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El barro y la lluvia empeoran la situación de los refugiados Rohingya

Historias

El barro y la lluvia empeoran la situación de los refugiados Rohingya

Miles de refugiados Rohingya que habitan en un asentamiento informal el Bangladesh necesitan albergue, comida y agua.
19 September 2017
Con lluvias monzónicas casi a diario, los Rohingya desplazados se enfrentan a varios desafíos al cruzar un arroyo para llegar desde el campamento temporal hasta una carretera.

CAMPAMENTO DE REFUGIADOS KUTUPALONG, Bangladesh – Cuando su aldea en Myanmar fue incendiada, Rabeya Khattm reunió a sus seis hijos y huyó bajo las lluvias del monzón.

Empapados frecuentemente durante el viaje de ocho días a través de caminos accidentados para llegar a Bangladesh, dos de sus hijos han caído enfermos y tienen escalofríos.

Ahora por fin está a cubierta bajo una lona impermeable de ACNUR con sus hijos alrededor, envueltos en una sábana de plástico, y su bebé enfermo abrigado con un retal de tela y apoyado en su regazo.

"La lluvia ya no puede atacarme."

"Ayer llovió durante todo el día y no pudimos dormir. Pero ahora, la lluvia ya no puede atacarme", dice.

Una cantidad estimada de 421.000 Rohingya – una minoría musulmana sin estado en Myanmar – ha llegado a Bangladesh desde que estallase el último ataque de violencia el día 25 del pasado Agosto.

Rabeya es una más entre los miles de niños, mujeres y hombres que se encuentran en este asentamiento informal fuera del campamento de refugiados Kutupalong, y que ahora se benefician de la ayuda de ACNUR.

El personal de la Agencia de la ONU para los Refugiados ha proporcionado unas 150 tiendas de campaña a los refugiados recién llegados y aún cuenta con 6.000 más, que llegarán en los próximos días, dice Franklin Golay, miembro del personal en el terreno de ACNUR y parte del equipo que provee agua, letrinas y tiendas en la zona.

ACNUR también está proporcionando lonas impermeables a los refugiados en el asentamiento, que se extienden sobre el terreno accidentado, empapado por las lluvias estacionales. En los caminos, el barro llega a la altura de los tobillos.

"El albergue es clave, ya que aún tenemos a un montón de personas durmiendo a lo largo de las carreteras sin nada", dice Golay, que estima que la población del asentamiento informal está compuesta por 15.000 personas y crece a diario.

"El agua y el saneamiento son también cuestiones fundamentales, ya que la defecación es al aire libre, y la gente bebe agua de fuentes insalubres", añade.

Si bien ahora Rabeya y sus hijos están recibiendo ayuda, muchos todavía están expuestos a cielo descubierto y están luchando. Entre ellos se encuentra Khadija, de 65 años, que huyó de Myanmar después de que los atacantes incendiasen su aldea y la quemasen hasta los cimientos.

La refugiada Rohingya Rabeya Khattm se sienta en el suelo de un refugio en el campamento improvisado cerca Kutupalong, Bangladesh, el 18 de septiembre de 2017. Pasó ocho días caminando desde Myanmar bajo las lluvias monzónicas.

Exhausta tras un viaje a pie de una semana de duración, se encuentra desplomada en el suelo. Sus dientes están manchados de rojo por masticar nueces de betel para mantener el hambre a raya.

"Estoy cada vez más débil", dice. Cuando se le preguntó qué necesitaba, respondió "Albergue, comida, agua y medicina".

Con ella está Amina Khadun. Se sujeta un brazo que se fracturó durante el ataque a su aldea.

Sin tratamiento ni cura, éste cuelga en un de forma antinatural.

"Necesito ayuda" dice. "No tengo albergue, no tengo nada que comer. No tengo nada".

Su Apoyo es urgente y necesario para ayudar a los niños, mujeres y hombres refugiados en Bangladesh. Por favor, done ahora.

Por Tim Gaynor

Gracias a la Voluntaria en Línea Paula Babot por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.