen de conflictos y persecuciones rara vez tienen acceso al cuidado de la salud mental. Las adversidades que enfrentan incluyen separación familiar, peligrosas travesías, violencia y abusos, xenofobia, y falta de medios de vida. Aunque se requieren recursos adicionales, las personas refugiadas se las han ingeniado para ofrecer servicios para el cuidado de la salud mental.
La Liga por la Salud Mental es un grupo integrado primordialmente por psicólogas ucranianas en Eslovaquia que reciben llamadas de otras personas refugiadas de Ucrania a través de una línea de atención. Estas personas solicitan ayuda debido a que sufren ansiedad, tienen pensamientos suicidas o necesitan asesoramiento legal; algunas de ellas son sobrevivientes de violencia de género. Svitlana, quien huyó de Járkov, es una de las trece psicólogas que integran el equipo.
“Poco a poco, las personas dejan de llorar y de gritar, empiezan a hablar más pausadamente, su respiración se ralentiza, así que, después de un tiempo, percibimos que se sienten mejor”.
ODS 4: Educación de calidad
Alrededor del 40% de las personas refugiadas tienen menos de dieciocho años; por desgracia, la educación de calidad no suele estar a su alcance. De un total de 14,8 millones de niñas y niños refugiados en edad escolar, se estima que un 51% asiste a la escuela; en otras palabras, más de siete millones de niñas y niños refugiados no están recibiendo educación. Además, apenas un 6% de la población refugiada asiste a instituciones de educación superior.
En la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, que se llevó a cabo en 2022 durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, convergieron docentes y estudiantes refugiados para solicitar que se otorgue acceso a educación de calidad a la niñez y la juventud refugiadas en su totalidad, haciéndolas parte de los sistemas nacionales de educación y de los mecanismos de financiamiento educativo pertinentes. Estos docentes y estudiantes refugiados están haciendo incidencia y usando sus plataformas para alcanzar el ODS 4, que implica empoderar y alentar a la juventud refugiada.
“Deseo que la educación esté al alcance del estudiantado refugiado en todo el mundo”.
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ODS 6: Agua limpia y saneamiento
El acceso a agua potable y al saneamiento son derechos humanos. No obstante, millones de personas refugiadas y desplazadas por la fuerza no tienen acceso a suficiente agua, a sanitarios ni a instalaciones de aseo e higiene. ACNUR aboga por que las personas refugiadas tengan acceso seguro y sostenible a agua potable salubre y a servicios de saneamiento; además, se ha comprometido a lograr que diez millones de refugiados reciban servicios adecuados de agua potable para 2025. Por su parte, las personas refugiadas se han esforzado por garantizar que sus comunidades tengan acceso a fuentes seguras de agua.
Nikuze Rachel, por ejemplo, es presidenta de la comisión local de agua en el asentamiento de Nakivale, en Uganda. Como tal, ayuda en la gestión del suministro de agua limpia en su comunidad; por tanto, reporte fugas y garantiza que el acceso al agua sea equitativo.
“Me encargo de gestionar el suministro de agua en la comunidad para garantizar que se mantenga el orden en los puestos de grifos, de ese modo, todas las personas tendrán acceso al agua en la misma medida”.
ODS 7: Energía asequible y no contaminante
Por lo menos cuatro de cada cinco personas desplazadas por la fuerza dependen de la madera para cocinar y mantener un ambiente cálido; esto puede ocasionar deforestación y aumenta los riesgos para mujeres y niñas, que son quienes usualmente recorren largos caminos para recolectar madera.
Las personas refugiadas han encontrado formas de contar con energía asequible y limpia en sus comunidades.
Vasco, un refugiado congoleño que vive en el campamento de Kakuma, en Kenia, dirige una minirred solar de diez kilovatios que suministra energía limpia a doscientos negocios dentro y fuera del campamento (incluidos muchos hogares de personas refugiadas).
Vasco se llena de alegría por poder abonar a las soluciones de energía limpia en el campamento, donde la mayor parte de las familias refugiadas no tiene posibilidades de costear el servicio de luz en sus hogares.
“Las personas deben contar con electricidad siempre que la necesiten”.
ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico
El acceso a un trabajo decente, medios de vida y mercados laborales es esencial para las personas refugiadas. Actualmente, un 70% de ellas vive en países donde no pueden ejercer el derecho al trabajo. Lograr que las personas refugiadas obtengan ingresos resulta vital para que puedan reconstruir sus vidas y retribuir a las comunidades en las que viven. Cuando se les garantiza el derecho al trabajo, muchas personas refugiadas empiezan negocios propios, que les permiten sostener a sus familias e impulsar la economía local.
En toda América Latina se han impartido cursos de capacitación en los que personas refugiadas y migrantes de Venezuela han adquirido herramientas para ser autosuficientes y contribuir a los países de acogida. En Perú, por ejemplo, María, una refugiada de Venezuela, trabajaba en la informalidad antes de que un curso de emprendedurismo la ayudara a llevar su pequeña empresa al siguiente nivel.
“La capacitación me abrió los ojos y me ayudó a darme cuenta de que podía hacer y crecer mucho más”.
