El Alto Comisionado visita la frontera siria y hace un llamamiento a la comunidad internacinal
El Alto Comisionado visita la frontera siria y hace un llamamiento a la comunidad internacinal
FRONTERA ENTRE SIRIA Y JORDANIA, 20 de junio de 2013 (ACNUR) -- Al anochecer muchos sirios esperan a lo largo de la castigada frontera entre Jordania y Siria, desesperados por tener la oportunidad de ponerse a salvo. Entonces estallan las discusiones. Gritan desde la valla a los soldados jordanos que guardan la frontera. Quieren saber si ya es hora de cruzar.
El soldado da la orden y todos corren. Corren tan rápido como pueden. Padres que sujetan a sus hijos. Mujeres, niños y ancianos corren todo lo que pueden. Corren porque tienen hambre y sed y porque están aterrorizados. Son los refugiados sirios más recientes de una guerra que ya dura dos años.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, fue testigo del cruce de fronteras durante la noche. Marchó por un camino de tierra para recibir a los 400 recién llegados. "Es muy importante que la comunidad internacional exprese plena solidaridad con los refugiados y con los países vecinos" apuntó Guterres. "Sólo la solidaridad internacional puede hacer que los países de acogida puedan seguir adelante para responder a las necesidades de los refugiados sirios".
El Alto Comisionado se encuentra en Jordania en su visita a la región con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se celebra cada año el 20 de junio. A principios de semana también visitó Líbano y se entrevistó con refugiados y miembros del gobierno.
En Jordania se ha reunido con representantes del gobierno, trabajadores humanitarios y refugiados. El objetivo de esta visita es centrar la atención en el sufrimiento de los refugiados sirios y hacer un llamamiento a toda la comunidad internacional para que les ayude y para que apoye a los países vecinos que llevan tiempo acogiéndolos.
"He venido a Jordania en el Día Mundial del Refugiado para acompañar a los sirios en un momento de profunda necesidad," dijo Guterres en su discurso. "También quiero agradecer a Jordania, Líbano, Turquía y todos los países de la región por haberse convertido en los generosos países de acogida para cientos de miles de personas y por haberles salvado la vida."
"No hay apenas pueblo o ciudad en Jordania que no esté acogiendo a refugiados sirios", añadió. "Lo mismo sucede en Líbano, Turquía, Irak y Egipto. Esta hospitalidad es una toda una muestra de humanidad frente a la situación de depravación". Al mismo tiempo, pidió a los líderes mundiales que encontraran una solución política al conflicto.
"Seguiremos haciendo todo lo posible para ayudar y para aliviar el sufrimiento de los sirios," señalaba Guterres. "Pero la oleada de muerte y destrucción se está extendiendo con rapidez y quiero reiterar mi petición a todos aquellos con responsabilidades políticas para que superen sus diferencias y se pongan de acuerdo para hacer todo lo que esté en sus manos con el objetivo de frenar esta guerra".
Para los recién llegados desde Siria, el coste de la guerra y la necesidad de apoyo y hospitalidad son evidentemente muy dolorosos. A un hombre le han disparado cerca del abdomen. Se lo llevan en ambulancia.
Una anciana vestida de negro suplica a los soldados que la ayuden. Está temblando y exhausta. Lleva horas andando. No hay comida. No hay agua. Un grupo de gente la rodea hasta que los soldados vienen a socorrerla. Bebe agua de la botella que le sostiene su hijo. Dejaron la ciudad de Rafia, cerca de la frontera con Israel hace 10 días. "La cargué en mi espalda" explica el hijo. "Hubo disparos durante todo el viaje. Tan solo seguimos caminando".
Una mujer llamada Zainab afirma que no sabe qué edad tiene. "Quizá tenga 80" dice. "Puede que sea mayor". Comenta que huyó sola desde un barrio de Damasco después de que su casa quedara destrozada por una bomba. Los vecinos y algunos transeúntes la llevaron en su silla de ruedas hasta la frontera y finalmente la condujeron por el camino de tierra hasta Jordania.
Existen evidencias de que las condiciones en Siria están empeorando. A principios de año, los refugiados cruzaban la frontera con sus efectos personales. Solían llevar aceite de oliva a sus familiares, ya en Jordania, grandes maletas o incluso mascotas. Ahora los equipajes son más pequeños y el sentimiento de desesperación es cada vez más palpable. Mientras el conflicto continúe, la población siria no tendrá otra opción que la de coger todo lo que tengan, huir y confiar en la amabilidad de los extranjeros.