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Mirando hacia el futuro: testimonio de una refugiada colombiana en Chile

Historias

Mirando hacia el futuro: testimonio de una refugiada colombiana en Chile

Argenis había decidido cerrar su peluquería, llenar una maleta con pertenencias y escapar rumbo a otra ciudad.
24 May 2016
Desde muy joven, Argenis se dedicó a la barbería y peluquería en su natal Colombia. Hoy en día, realiza esa misma labor en el país que le otorgó asilo.

CHILE, 24 de mayo de 2016 (ACNUR) – No era la primera vez que dejaba Buenaventura. Varias veces – debido a la extrema violencia de los grupos armados en su ciudad natal del Pacífico colombiano – Argenis había decidido cerrar su peluquería, llenar una maleta con pertenencias y escapar rumbo a otra ciudad. Pero la historia era siempre la misma: al poco tiempo, Argenis volvía junto a su familia en su hogar bonaverense, arrepentida y asumiendo que la violencia ya se había expandido por casi toda Colombia.

"Yo llegaba a abrir mi local en la mañana y me enteraba, a diario, de toda la gente que había muerto la noche anterior", recuerda Argenis, que en aquél entonces era una reconocida barbera y peluquera de su ciudad. "Además, todo el que tiene negocio en Buenaventura, ya sea ambulante o no, tiene que pagarle a los grupos armados. La situación se convirtió en una muy grave porque ya no era un grupo cobrando sino que eran tres peleando por el comercio y por el territorio" añadió.

Cuando perdió a algunos de sus familiares asesinados, su madre se enfermó anímicamente y le suplicó huir para salvar su vida. Argenis tomó la decisión de salir al extranjero y escapar de la violencia para siempre.

Argenis llegó a Chile por tierra, ayudada por otra mujer colombiana. Una vez en el país, se dedicó a trabajar en todo lo que pudo y a buscar orientación sobre cómo solicitar asilo. Según cuenta, el primer año en territorio chileno fue muy duro: "la psicóloga me hablaba y yo me ponía a llorar. No podía hablar de Buenaventura ni acordarme de mi familia asesinada", confiesa. "Laboralmente hablando, la cosa también fue complicada. A veces, los jefes abusan de los extranjeros", añade. Pero poco a poco, una luz de esperanza fue cubriendo la vida de la joven mujer: seis meses después de su llegada, pudo traer a su madre a Chile y, actualmente, ambas mujeres poseen la condición de refugiadas. Posteriormente, a la travesía se sumó su hija, uno de sus dos nietos y su hermano. Este último, aún espera obtener la condición de refugiado a través de la reunificación familiar: una garantía legal que protege el derecho de los refugiados a mantener la unidad de la familia.

Actualmente, todos viven en un dúplex ubicado en Ñuñoa, una comuna residencial del Gran Santiago: "Hemos hecho muchos arreglos en familia y es que uno tiene que tener bonito donde habita", cuenta Argenis, quien actualmente es la jefa de su hogar. "Cuando llegamos en las noches, después del trabajo, todos nos reunimos a jugar cartas. Jugamos póker a doscientos pesos la mano", dice riendo, y agrega que los días domingos son aún más especiales: "Ese día voy al mercado con mi hija o mi nieto, y cocino comida colombiana para todos".

Para Argenis, la vida laboral también ha estado cargada de éxitos: hoy en día, arrienda un espacio en una peluquería que está ubicada al interior de una galería y allí atiende a toda su clientela, en su mayoría mujeres: "ser mujer es una tarea difícil, las mujeres tenemos que ser tolerantes, tener mucha humildad y valentía. Ser una persona capaz de sobresalir ante cualquier dificultad y cualquier consecuencia", opina. "Yo, por ejemplo, soy la líder de mi familia, soy la única mujer de cuatro hermanos pero soy la que llevo el timón, la líder", confiesa.

"En Colombia, aprendí a hacer barbería, trabajé como peluquera e incluso me capacité para crear ropa interior. Estoy agradecida a Dios por haberme dado la capacidad de salir adelante y adaptarme a todos los desafíos. Ese mismo empeño es lo que me ayudó a acostumbrarme a Chile y alcanzar la estabilidad".

De hecho, Argenis no quiere volver a vivir en Colombia: "la calidad de vida en Chile es muy buena. Dormir en la noche sin escuchar balazos o andar con miedo es un lujo. Aquí estoy muy bien", dice la mujer. Y es que, según cuenta, las noticias diarias que escucha de su país de origen hacen pensar en que la situación no mejorará pronto.

A pesar de estar feliz en Chile, Argenis no deja de imponerse desafíos para el futuro: quiere montar su propia peluquería y comprar una casa para vivir junto a su familia, un lugar en donde poder soñar tranquilos y alejados de la violencia de su ciudad natal.

Por Stephanie Nicole Rabi Misle, Unidad de Información Pública, Oficina Regional de ACNUR para el Sur de América Latina