Peces, disparos y ríos de cristal: Desplazados por la violencia en Colombia aprenden a contar sus historias
Peces, disparos y ríos de cristal: Desplazados por la violencia en Colombia aprenden a contar sus historias
BOGOTÁ, Colombia, 6 de febrero de 2009 (ACNUR) – En 2008, el ACNUR se unió a la Unión Europea y la agencia de noticias privada colombiana, Colprensa, en el esfuerzo por capacitar a personas desplazadas en las técnicas básicas de redacción, fotografía y grabación de testimonios, con un objetivo: incrementar su capacidad para contar ellos mismos sus historias y para hacer oír sus voces en las comunidades a las que han llegado.
El proyecto Pa' lante realizó talleres en seis ciudades de Colombia: Cúcuta, Villavicencio, Buenaventura, Cartagena, Quibdó y Arauca. Las 103 personas desplazadas que participaron procedían de 39 poblaciones diferentes.
En las líneas que siguen publicamos, a manera de ejemplo, dos de las crónicas realizadas por las personas desplazadas, sobre lo que era su vida anterior, la forma en que se dio el desplazamiento y los retos que enfrentan ahora. Para el ACNUR, lograr que la voz de las mismas personas desplazadas en Colombia sea escuchada seguirá siendo una prioridad en 2009.
CON LOS PIES DESCALZOS SOBRE LA LLUVIA
Por Luz, en el Valle del Cauca
Éramos una familia muy feliz. Todos los días eran maravillosos, el sol era resplandeciente, las montañas cálidas y tranquilas y las tardes hermosas, las noches claras y el cielo lleno de estrellas.
Estaba dando el alimento a los peces del lago, escuché ruidos de motos y carros que se aproximaban, eran unos hombres que llegaron vestidos elegantes con gafas oscuras y con chaquetas.
Sentí un escalofrío, se tomaron una cerveza, caminaron por todo el lugar y se fueron, me quedé pensando y sorprendida porque no los había visto antes.
Como a los dos días regresaron, volví a sentir escalofrío y mucho miedo. Era un día sábado, hermoso y soleado.
Se tomaron una (bebida) gaseosa y se fueron. Al otro día, como a las 6 de la tarde, sentí una angustia y desespero, por la noche me fui para las piscinas y me puse a jugar con mis hijos, era una noche hermosa y fría. Cuando de repente empezamos a escuchar unos tiros.
Salimos corriendo de las piezas (cuartos), miramos por la ventana que la gente corría y gritaba y el miedo se apoderó de nosotros y con los pies descalzos corrimos para el monte y mirábamos el cielo y estaba oscuro y empezó a llover y mis hijos lloraban de frío y de miedo.
Sentía que me derrumbaba y nos acostamos encima de mis hijos para darles un poquito de calor y cubrirles de la lluvia, pero éramos tan impotentes en ese momento que sentí la muerte al lado mío y le pedí a Dios que me ayudara y que no me dejara morir mis hijos.
Después creímos volver a ver el sol brillar, cuando un día volví a sentir el escalofrío y vi a esos hombres horribles, me dijeron que si no nos íbamos de ahí nos quemaban con casa y todo. Mataron a la otra vecina y al hijo y así fue que nos desplazamos a Buenaventura el 31 de mayo.
LO BELLA QUE ERA MI VIDA
Por Ninfa, en Chocó *
Recuerdo lo buena y bella que era mi vida hace algunos años. Compartíamos en la comunidad de Negua, que es un corregimiento de Quibdó.
A los niños, en especial a mi hija, les gustaba mucho bañarse en el río que parecía un cristal; mi marido que era un joven apuesto, buen mozo, de ojos café y de piel negra, era alto y delgado, a él le gustaba jugar el fútbol en una cancha de gramilla que tenía el pueblo.
Pero mi triste historia comienza cuando un día sábado esa gente tocó nuestras vidas. Se asomaba una mañana muy hermosa, torneaba un día soleado, cuando de pronto ese grupo ilegal llegó al pueblo.
Un jefe dijo que no quería intrusos en la zona que ellos comandaban y que ese pueblo les pertenecía.
Al medio día recogieron a la gente y quemaron unas maquinarias que se encontraban guardadas, a unos trabajadores los pusieron a hacer un hueco en donde dejaban la maquinaria y allí mismo los mataban, otros corrían y les disparaban.
Luego sacaron a otro grupo de hombres y entre ellos a mi marido... Hasta hoy en día no se nada de él.
El hecho ocurrió el día 29 de abril del 2000. En ese tiempo se llevaron a 11 hombres al tiempo. Dos meses después se comunicaron a la casa diciendo que se presentara el padre y le entregaban al hijo. Yo estaba embarazada, tenía 8 meses largos.
Viajé con mi suegro Ventura y estando allá me devolvieron y él se quedó, cuando subía una curva del río escuché unos disparos y le dije al motorizado: Mataron a mi suegro.
Me acuerdo cómo corría la gente y se tiraban al agua cuando ellos dijeron que daban un día para que les despejaran la zona que era de ellos, se ahogaban algunos por el desespero.
Pero gracias a Dios y al control médico y de psicología y al paso del tiempo, hoy puedo decir que uno puede sacar adelante sus cosas cuando Dios le da una segunda vida, porque yo no pensé esto como estoy hoy.
* No se publican nombres completos ni ubicaciones exactas por razones de protección