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El ACNUR celebra el Día Mundial del Medio Ambiente

Historias

El ACNUR celebra el Día Mundial del Medio Ambiente

Gracias a las estufas de bajo consumo, a la iluminación con energía solar y al aprovechamiento del agua de la lluvia, ACNUR está haciendo todo lo posible para contribuir a la conservación del medioambiente en sus operaciones en Bangladesh.
4 June 2010
Bajo la mirada atenta de su hija, Hosan Jamal prepara el almuerzo para los ocho miembros de su familia con una cocina de cerámica ecológica en su cabaña del campo de refugiados de Nayapara.

CAMPO DE REFUGIADOS DE NAYAPARA, Bangladesh, 4 de junio (ACNUR) – A la pequeña y sonriente Noor Sumi, de sólo tres añitos, le encanta correr por la casa desnuda y observar a su mamá mientras cocina.

Pero hasta hace poco Hosan Jamal no le permitía acercarse, aterrorizada con la idea de que pudiera quemarse con la llama abierta.

Ahora Hosan cuenta con una cocina ecológica cerrada alimentada con un combustible alternativo: cáscara de arroz prensada. Y está feliz porque además de las ventajas para el medio ambiente, el nuevo sistema no representa un peligro.

"Lo mejor de cocinar con cáscara comprimida es que no hay llama abierta y el calor es mucho más fuerte", explica Hosan mientras prepara los recipientes para ponerlos en los quemadores.

El humo que todo lo ennegrecía era el principal defecto de las cabañas bajas de una pieza en las que viven los refugiados. "A veces los ojos me ardían hasta hacerme lagrimear, había humo por todas partes y los niños sufrían", recuerda Hosan, que tiene 31 años y seis hijos.

En los últimos tres años unos 28.000 refugiados musulmanes de la etnia Rohingya procedentes de Myanmar se han refugiado en Nayapara y Kutupalong, dos campos situados en Bangladesh. Gracias al ACNUR, todos los que las solicitaron (aproximadamente la mitad de la población) han recibido las nuevas cocinas ecológicas y están aprendiendo a utilizarlas.

Otros esfuerzos recientes realizados por la agencia para minimizar el impacto medioambental de los campos incluyen un sistema de recogida que permite almacenar el agua de lluvia para utilizarla en las cocinas y las letrinas comunes, un programa de horticultura, una planta que transforma los excrementos en biogás para alimentar las cocinas comunes, y un sistema de iluminación solar gracias al cual ha aumentado la seguridad de las mujeres y las niñas en los baños y las letrinas.

"Todos los pueblos del mundo celebran el Día Mundial del Medio Ambiente el 5 de junio. En nuestras operaciones en más de 100 países el medio ambiente es un tema central todos los días", observa Jean-François Durieux, responsable de los programas del ACNUR para el medio ambiente.

El ACNUR celebra el Día Mundial del medio Ambiente con una exposición en Ginebra de prácticas positivas adoptadas en sus operaciones alrededor del mundo. Como el campamento de Etiopía en el que los refugiados participan en campañas comunitarias de limpieza y replantación de árboles, o el de Girba, en Sudán oriental, cuyos huéspedes han organizado programas de televisión y de radio dedicados a la conservación del medio ambiente.

La experiencia de Nayapara muestra hasta qué punto la protección de los refugiados está ligada a la del medio ambiente. Muchas medidas dedicadas a proteger a las personas, tales como la iluminación solar o el empleo de un combustible alternativo que borra la necesidad de salir al bosque a juntar leña, son parte integrante de la estrategia de conservación.

"A lo largo de los años hemos observado que la presencia de refugiados y desplazados puede desestabilizar el medio ambiente, sobre todo cuando se concentran durante mucho tiempo en un área ecológicamente frágil grandes cantidades de personas", insiste Durieux aludiendo a diferentes casos conocidos.

Por ello ACNUR apoya año tras año la plantación y el cuidado de más de 10 millones de árboles en distintas partes del mundo. Y en Chad, Sudán y Nepal promueve el empleo de iluminación y cocinas solares en los campos de refugiados.

Aquí en el campo de Nayapara, situado al sur de la ciudad de Cox's Bazar, las dos instalaciones de almacenamiento del agua de lluvia benefician a los 17.000 residentes durante la estación seca. El agua alimenta las letrinas y las duchas y además se utiliza para lavar la ropa. Con las 143 farolas solares instaladas en Nayapara y en Kutupalong, un campo adyacente que acoge a 11.000 refugiados, han disminuido los casos de mujeres víctimas de acoso sexual y también el número de accidentes mortales causados por la entrada de elefantes salvajes.

Los refugiados ponen su parte cultivando hortalizas y una variedad comestible de calabaza trepadora que se sube a los techos. Así el campo tiene un aspecto más verde, el interior de las cabañas es más fresco y la dieta se enriquece.

Durieux admite que algunas operaciones han tenido más exito que otras, dependiendo de las condiciones climáticas, la fragilidad del medio ambiente y la posibilidad de salir a plantar árboles y otros cultivos. Y añade: "Lo que impresiona en Bangladesh es todo lo que han hecho para involucrar a los refugiados en el cuidado del medioambiente y todo lo que éstos han logrado".

Por Kitty McKinsey desde el campamento de refugiados de Nayapara, Bangladesh