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Venezuela: Pequeños refugiados enfrentan grandes desafíos para integrarse a la urbe caraqueña

Historias

Venezuela: Pequeños refugiados enfrentan grandes desafíos para integrarse a la urbe caraqueña

4 November 2009

CARACAS, Venezuela, 4 de noviembre (ACNUR) – Hace 2 años, Laura y Ana* huyeron de su país. Sin entender por qué, ayudaron a su madre a empacar algunas cosas y salieron de su casa en pocas horas hacia un rumbo por ellas desconocido. Tras dos años de haber llegado a Venezuela, ambas hermanas aún extrañan a sus maestras y compañeros de clase; especialmente porque no han podido retomar los estudios de segundo y quinto grado que cursaban en su país.

Con gran tristeza, Aura*, madre de las dos pequeñas y solicitante de asilo en Venezuela, comenta "no me las reciben (en las escuelas) por falta de documentos y la gente del vecindario nos rechaza porque somos colombianos (...) Acá ellas prácticamente no comparten con ningún niño de su edad". Esta situación es una realidad que enfrentan en mayor o menor medida muchos solicitantes de asilo y refugiados en Venezuela y que afecta más significativamente a los niños y niñas que viven en las zonas populares de la ciudad.

En Venezuela, los menores de edad conforman cerca de un 40 por ciento de la población refugiada, por lo que uno de los principales retos del ACNUR en Venezuela es procurar que niños y niñas como Ana y Laura puedan integrarse y continuar su desarrollo, a través del acceso a la educación, la recreación y ayuda psicológica en la superación de los traumas que genera el exilio forzado.

Además de promover los derechos de los refugiados en distintas instancias de gobierno, el ACNUR en Venezuela se esfuerza para que las familias de refugiados y los grupos de jóvenes cuenten con un especio de recreación y esparcimiento. "Debido a las características de las comunidades donde les toca habitar a estas personas con recursos muy limitados, aunado a los temores que ya arrastran por su condición, muchas no se atreven siquiera a salir de sus casas, a socializar con vecinos o a llevar a los niños a un parque" indica Magda Medina, Oficial de Protección del ACNUR.

A fin de mitigar esta situación, el ACNUR organiza encuentros entre familias de refugiados, que les permiten intercambiar experiencias y compartir momentos de sano esparcimiento con personas que comparten sus mismos retos y preocupaciones. Recientemente, 12 familias de refugiados y solicitantes de asilo asistieron a una de estas actividades que incluyó juegos deportivos y dinámicas de grupo para los más pequeños, y ofreció asesoría psicológica y legal para los adultos.

Laura y Ana disfrutaron de esta jornada, que según su madre, es el único espacio en el que comparten con otros niños, sin embargo, llevan consigo el recuerdo de lo que dejaron atrás. "Lo que más extraño son mi abuelos que nos cuidaban allá y mi cuarto; acá no tenemos uno" dice Ana recordando lo cotidiano en Agustín Codazzi, capital algodonera de Colombia; donde su madre tejía y su padre era carpintero.

En Caracas su vida es mucho más difícil. Ni Aura ni su esposo tienen un empleo fijo; ella plancha ropa y él hace trabajos de albañilería cuando surge la oportunidad, lo que a menudo se traduce en largas jornadas laborales por una escasa remuneración. Tienen fe, en que su situación mejorará.

Un mejoramiento en la vida de esta familia depende en gran parte de que el Estado Venezolano les reconozca como refugiados y les otorgue documentación. Con documentos las niñas serían admitidas más fácilmente en las escuelas y podrían certificar sus estudios, y Aura y su esposo tendrían más y mejores opciones de empleo.

Se calcula que más de 200 mil personas, han llegado a Venezuela en la última década buscando protección internacional. El 95 por ciento de ellas, mujeres y hombres colombianos que se han visto forzados a cruzar la frontera de su país tras amenazas a su vida, a consecuencia del conflicto armado.

El ACNUR en Venezuela trabaja en pro de la defensa de sus derechos y su integración a la sociedad venezolana.

* Los nombres han sido cambiados para protección de los refugiados

Por Ligimat Pérez y Sandra Zárate
En Caracas, Venezuela