Niños de Paz: música ofrece un espacio de integración a jóvenes refugiados en Ecuador
Niños de Paz: música ofrece un espacio de integración a jóvenes refugiados en Ecuador
GUAYAQUIL, Ecuador, 31 de marzo de 2015 (ACNUR) – Recelosa, en silencio y con sus grandes ojos negros muy abiertos, Diana contempla a los curiosos y visitantes que empiezan a copar las pequeñas sillas de plástico, ubicadas en la mitad de la calle, bajo decenas de banderas colombianas colgadas entre las casas, un símbolo del país que extrañan. La comunidad refugiada de Durán (Guayas), en Ecuador, celebra hoy la Independencia de Colombia con un festival y la Orquesta Colombo Ecuatoriana a la que Leyla* pertenece, que es la invitada de honor.
Leyla y sus compañeros aún cuentan con recelo y tristeza, las vivencias devastadoras que vivieron en Colombia.
"Llegué hace un año y ocho meses con mis hermanos. En marzo de 2013, un carro-bomba estalló muy cerca de mi lugar de trabajo en Nariño", explica mientras añade detalles sobre la violencia que azota este departamento del sur colombiano. La fatídica vida de Diana incluye un entorno sembrado de asesinatos, desapariciones, torturas, un secuestro y dos explosiones de bombas motorizadas.
Pero hoy no hablarán de eso: sobre las tablas de un escenario muy grande, ellos van a cantar.
La joven artista se unió a la Orquesta Colombo Ecuatoriana, un espacio de educación musical que nace como una iniciativa del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos (CDH) de Guayaquil. Con el apoyo de la oficina en Ecuador del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Unión Europea, a través de su programa Niños de Paz para crear un espacio de integración local entre jóvenes ecuatorianos y colombianos.
Niños de Paz es una iniciativa de la Unión Europea que apoya en diversas partes del mundo a niños, niñas y adolescentes viviendo en zonas de conflicto. A través del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, ECHO, la iniciativa Niños de Paz ha beneficiado ya a unos 23.000 niños en todo el mundo
En las clases de la orquesta, impartidas por los músicos Máximo Valverde y Vicente Soriano, no se habla de la aterradora realidad que los jóvenes dejaron atrás.
Hermel* hoy no piensa en lo que vivió en Cali (Valle del Cauca, Colombia) donde casi no salía de su casa. Su voz se quiebra cuando recuerda que mataron a uno de sus hermanos
"Han asesinado a muchos de mis familiares" recuerda.
"Uno siempre vivía con el miedo de que si salía iba a correr el riesgo de ser herido, atracado. Si salías a jugar, cualquier amigo que estuviera en drogas o en algo malo iba a influirlo para que entrara a ese mundo. Eran pocos los vecinos que uno conocía. Además, nos hicieron un atentado", confiesa.
En las clases de la orquesta no se habla de toda la maldad que este grupo de jóvenes tuvo que presenciar en el país donde nacieron. Aquí se canta, aprenden técnicas musicales, teoría de la música y a establecer nuevas amistades.
Maximo Valverde y Vicente Soriano, músicos, han ensamblado en medio de la precariedad, el encierro o el desarraigo, una pequeña orquesta donde los jóvenes interpretan el saxofón, las congas y el piano, enseñándoles a través de la imitación de cada sonido, los ritmos tropicales de Hector Lavoe y Joe Arroyo.
En ocho meses, la Orquesta Colombo Ecuatoriana ha compuesto su primer tema musical, al que han llamado "El son del refugiado", ya grabaron su primer videoclip, han presentado su trabajo en los medios de comunicación locales que han acogido con gentileza esta propuesta de integración local y no discriminación, participaron en el "Festival de artes al aire libre" organizado por el Municipio de Guayaquil, también han sido invitados a interpretar sus tropicales melodías en dos eventos organizados por la Defensoría del Pueblo. El trabajo y la gran dedicación que han inyectado en el proyecto, está dando sus frutos.
En Guayaquil, la ciudad que los acoge, se han dado a conocer porque son casi una representación de que las diferencias importan poco entre los amigos que comparten sueño. Son la primera Orquesta de salsa formada por ecuatorianos y refugiados de Ecuador.
Los conflictos trágicos de su país de origen son hoy un recuerdo miserable y difuso que quiebra la voz cuando lo cuentan. Esa misma voz que se recompone cuando de tocar ritmos tropicales y alegres se trata. Que sueña con el aplauso del público, la compañía de los nuevos amigos y ese mensaje que siempre comparten en sus presentaciones: la integración entre refugiados y ecuatorianos no sólo que es posible, sino que puede producir maravillosas y alegres melodías.
*Nombres cambiados por razones de protección.
Por Fernanda Carrera (CDH) en Guayaquil, Ecuador