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ODS 10: Reducción de las desigualdades
Con frecuencia, las personas refugiadas y desplazadas internas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, intersexuales y cuir (LGBTIQ+) sufren desigualdades y deben superar barreras en el acceso a la salud, la vivienda y el empleo. Incluso luego de haber huido de violencias y persecuciones en su lugar de origen, estas personas continúan siendo discriminadas y violentadas. Muchas, sin embargo, han roto barreras y abogan por la igualdad en las comunidades en las que se establecieron.
Emma Yaaka huyó de Uganda, su país de origen, en dirección a Kenia para escapar de la persecución de la que fue objeto por su orientación sexual. Luego de eso, se convirtió en voluntario de ACNUR para ayudar a brindar apoyo a las personas LGBTIQ+ refugiadas en mayor situación de vulnerabilidad. Tras su reasentamiento en Estados Unidos, continuó defendiendo los derechos de la comunidad LGBTIQ+; de hecho, creó un grupo de apoyo virtual en el que convergen más de doscientas personas LGBTIQ+ refugiadas de diferentes partes del mundo.
“Siempre que alzo la voz se crea una reacción en cadena positiva”.
ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles
La mayor parte de las personas refugiadas en el mundo reside en zonas urbanas. Las autoridades, alcaldías y municipalidades locales lideran la respuesta global a la situación de las personas refugiadas, lo que fortalece la cohesión social, al tiempo que se protege y brinda asistencia a las personas desplazadas por la fuerza. Los refugiados, por su parte, ayudan a construir ciudades y comunidades más inclusivas y sostenibles.
Ubicada en el pueblo de Lewiston, Maine, la Cooperativa Nuevas Raíces (New Roots Cooperative) es una granja sostenible creada por refugiados bantúes somalíes que escaparon de la violencia en su lugar de origen y tuvieron la oportunidad de empezar de cero en Estados Unidos. En ella se emplean métodos agrícolas de Somalia para retribuir a la comunidad de acogida de una manera tangible; en concreto, la retribución se logra abasteciendo al mercado local con productos frescos cada semana.
“Somos una cooperativa, o sea que trabajamos de manera conjunta para satisfacer nuestras necesidades mutuamente”.
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ODS 13: Acción por el clima
Más del 70% de las personas refugiadas y desplazadas internas provienen o viven en los países que son más vulnerables al impacto del cambio climático. Año con año, a causa de desastres relacionados con el clima, millones de personas se ven forzadas a abandonar sus hogares. En este contexto, las personas refugiadas han alzado la voz para solicitar acciones urgentes por el clima y pedir que se les incluya en los esfuerzos de planificación, mitigación y adaptación.
En la COP27, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que el año pasado tuvo lugar en Egipto, Assad (de 12 años) fue una de las personas que solicitaron un cambio. Como refugiado de Sudán, no solo se ha visto afectado por el conflicto, sino que toda su comunidad ha quedado atrapada a causa de las inundaciones. Assad y otros panelistas hablaron sobre los esfuerzos que han estado haciendo para mitigar el cambio climático y para adaptarse a él.
“Hoy estoy aquí para solicitar, con la voz de cada niño y niña, que los países con recursos ayuden a los países pobres para que puedan hacer frente a los desastres”.
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ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres
Para minimizar el impacto ambiental, es necesario gestionar los ecosistemas y recursos naturales de manera sostenible dentro y fuera de los lugares donde viven las personas refugiadas. De hecho, algunas de ellas están marcando la pauta en la protección de especies en peligro de extinción; además, se esfuerzan por generar consciencia en torno a la importancia de la conservación.
Una de estas personas es Joshua, quien huyó de la violencia en su país y ahora trabaja como guardabosques en una reserva natural al sureste de Guatemala. Por medio de una alianza entre ACNUR y FUNDAECO, una organización no gubernamental que dirige la reserva, las personas refugiadas reciben capacitación y obtienen empleo. Además, muchas de ellas descubren su pasión por el mundo natural y se convierten en promotores de la conversación.
“Amo la naturaleza, y sé que lo que hago es importante no solo para mí, sino para beneficio de todos”.
ODS 16: Paz, justicia e instituciones sólidas
A millones de personas en el mundo se les niega una nacionalidad por su origen étnico, religión, lengua o género, o bien debido a vacíos en las leyes de nacionalidad. Con frecuencia, no tienen permitido ir a la escuela, recibir atención médica, conseguir un empleo, abrir una cuenta bancaria, adquirir una propiedad ni contraer matrimonio. No obstante, las personas apátridas están exigiendo cambios.
Meefah Ahsong, por ejemplo, se convirtió en apátrida al nacer porque pertenece a uno de los grupos étnicos minorizados de Tailandia que vive en las zonas montañosas al norte del país, cerca de Chiang Mai. Ahora, como voluntaria comunitaria, ayuda a otras personas en la comunidad en el proceso de adquisición de la ciudadanía tailandesa.
“Me alegra que tengan una nueva vida, un mejor empleo y acceso a atención médica. Deseo que las personas apátridas en las aldeas conozcan sus derechos”.