Espacio para facilitar la búsqueda de soluciones se inaugura en Buenaventura
Espacio para facilitar la búsqueda de soluciones se inaugura en Buenaventura
BUENAVENTURA, Colombia, 22 de junio (ACNUR) – "Pues el territorio es la madre de todos nosotros. El territorio es la madre y padre, es la vida de todos nosotros; porque sin territorio, nadie vive. Porque el señor para poder hacer el hombre, primero hizo la tierra. Y sembró toda clase de semillas para que tuvieran que comer y después que ya todo eso estuvo trabajado . . . Entonces ahora sí hizo al hombre.
¿Porque sin tierra quien vive? Dónde uno hace la casa, dónde siembra, dónde come. La tierra para mí es la vida de todos nosotros".
Así explica Rosana Cuama Caicedo, conocida por todos como Mamá Cuama, el sentido que tiene para ella el territorio. Y ella, Mamá Cuama, es una figura histórica que representa el ser y la sabiduría de las comunidades afrocolombianas de la costa pacífica vallecaucana.
Es por eso que la Parroquia San Pedro Apóstol y su Fundación, FUNDESCODES, decidieron dar el nombre de Mamá Cuama al salón principal de la recién inaugurada Casa de Espacios de Convivencia y Desarrollo Social, ubicada en Barrio Lleras, municipio de Buenaventura, Colombia. Lleras se destaca por ser sitio tradicional de llegada de población afro de toda la costa Pacifica, quienes le han ido ganando terreno al mar. Este territorio lo han ido construyendo con material de relleno, a través de prácticas ancestrales de construcciones palafíticas, (casas sobre el mar elevadas en pilotes de madera), que permiten la relación constante de sus habitantes con el mar y los ríos. En los últimos 20 años este barrio ha sido una de las principales zonas receptoras de población desplazada del municipio.
Bajamar, o los "territorios ganados al mar" como el barrio Lleras, se han vuelto zonas estratégicas en las dinámicas económicas del conflicto armado; hay presencia de grupos armados ilegales, narcotráfico, tráfico de armas y desarrollo de expansión portuaria, generando una crisis humanitaria fuerte en desplazamiento forzado, asesinatos selectivos, confinamiento y desapariciones forzadas, todo esto en un contexto de marginalidad histórica. "Yo me pongo a pensar es . . . que cuando yo me crié, cuando yo estaba pequeña, uno trabajaba en su tierra, sabrosamente . . . vivíamos en nuestro río tranquilos, teníamos lo que teníamos, nadie venia a quitarlo, nadie iba a coger lo ajeno, dice Mamá Cuama.
La Casa brinda un espacio para ser en comunidad, para encontrarse, para fortalecer la cultura, la participación y proyectar el futuro. Esto para Mamá Cuama es lo que brinda el territorio y por eso ella se involucró decididamente en su defensa cuando la Constitución de 1991 les reconoció el derecho a titularles colectivamente a las comunidades afro, las tierras que venían habitando desde hace más de 300 años, en las zonas ribereñas de los ríos de la cuenca del Pacífico. Este proceso desembocó en la promulgación de la Ley 70, que significó para estas comunidades un reconocimiento importante de sus derechos colectivos, pero también relevó cómo los intereses cruzados en sus tierras y riquezas desencadenarían violencia, persecución y violaciones a sus derechos. "Pero después de toda esa alegría de la esperanza de todos, ahora sí, de ahí fue que salió la rabia más dura . . . porque de ahí fue que comenzaron a matar a la gente. Empezó lo más duro", dijo Mamá Cuama.
El salón Mamá Cuama reconoce el legado y lucha que esta mujer ha asumido por su pueblo y su territorio, pero también, es una forma de destacar cómo las personas que han tenido que salir desplazadas por el conflicto armado, como lo vivió Mamá Cuama, continúan su lucha, manteniendo la relación con su territorio, defendiendo su pertenencia a ese espacio, pero también a la vida y el mundo que han construido después del desplazamiento.
"Ahora mire, como están las gentes, que hasta acá en Buenaventura quieren quitar la gente de los Bajamar para llevarlos allá para serranía; sin saber por qué los van a sacar de acá . . . apenas porque quieren hacerse dueños de las bocanas de acá, de esas partes de acá, para ellos hacer criaderos de peces, pa' hacer su turismo, para ellos hacer sus grandes negocios, con su gente, traerlos de allá a trabajar; y entonces los de acá tienen que salirse porque no pueden vivir ahí, tienen que venderles las orillas a ellos. Y los de acá en esa lejanía sin mar,¿ qué van a hacer, dónde la mujeres van a coger las conchas de piangüa, los hombres sus pescaditos, cómo van a vivir?", se pregunta Mamá Cuama.
Es por eso que tener un salón Mamá Cuama en medio del barrio Lleras en Buenaventura es un homenaje al trabajo que las comunidades afrocolombianas han hecho por defender su territorio, sus derechos, sus prácticas culturales y es una apuesta para generar esto en lo urbano: "se trata de facilitar un espacio adecuado para que la comunidad se reúna y comparta en torno a las diferentes actividades y genere procesos de cohesión social y propuestas de bienestar y desarrollo para la comunidad", afirma Andrea Ingham, jefe de la Oficina de ACNUR en Buenaventura. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados apoyó la construcción de la Casa y en el 2012 continuará acompañando a la comunidad del Barrio Lleras en su proceso de búsqueda de soluciones, para lo cual seguirá impulsando el trabajo organizativo y comunitario, junto a las instituciones responsables a nivel local, departamental y nacional.
Con sus 71 años a cuestas y 15 hijos paridos, de los cuales sobrevivieron sólo 8 porque los demás se morían al nacer, Mamá Cuama quiere que la población siga unida en la defensa de su territorio: "Los que se han ido metiendo están cogiendo lo nuestro, nuestro territorio . . . ¿Y entonces nosotros qué podemos hacer? La unión hace la fuerza, si nos uniéramos todos . . . así como tocó hacer para la ley 70, podemos defender esto para dejarle a los más jóvenes . . . "
La Parroquia San Pedro Apóstol, FUNDESCODES, la comunidad del barrio Lleras y ACNUR esperan que la Casa, con la inspiración del testimonio de vida de Mamá Cuama, logre generar espacios de construcción de paz, garantía de derechos y fortalecimiento de la cultura de las comunidades afrocolombianas, para quienes el territorio es madre y padre de todos.