Pescando por la educación

Historias
Pescando por la educación
Niños que huyen de los mortíferos conflictos en Sudán del Sur comparten una singular ocupación: pescar para costear su educación.
By: Andrew McConnell
08 October 2015
Yacob Ibrahim, un refugiado de 10 años, usa un palo para golpear a los peces.
© ACNUR/Andrew McConnell
Yida, una ciudad rodeada de humedales en una zona remota de Sudán del Sur, se asienta a justo 12 kilómetros de la frontera, y es el hogar de alrededor de 70.000 refugiados que huyen del conflicto en Sudán. Al mismo tiempo, los intensos enfrentamientos entre la oposición y las tropas gubernamentales en Sudán del Sur han llevado a muchos miles de desplazados internos a buscar refugio aquí.

Con las primeras luces del día, los refugiados sudaneses caminan en dirección a un lago formado por la crecida, cerca de la ciudad de Yida, en Sudán del Sur. Van a pescar peces de barro. A finales de la estación de las lluvias, los niños de Yida llegan a cientos para pescar en este lago estacional.
© ACNUR/Andrew McConnell

Poco después de la puesta de sol, dos hombres lanzan una red en aguas poco profundas del lago estacional cerca de Yida, Sudán del Sur. Los peces de barro son abundantes en esta época del año, y a veces se deslizan sobre la tierra y terminan atrapados en pequeños lagos como este cuando las aguas de la crecida retroceden.
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Cientos de niños desplazados por los conflictos en Sudán y Sudán del Sur pescan pez de barro en un lago estacional junto a la ciudad de Yida, en Sudán del Sur. El dinero que consiguen con ello les ayuda a apoyar a sus familias, y a veces paga sus gastos escolares.
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Sin verdadero equipamiento de pesca, los niños usan palos para aturdir a los pesces cuando se asoman a la superficie. Cuanta más gente haya en el agua, más fácil es molestar a los peces y forzarlos a salir a la superficie. Inevitablemente, todos terminan cubiertos de barro.
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Un joven refugiado sudanés sostiene su pesca en las aguas poco profundas del lago formado por la crecida, cerca de la ciudad de Yida, Sudán del Sur.
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Yacob Ibrahim, un refugiado de 10 años de las Montañaas de Nuba, en Sudán, pesca en el lago próximo a Yida, Sudán del Sur. La familia de Yacob huyó de Sudán hace tres años, y ahora vive en Yida, junto con otros miles de refugiados. Como la mayoría de los niños que pescan aquí, usa un palo para golpear a los peces cuando se asoman a la superficie.
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Dictor Arak, de 15 años, guía a tres amigos, Miakol Kiir,Guor Path, ambos de 14 años, y Kir Buth, de 15, para comprobar su red en el pantano cercano a Yida, donde pescan los fines de semana. Los chicos, todos desplazados por el conflicto en Sudán del Sur, pescan para poder pagar su educación y sus libros. "No quiero que mi educación siga interrumpida", dice Dictor, que desea convertirse en médico. "¿Sabes que no he podido ir a clase durante cuatro meses? Necesito ponerme al día. Pero perdí todos mis libros, así que tengo que empezar de nuevo. Por eso pesco. Con el dinero que gane compraré comida para la familia primero, pero entonces también ahorraré para pagar las tasas y el material escolar".
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Kir Buth, de 15 años, sostiene un pez atrapado momentos antes en un pantano cercano a Yida, mientras Guor Path, de 14 y Dictor Arak, de 15, lo observan. Desplazados por el conflicto en Sudán del Sur, los chicos pescan con sus amigos para conseguir el dinero necesario para las tasas y los libros del colegio. "Simplemente vi cómo otros lo hacían y aprendí", dice Guor, explicando cómo empezó a pescar después de que el conflicto convirtiese en desplazada forzosa a su familia. "Bentiu era pacífico antes. No necesitaba hacer esto. Entonces llegó la guerra y tuvimos que huir, mi madre, tres hermanos y dos hermanas. Mi padre aún está allí".
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Llevando la pesca del día, Kir Buth, de 15 años, sigue a Guor Path, de 14, y Dictor Arak, de 15, en su regreso del pantano cercano a Yida, en Sudán del Sur. Llevarán inmediatamente el pescado a vender al mercado, donde repartirán el dinero equitativamente.
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En el mercado en Yida, Sudán del Sur, Kir Buth y Dictor Arak, de 15 años, tratan de vender el pescado que atraparon en el lago cercano. Dictor se convirtió en desplazadado forzoso al abandonar su hogar en Bentiu cuando estalló el conflicto entre las tropas gubernamentales y de la oposición, en diciembre de 2013. Huyó con su familia a Yida, en el norte. "Vivía en Bentiu, y allí todo iba bien", dice Dictor. "Íbamos a la escuela, y mi padre trabajaba y traía dinero a casa que nos permitía estudiar. Entonces empezó esta guerra entre los Dinkas y los Nuer. No tenía nada que ver con la mayoría de nosotros, pero se volvió muy peligroso vivir allí. Mataban a gente por todos lados. Tuvimos que escapar, sin llevarnos nada de lo que poseíamos".
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Segundo por la derecha, Dictor Arak, de 15 años, acompaña a otros estudiantes en la Escuela Primaria para Refugiados de Yida, en Sudán del Sur. Dictor, que sueña con convertirse en médico, paga sus libros con el dinero que gana pescando y vendiendo peces de barro.
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Guor Path y Miakol Kiir, de 14 años, asisten a clase con otros alumnos en la Escuela Primaria para Refugiados de Yida, en Sudán del Sur. Los niños pescan para conseguir dinero para pagar las tasas escolares y los libros. "Cuando llegamos aquí no teníamos nada, no trajimos ropa, ni ollas, ni libros, así que tuvimos que ir a pescar", dice Miakol. "Vamos durante tres días, y volvemos el lunes al colegio. (Pescar) no es muy duro, pero no se gana mucho dinero, y el lugar está lejos de casa. Nos quedamos allí solos".
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