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Grecia: Tres horas demasiado tarde

Historias

Grecia: Tres horas demasiado tarde

Syrian refugee and his family fear EU-Turkey deal could split them up. [for translation]
4 April 2016
Con su hijo menor, Yusef, en brazos, Monzir, refugiado sirio, ha alcanzado la seguridad en Grecia, pero dice que le preocupan las repercusiones sobre su familia del acuerdo entre la UE y Turquía.

LESBOS, Grecia, 4 de abril de 2016 (ACNUR) – Fue en las primeras horas de una madrugada de marzo cuando la lancha neumática de Monzir se dio de bruces contra la costa de Lesbos, pero ya era demasiado tarde.

La medianoche anterior (la del 20 de marzo), el estatus de los que llegaban, como Monzir, huyendo de la guerra y habiendo gastado los ahorros de toda una vida en un viaje en bote a Europa, sufrió un cambio radical.

Habiendo llegado tres horas demasiado tarde, Monzir se encontró tras unas vallas coronadas por alambres de cuchillas en Moria, un centro de detención, donde espera un posible retorno a Turquía.

Abrazando a su hijo menor Yusef contra su pecho, Monzir habla del corto viaje para cruzar el peligroso brazo de mar entre Turquía y la isla griega.

"Todos pensamos que nos ahogaríamos. La embarcación no era más que un trozo de plástico, pensamos que (las olas) lo destrozarían", dice entre lágrimas. Ha sido mi primera . . . y espero que última vez en una embarcación como esa".

El acuerdo de marzo entre la UE y Turquía es un intento de frenar la cantidad de refugiados que llegan a las costas de Europa y que se ha multiplicado por 17 con respecto al mismo periodo de 2015.

Según este acuerdo, todas las personas que lleguen a partir de su fecha de entrada en vigor, serán retenidas hasta que se examine y evalúe su solicitud de asilo. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, no es parte del acuerdo entre la UE y Turquía y considera que este convenio, para que sea conforme a la legislación internacional y europea concerniente a los refugiados y los derechos humanos, debe incluir salvaguardas de protección cuya aplicación sea explícitamente prevista, tanto en Grecia (donde las solicitudes individuales deben ser evaluadas adecuadamente), como en Turquía.

ACNUR también ha advertido de que Grecia no cuenta ni con la preparación ni con el equipamiento necesario para gestionar la situación.

"Grecia aún no tiene la capacidad suficiente [en las islas griegas] para procesar grandes cantidades de solicitudes de asilo", dijo Boris Cheshirkov, portavoz de ACNUR.

ACNUR se opone a la reclusión obligatoria de los solicitantes de asilo y ha urgido al gobierno griego a que facilite alternativas a la detención, añadió Cheshirkov.

Desde el 20 de marzo, cuando empezó la reclusión de las personas que han ido llegando a partir de ese momento, ACNUR ha suspendido sus actividades en los centros cerrados y se está centrando ahora en facilitar información sobre el asilo, identificar a las personas en situación de mayor riesgo, como mujeres embarazadas, adultos mayores y supervivientes de torturas, y monitorear los procedimientos y las condiciones. En la línea de la costa, en los puertos y en los centros abiertos de recepción, ACNUR mantiene sus actividades de asistencia, junto con los voluntarios, las ONG y las autoridades.

El bote de Manzir fue el primero en llegar a Lesbos tras la entrada en vigor del acuerdo.

Hace ocho meses, su esposa, un hijo, Mohammed y una hija, Jawahar, huyeron a Alemania.

Las bombas que habían caído sobre su hogar en Ariha, Siria, destruyeron la casa de su hermano y asolaron todo el vecindario, incluida la escuela de su hijo.

El antiguo policía se vio obligado a vivir, con los miembros de su familia que aún quedaban, en un agujero en el suelo de 3 metros de profundidad, saliendo de él solo una hora al día para cocinar y comer. Alrededor de su ojo derecho hay una cicatriz causada por la metralla de una bomba que le astilló parte del cráneo.

El hijo mayor de Monzir, Ismail, de 17 años, fue, por así decirlo, afortunado. Viajó por su cuenta y llegó a Lesbos sobre el 8 de marzo. Ahora está en un campamento de refugiados cerca de Drama, en la parte continental de Grecia, con unos 50.000 refugiados y migrantes más. Todos ellos ven su futuro de manera incierta.

Monzir y lo que quedaba de su familia inmediata decidieron finalmente huir después de ver por televisión y Facebook imágenes en las que unos militantes supuestamente asesinaban a niños.

Se dirigieron al noroeste hacia la frontera turca.

Monzir pagó a un traficante de personas US$ 1.000 para que le ayudara a él y a su familia a pasar a Turquía, en un viaje de seis horas caminando por las montañas. Fue un trayecto arduo, pero no fue difícil mantener motivada a la familia.

"¿Te quedarías arriesgándote a morir o continuarías caminando? Por supuesto, continuamos caminando", dijo.

Desde Antioquía, en el sur de Turquía, tomaron un autobús a la ciudad costera de Esmirna, donde Monzir pagó de nuevo a unos traficantes de personas – pero esta vez &euro 1.200 por cada miembro de la familia por subirse a un bote con destino a las parpadeantes y distantes luces de Lesbos. Al final de la tarde del 20 de marzo, partieron en la oscuridad.

"Se supone que [toda la familia] nos encontraríamos en Grecia o en otro país europeo", dijo Monzir. "No quiero nada más, solo volver a estar con mis hijos".

ACNUR tiene la esperanza de que, de acuerdo con la legislación de la UE, Monzir y sus hijos puedan volver a estar juntos con su mujer y el resto de sus hijos que ya están en Alemania.

Monzir añadió: "En Siria, estaba prisionero de la guerra. Escapé para poder ser libre, pero ahora, de nuevo, estoy en una cárcel. Incluso si solo me dan una tienda de campaña en una montaña, lo único que quiero es vivir con mis hijos en paz".

Por Hereward Holland desde Lesbos, Grecia.

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona Reyes por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.