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Después de tener que dejarlo todo, dos refugiados encuentran esperanza en Colombia

Historias

Después de tener que dejarlo todo, dos refugiados encuentran esperanza en Colombia

Antonio y Jonathan llegaron a Colombia hace cuatro años buscando protección. Ahora comparten su vida como refugiados trabajando juntos en un establecimiento comercial en Bogotá.
26 agosto 2013
Antonio y Jonathan llegaron a Colombia hace cuatro años buscando protección. Ahora comparten su vida como refugiados trabajando juntos en un establecimiento comercial en Bogotá.

BOGOTÁ, Colombia, 14 de agosto de 2013 (ACNUR) – Según el Informe de Tendencias Globales publicado por el ACNUR el pasado mes de julio, a finales de 2012 más de 45.2 millones de personas se encontraban desplazadas forzosamente en el mundo; de ellas, 15.4 millones son refugiadas. El informe también advierte que cada 4,1 segundos hay un nuevo refugiado o desplazado interno.

Esta es la historia de Antonio*, un salvadoreño, y Jonathan*, un refugiado de Sri Lanka, que hoy hacen parte de estas cifras. Ambos llegaron a Colombia hace cuatro años buscando alcanzar los países del norte, Estados Unidos y Canadá, con el objetivo de conseguir la seguridad y la paz que les habían arrebatado en sus territorios. Ahora comparten su vida y experiencia de asilo desde un establecimiento comercial en Colombia.

Antonio, quien tiene alrededor de 40 años, salió de El Salvador con una maleta, sus dos hijos y su esposa, rumbo a Colombia, país que no lo exigía visa y en donde tenía un familiar. Hoy mira al pasado, y con tristeza recuerda que tuvo que abandonar todo lo que con tanto esfuerzo construyó en su país, "yo era un comerciante, tenía mi empleo, estaba bien, pero la situación de inseguridad me obligó a huir", dice.

La historia de Jonathan no es diferente. Llegó a Colombia huyendo del conflicto en su país, no hablaba español, y junto con un amigo esperaba que su estancia en este país fuera corta, pues en sus planes Estados Unidos era su destino final. Su amigo dejó Colombia, como lo tenían planeado, pero él decidió quedarse, pues vio reflejada en el país la tradición comercial de Sri Lanka, lo que le permitiría empezar con pie derecho una nueva vida.

Al cabo de unos meses en este país, Antonio y Jonathan se acercaron al Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS), principal socio implementador del ACNUR en Colombia para el programa de atención a Solicitantes de Asilo y Refugiados en el país. El SNPS les brindó asistencia legal, ayuda humanitaria y apoyo para la gestión de alojamiento, facilitándoles su estancia en el país mientras se resolvía su situación. La revisión de sus solicitudes de asilo tardó alrededor de 4 meses, tiempo durante el cual dependieron de la ayuda brindada por el SNPS y el ACNUR, pues los solicitantes de asilo en Colombia no pueden obtener empleos, ni suscribir contratos hasta que se defina su situación. Al cabo de este tiempo, Antonio y su familia, al igual que Jonathan, lograron establecer su permanencia dentro del país al ser reconocidos como refugiados en 2009.

Ya han pasado cuatro años desde su llegada a Colombia, y aunque el proceso de adaptación ha sido difícil para ambos, por el idioma, la cultura, la comida y la misma soledad, los dos reconocen que aquí han encontrado una esperanza de vida. "Ha sido difícil, pero también nos hemos encontrado con personas muy buenas, que sin conocernos nos han brindado su ayuda", dice Antonio. Pastoral Social y el ACNUR, por medio de la estrategia de integración local y fortalecimiento de medios de vida para personas reconocidas como refugiadas por el Gobierno colombiano, facilitaron que Antonio y Jonathan abrieran un establecimiento comercial para mejorar su calidad de vida y generar ingresos económicos para ellos y sus familias.

Juntos comparten un local de peluquería y un servicio de mantenimiento y arreglo de celulares. Antonio y su esposa se encargan de la belleza de sus clientes y Jonathan del arreglo de los aparatos telefónicos. Abrieron hace unos meses y aunque tal vez en el fondo de sus corazones quisieran regresar a sus países de origen, hoy tienen sus esperanzas puestas en esta nueva oportunidad, que no sólo los ayudará a estabilizar su situación sino también a procurar un futuro mejor.

Por Ángela María Méndez, Unidad de Información Pública, en Bogotá, Colombia

*Nombres cambiados por motivo de seguridad.