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Una somalí que sobrevivió a una violación rehace su vida

Historias

Una somalí que sobrevivió a una violación rehace su vida

Gender-based violence is a taboo but pervasive problem among displaced women in Somalia. UNHCR and partners are working to improve reporting and counselling for survivors like Fadhumo. [for translation]
14 July 2011
Las mujeres desplazadas son especialmente vulnerables a la violencia de género en el conflicto – y la sequía – que asolan Somalia.

BOSASSO, Somalia, 14 de Julio (ACNUR) – Somalia se ha visto asolada durante décadas por los problemas: un conflicto que no cesa, oleadas de desastres naturales y la sequía. Mientras estas crisis acaparan los titulares de la prensa internacional, los habitantes de este país asediado por las dificultades – un cuarto de los cuales están desplazados – también hacen frente a tragedias personales no menos devastadoras.

Fadhumo*, de 39 años, se vio obligada a huir de los combates en la capital somalí, Mogadiscio, en 2008. Embarazada de su octavo hijo, cogió algo de ropa y huyó con sus siete hijos. Buscaron refugio en el asentamiento de Bariga Bosasso, a las afueras de la norteña ciudad portuaria de Bosasso, donde Fadhumo pronto abrió una pequeña tienda de comestibles. Su hermana y el resto de niños se irían posteriormente a vivir con ella en el asentamiento.

Pero la relativa estabilidad que habían logrado alcanzar, pronto se haría pedazos. "Una tarde cuando volvía a casa desde mi tienda, vi cómo dos hombres se acercaban hacia mí, pero no le di más importancia" recuerda Fadhumo. "De repente, uno de ellos me asaltó y me tiró al suelo. Grité con todas mis fuerzas esperando que alguien me oyera y me ayudara, pero todo fue en vano. Intenté defenderme, pero ellos eran mucho más fuertes que yo. Me golpearon con saña y me rompieron las muñecas. Me violaron varias veces sin importarles que estuviera embarazada".

Dos personas que pasaban por allí lograron espantar a sus atacantes, y llevaron a Fadhumo a casa, quien sangraba abundantemente por la cara y las piernas. Esa misma noche perdió al bebé que estaba esperando. Lo que vino después fueron meses de depresión y trauma, resultado directo de aquella violación y de cómo ésta había afectado a su familia, y que se vio agravada por su incapacidad para poder mantenerlos.

"No podía trabajar porque mis muñecas no se habían curado. No era fácil ver a mis niños intentando conseguir dinero para cuidar de mí" dijo con los ojos llenos de lágrimas y la mirada perdida. "Fue aún peor el hecho de quedarme en la misma comunidad, ya que me recordaba constantemente lo que había pasado. Todo el mundo hablaba de mí. Algunas mujeres se reían de mí abiertamente, y otras se alejaban de mí. Deseaba marcharme, pero no tenía a donde ir".

La violencia de género, particularmente la violencia sexual, es considerada tabú por parte de la mayoría de la comunidad somalí. Según GRT, una ONG italiana socia de ACNUR en la región somalí de Puntland, muchas víctimas de este tipo de violencia permanecen ocultas y angustiadas debido a sus dolorosas experiencias.

"Aún existen muchos estigmas para las víctimas de la violencia sexual en Somalia, por lo que muchos de estos casos no se denuncian. Oímos historias de cómo algunas llegan a intentar suicidarse porque son rechazadas por sus familias y parientes", declaró Eliana Irato, directora de proyectos de GRT. "Es aún peor en el caso de las chicas que aún no han sido dadas en matrimonio; pueden ser estigmatizadas por la comunidad y por su propia familia por el miedo a que nunca puedan casarse".

Annabel Mwangi, Oficial de Protección de ACNUR en Bosasso, está de acuerdo en que los desplazados internos (IDPs por sus siglas en inglés) son incluso más vulnerables a la violencia de género. "Como muchas mujeres en el mundo, las desplazadas de Puntland son también madres, esposas, viudas . . . con la excepción de que ellas se ven obligadas a desempeñar estos roles en unas condiciones de extrema dificultad, que muchos de nosotros no nos podemos ni imaginar", declaró. "Estas mujeres a menudo tienen que recorrer a pie largas distancias en busca de algún tipo de ingreso, por rutas inseguras, y corriendo el riesgo de ser objeto de distintas formas de violencia, ya que saben que es la única forma de llevar una comida diaria a sus niños".

GRT trabaja con 35 coordinadores seleccionados en los propios asentamientos de desplazados internos para sensibilizar sobre la violencia de género. La ONG ha creado una línea de apoyo telefónico (Layka Cawinada) a la que las mujeres pueden llamar para denunciar casos u obtener información sobre la violencia de género. En esta línea se toma en consideración la necesidad de confidencialidad de las supervivientes y sus dificultades para acceder directamente a los servicios. Además, se crea una relación de confianza entre ellas y los trabajadores sociales. Las mujeres que han sobrevivido a este tipo de actos de violencia también participan en un programa de apoyo integral que incluye asesoramiento y cursos de formación profesional que permitan su plena rehabilitación social y psicológica.

Además de ayudar a las supervivientes con mecanismos para aprender a sobrellevar psicológicamente esta situación, ACNUR y socios como GRT están también ofreciendo iniciativas prácticas de prevención.

La Agencia de la ONU para los Refugiados trabaja para mejorar las oportunidades de trabajo y actividades de generación de ingresos de las mujeres desplazadas y reducir su vulnerabilidad frente a la violencia de género.

Gracias a la financiación parcial de la Cooperación Italiana para el Desarrollo, GRT y ACNUR se centran en la protección de casi 50.000 desplazados internos somalíes en 26 asentamientos en Bosasso.

Mientras, Fadhumo continúa con su proceso de recuperación. Ha puesto en marcha un grupo de apoyo con otras cinco mujeres en el asentamiento Bariga Bossaso, donde tienen un plan de ahorro para impulsar cada una de sus actividades de generación de ingresos. Fadhumo ha reabierto su negocio con la ayuda de GRT.

Ella tiene claro lo que hay que hacer: "Tenemos que evitar que se cometan este tipo crímenes contra nuestras jóvenes y bellas niñas. Ellas no deberían tener miedo de caminar libremente en sus comunidades. Es más, deberíamos denunciar estos casos a nuestras autoridades para que los culpables sean castigados".

Somalia es el tercer país del mundo que genera más refugiados, por detrás de Afganistán e Irak.

Décadas de conflicto y la reciente sequía han obligado a 700.000 refugiados somalíes a huir hacia otros países de la región. Además, cerca de 1,5 millones de somalíes están desplazados dentro de su propio país.

* Nombre ficticio por motivos de protección.

Por Faith Kasina en Bosasso, al norte de Somalia