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Puntada a puntada mejora la protección en el norte de Myanmar

Historias

Puntada a puntada mejora la protección en el norte de Myanmar

Displaced women in Kachin state are learning to sew, knit and make soap as part of an initiative to organize themselves, address protection concerns and help their community. [for translation]
30 October 2014
A trainer looks across a sewing machine as her student works hard. The young woman is taking part in a pilot project run by UNHCR in Kachin state to foster cohesion among internally displaced women. [for translation]

LAIZA, Myanmar, 29 de octubre de 2014 (ACNUR) – Las telas coloridas esparcidas por las mesas y el rítmico sonido de las máquinas de coser interrumpido por risas y conversaciones. Es el ambiente de gran camaradería que reina entre un grupo de mujeres en uno de los campos para desplazados internos que hay en Laiza. Pero todas estas estudiantes tan fuertes han perdido su hogar y todas sus pertenencias.

"En este curso de formación he aprendido sobretodo a hacer prendas infantiles. Empezamos con las prendas infantiles y después aprendimos a hacer camisas, pantalones, abrigos y algunos longyis (una falda tradicional para hombres y mujeres) y blusas", declara con entusiasmo Maran Ja, una joven aprendiza de 24 años.

Mujeres de todas las edades siguen, diligentemente, las instrucciones de la formadora y cosen diferentes piezas para obtener una camisa de hombre con un estampado de tartán. Forman parte de un proyecto piloto organizado por ACNUR para promover la cohesión entre mujeres desplazadas internas en el campo de Hpun Lum Yang y para ayudarlas a encontrar soluciones a los problemas prácticos que enfrentan tanto ellas como su comunidad.

El estado de Kachin, en el nordeste de Myanmar, es el escenario de un conflicto que se reactivó en junio de 2011, rompiendo un acuerdo de alto el fuego entre el gobierno de Myanmar y la Organización para la Independencia de Kachin que había durado 17 años. El conflicto ha desplazado hasta el momento a unas 100.000 personas.

"He perdido a mi marido y tengo seis hijos, el menor de los cuales de tres años", dice Bawk Mai, una de las estudiantes de sastrería. "No tengo apenas tiempo para trabajar fuera de casa. Mi madre es ya anciana, así es que tengo una persona más de la que cuidar".

Muchas de las familias en los campos para desplazados internos están encabezadas por mujeres. En algunos casos, los esposos se ausentan largas temporadas en busca de trabajo, otros han muerto víctimas del conflicto armado. Las mujeres llevan la carga de cuidar a su familia, asegurarse de que sus hijos tengan la suficiente comida y ropa, cuidarse de su alojamiento y, cuando es posible, intentar ganarse la vida.

Pequeños proyectos y actividades como las clases de sastrería, proporcionan a las mujeres desplazadas una fuente de ingresos segura y las anima a reunirse, compartir sus preocupaciones y ayudar a otras. Cada vez más, ACNUR está apoyando a los desplazados internos a poner en marcha actividades de protección basadas en la comunidad para ayudar a esta a ayudarse a sí misma. Se trata de identificar, discutir y decidir cómo abordar los temas relacionados con su protección.

Las personas desplazadas pueden verse expuestas a un riesgo mayor de explotación, trabajo forzado, extorsión y otros abusos. En especial las mujeres y las niñas enfrentan el riesgo de ser víctimas del tráfico de personas.

Una de las aprendizas de sastrería muestra orgullosa una prenda infantil que ha hecho ella misma.

En los campos donde se iniciaron programas piloto a finales de 2013, las mujeres identificaron la formación en sastrería como una manera de responder a los riesgos a su protección que enfrentaban. Entonces las miembros del comité de mujeres seleccionaron a las candidatas para recibir la formación en sastrería. Estas candidatas incluían viudas, mujeres con muchos hijos, estudiantes que habían abandonado la escuela y personas con minusvalías. Se espera que, en un futuro, se unan a estos cursos de formación supervivientes del tráfico de personas.

Desde que se iniciaron los cursos de capacitación, las clases se han repetido en 11 campos por todo Kachin, con unas 340 mujeres participantes. También se ofrecen cursos para aprender a tejer a mano o con máquinas de tejer y a hacer jabón, aunque los de sastrería continúan siendo los que cuentan con más demanda. Las participantes en estos cursos aprenden unas nociones básicas de sastrería en tres meses y son capaces de producir una mayor variedad de prendas.

Junto a la formación específica, las participantes reciben sesiones de concienciación en temas de protección como la violencia doméstica, la violencia sexual y de género, tráfico de personas y las necesidades de las personas mayores en el campo. Una mayor concienciación sobre los riesgos que enfrentan es el primer paso hacia la prevención.

La formación es también protección. "Asistiendo a estas clases de formación, las chicas pueden aprender nuevas destrezas y tener unos pequeños ingresos. Pero, sobretodo, las mantienen ocupadas. No tienen tiempo de aburrirse y pensar en la opción de ir a China y correr el riesgo de sufrir abusos y explotación. ¡Esto ya es protección!", comenta una de las mujeres.

La actividad también las está ayudando a mirar hacia el futuro. "Estos conocimientos de sastrería pueden sernos útiles incluso cuando nos vayamos del campo y volvamos a nuestros pueblos", dice Lashi Lu Shawng, que participa en el curso. "Creo que podemos ganar dinero, obtener una máquina de coser y usar lo que hemos aprendido para ganarnos la vida y sacar adelante a nuestras familias".

En el futuro, a las participantes en estos cursos les gustaría recibir formación más avanzada para coser prendas tradicionales más elaboradas. Creen que una vez que hayan recibido esta formación tendrán una vida en la que se sentirán más independientes y seguras de sí mismas.

*Todos los nombres son ficticios por razones de seguridad.

Por Medea Savary desde Laiza, Myanmar.

Gracias a la Voluntaria en Línea Esperanza Escalona por el apoyo ofrecido con la traducción del inglés de este texto.