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España: Los refugiados de Alcobendas hacen el "más difícil todavía" . . . bajo una red de solidaridad

Historias

España: Los refugiados de Alcobendas hacen el "más difícil todavía" . . . bajo una red de solidaridad

10 July 2015
Participante del Campo de Trabajo Internacional aprende a trabajar las cintas aéreas

Dembo acaba de terminar de hacer la colada y va preocupado al ensayo general por que no encuentra el pantalón negro para la actuación de la Fiesta Arco-iris. Los monitores le tranquilizan y le dicen que cualquier otro de tonalidad oscura le servirá. Un sol de justicia cae a plomo a las 17:00 por las callejuelas de Alcobendas, donde un grupo de residentes del Centro de Acogida para Refugiados (CAR) se dirige al pabellón de ensayos del circo para ultimar los detalles de la representación que realizarán al día siguiente en el parque de la Comunidad de Madrid.

Se trata de un grupo de participantes del Campo de Trabajo Internacional organizado por el CAR y el Ayuntamiento de Alcobendas del 16 al 27 de junio, que desde hace cuatro años promueven actividades en verano para fomentar la convivencia sociocultural entre solicitantes de asilo, refugiados residentes y exresidentes del CAR, españoles y participantes extranjeros.

Este año, la temática ha estado centrada en el Circo Contemporáneo y los 17 participantes registrados, de más de 10 países, han realizado actividades deportivas y culturales por la mañana, mientras que por las tardes se han centrado en los talleres de circo.

"Hemos visitado el estadio Santiago Bernabéu, nos hemos bañado en las piscinas naturales de Rascafría y hasta hemos visitado el Palacio Real", explica Amira, una joven iraní. "Ha sido una sensación alucinante verte tú, ahí, en los mismos salones y habitaciones donde vivían los reyes" añade emocionada.

Con la ayuda de unos monitores entregados, en estos talleres de la Escuela de Circo Scimmie Volanti todos han aprendido destrezas para manejar cintas aéreas, malabares o acroportés, a la vez que han trabajado la expresión corporal, las emociones y la creatividad asociada a los valores de derechos humanos.

"Yo he estado en Sáhara y en Senegal como voluntaria, pero nunca había participado en una actividad tan especial como esta, con una convivencia tan cercana con refugiados en mi propio país", comenta Raquel, una de las profesoras de la Escuela de Circo.

También a Pedro esta experiencia le ha abierto los ojos a una realidad de la que sólo conocía una pequeña parte. "Yo pensaba que los refugiados eran personas que carecían de recursos económicos y vivían en campamentos, pero hablando con mis compañeros, veo que muchos vivían en sus países como cualquiera de nosotros: tenían sus casas, sus coches, carreras universitarias y hasta master" explica este participante español.

En el pabellón de este punto de encuentro, se suda la camiseta. No hay descanso para nadie. Mientras unos practican en parejas los diábolos, los aros y las pelotas de malabares, otros representan figuras o suben por las cintas aéreas bajo la atenta supervisión de Jara que repasa en voz alta el guion de la actuación. "¡Venga, apoyaros unos en otros, con confianza, que ya veréis como podéis!" les anima esta profesora. Durante el ensayo general, se van cayendo unos encima de otros entre risas y lamentos, pero al final consiguen avanzar juntos en las distintas disciplinas.

Los nervios están a flor de piel el viernes 26, antes de subir al escenario para una representación que pone el broche final al Campo de Trabajo. La función ha sido todo un éxito y reciben un caluroso aplauso del público. "Ha sido impresionante ver lo que han podido construir juntos en tan poco tiempo", comenta Flor Salvador, la directora del CAR, dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. "Estamos muy agradecidos por el apoyo del Ayuntamiento y de la Escuela de Circo, y a la vez muy contentos con estas actividades que fomentan positivamente la interacción entre los refugiados, la gente y el entorno en el que se van a integrar" añadió la directora.

"Yo no había visto un circo en mi vida y nunca me imaginé haciendo estos números, pero me lo estoy pasando muy bien", comenta Nadir, un joven de Afganistán donde uno de los divertimentos más populares para niños y mayores es volar cometas. Nadir, como muchos de los refugiados participantes, desconocían la experiencia del circo aunque, a lo largo de su vida, han tenido que hacer muchas veces el "más difícil todavía": dejar atrás todo lo que tenían y recorrer miles de kilómetros para llegar a un país seguro, huyendo de guerras o de la persecución por pertenecer a una minoría étnica o religiosa, por el color de su piel, por tomarse la libertad de opinar diferente que los grupos mayoritarios en sus países o por motivos de género. Son gente valiente, con mucho coraje que en este campamento circense vuelven a enfrentarse al reto "del más difícil todavía", pero en esta ocasión, protegidos por una red de solidaridad que les amortigua la caída.

Nota: Los nombres de los solicitantes de asilo y refugiados que aparecen han sido cambiados por razones de protección.

Por: María Jesús Vega, Portavoz de ACNUR en España