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Una casa del saber donde los conocimientos ancestrales se conjugan con la educación escolar

Historias

Una casa del saber donde los conocimientos ancestrales se conjugan con la educación escolar

En la Comunidad de Alto del Tigre, en Colombia, ACNUR desarrolla un trabajo para el fortalecimiento organizativo y comunitario y la búsqueda de soluciones sostenibles.
4 March 2017
Niños y niñas del pueblo indígena Senú, celebran en la inauguración del espacio comunitario Casa del Saber.

CÁCERES, Antioquia, 4 de marzo de 2017 (ACNUR) – Don Pedro Juan Nisperuza, un hombre cercano a los 80 años, es líder comunitario del Pueblo indígena Senú, asentado históricamente en el resguardo de San Andrés de Sotavento en el departamento de Córdoba, al norte de Colombia.

Él, su esposa y su pequeña hija salieron de su pueblo natal hacía el corregimiento de Puerto Bélgica, en el departamento de Antioquia, en 1973, buscando una mejor vida. Sin embargo, las cosas no salieron como pensaban. Puerto Bélgica fue azotado por el conflicto armado que afectaba fuertemente a la región en los años 80. Don Pedro y su familia tuvieron que huir.

Fue así como llegó a una apartada vereda llamada Alto El Tigre, en el municipio de Cáceres, también en el departamento de Antioquia. "Allí, logré comprar un terreno y levantar un pequeño rancho con palma y palos, para vivir", dice Don Pedro. Después de él, su hermano José y otros miembros de su comunidad, que aún permanecían en el resguardo indígena, decidieron seguir la ruta a Alto El Tigre; todos con la ilusión de empezar de nuevo para construir un futuro mejor.

Luego de que la comunidad indígena se estableció en el territorio, su deseo de vivir lejos de la violencia se vio frustrado, ya que grupos armados ilegales a su vez empezaron a instalarse en el territorio, pues su ubicación estratégica lo hacía un lugar ideal para el desarrollo de diversas actividades ilícitas, generando riesgos de desplazamiento y afectando principalmente a las estructuras organizativas y comunitarias.

Ante esta situación y debido al incremento de los riesgos de desplazamiento en esta comunidad, ACNUR inició en 2014 un trabajo en estrecha colaboración con la comunidad misma, para su fortalecimiento organizativo y comunitario, así como para la búsqueda de soluciones. "En el año 2016 en una de las varias actividades de evaluación de necesidades en la vereda, la comunidad de Alto El Tigre manifestó su interés de tener un espacio digno para la educación étnica de los niños, niñas y adultos", comenta Jorge Alzate, oficial de protección del ACNUR. "De esta manera, en articulación con la Organización Indígena de Antioquia y la Corporación Opción Legal, se dio inicio a la construcción de un espacio comunitario que hoy se llama Casa del Saber Pedro José Nisperuza, en honor a Pedro y José, primeros pobladores de la vereda", agrega Jorge.

Treinta y tres años después de haber llegado a este lugar, los ojos de don Pedro Juan y de las casi 80 personas presentes en la inauguración de la Casa del Saber, se llenan de ilusión al ver hecho realidad el sueño de tener un espacio digno para la escolarización y el intercambio de saberes de las personas que conforman el pueblo indígena Senú en Alto El Tigre. "Cuando llegamos aquí nunca pensamos tener una escuela así. A veces pensamos que las cosas son imposibles, pero nos hemos dado cuenta que siendo una comunidad unida y con esfuerzo podemos lograr grandes cosas, no sólo por nosotros, sino por la semilla que son nuestros niños y niñas", menciona José Nisperuza, miembro de la comunidad.

Los Hermanos Nisperuza, primeros pobladores de Alto el Tigre. De Izq. a der. José Nisperuza y Pedro Juan Nisperuza.

Cerca de 150 personas, entre niños, niñas, jóvenes y adultos de la comunidad Alto El Tigre, serán beneficiarias de la Casa del Saber.

Tras un ritual de bautizo a la Casa del Saber durante el acto de inauguración, ACNUR hizo entrega oficial a la comunidad de este espacio, del que se beneficiarán cerca de 150 personas, entre niños, niñas, adolescentes, jóvenes, mujeres y hombres adultos, quienes podrán escolarizarse y continuar fortaleciendo sus capacidades para establecer medidas de protección comunitaria.

Los procesos organizativos y comunitarios, como entorno protector para niños y niñas de comunidades indígenas, tienen un sentido muy importante para ACNUR, pues ayudan a reconstruir el tejido social y dan herramientas a las personas para superar el desplazamiento y alcanzar las soluciones.

Los niños y las niñas no ocultaron su felicidad por la nueva casa: "nos gusta esta escuela porque es más grande, tiene ventanas y mejor luz, aquí vamos a aprender el trenzado, a tejer los sombreros y muchas cosas que nuestros ancestros conocen", comenta Esmeralda de 12 años. "Aquí también aprendemos a leer, a escribir, venimos a jugar y compartir con nuestros compañeros", agrega Alexander de 9 años.

"Como comunidad indígena hemos hecho un gran esfuerzo por sacar adelante el Sistema Educativo Indígena Propio – SEIP, por medio del cual estamos recuperando nuestra cultura y tradiciones ancestrales", comenta el docente y miembro de la comunidad Senú, Duban Nisperuza. "Tener la Casa del Saber, nos permitirá continuar este trabajo y fomentar en nuestros niños y niñas otros conocimientos indígenas, que les ayudarán a afrontar la vida en el futuro, agrega.

Los grupos étnicos en Colombia, han sufrido de manera desproporcionada los efectos del conflicto armado interno. De los 7,3 millones de desplazados del país, se estima que cerca del 3% es población indígena y el 10% afrodescendiente.

Por Ángela María Méndez, desde Cáceres, Antioquia, Colombia