Palabras de Clausura de António Guterres, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en el Evento Ministerial del Proceso de Cartagena+30
Palabras de Clausura de António Guterres, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en el Evento Ministerial del Proceso de Cartagena+30
Excelencias,
Damas y caballeros,
No voy a repetir los mismos agradecimientos que les expresé ayer, aunque podrían ser igual de meritorios hoy, después de la aprobación exitosa de la Declaración y Plan de Acción de Brasil. Tampoco voy hablar sobre el contenido de estos documentos, que fueron explicados de manera brillante por todas las partes interesadas y resumidos de forma magnífica por el Sr. Paulo Abrão.
Solo quiero reflexionar de forma rápida sobre la importancia de la Declaración y del Plan de Acción en un momento en que en el actual contexto global general, tenemos dos déficits que para mí son particularmente preocupantes: Un "déficit de gobernanza", especialmente de una gobernanza democrática y multilateral, y un "déficit de valores universales" para movilizar a los jóvenes en causas justas y nobles.
En primer lugar, el "déficit de gobernanza": Todos estamos conscientes de la parálisis en que estamos con relación a la reforma de las principales instituciones internacionales, El Consejo de Seguridad de la ONU y las organizaciones Bretton Woods. Todos estamos conscientes de las enormes dificultades que enfrenta hoy la comunidad internacional en prevenir o resolver los conflictos, por el contrario, los conflictos se multiplican y los antiguos parecen que nunca se resuelven. Todos estamos conscientes de lo difícil que ha sido para la comunidad internacional organizarse para responder a los desafíos como el cambio climático, o más reciente las grandes epidemias. Todo esto refleja el déficit de gobernanza democrática y multilateral. Y es por esto que es extremadamente tranquilizador ver que un grupo de países de América Latina y el Caribe puedan reunirse y conjuntamente establecer una estrategia, un plan de acción y un conjunto de mecanismos para responder a uno de los grandes dramas de hoy en día – el de los refugiados, los desplazados internos y personas apátridas – de manera ejemplar y demostrar un fuerte sentido de responsabilidad compartida en la resolución de problemas comunes. Esta responsabilidad compartida en resolver problemas mutuos es exactamente lo que está faltando a nivel mundial.
Y en segundo lugar, hay un déficit de valores preocupante, al que la Declaración y el Plan de Acción también responden a su nivel. Las Naciones Unidas se supone que defienden los valores universales. Pero si me permiten decirlo, Europa y las Américas juntas tal vez dieron una de las contribuciones más importantes en este sentido: tolerancia y el imperio de la razón. Casi tres siglos después, sabemos que esto no puede ser simplemente una razón pura, sino una razón impregnada de afectos y emociones, aunque sin perder nunca su racionalidad. Lo que más nos preocupa en el mundo actual y lo que está detrás de este gran número de personas forzadas a huir de sus hogares y comunidades, es principalmente el triunfo de la irracionalidad, de los fundamentalismos religiosos, de los conflictos étnicos, del populismo político cuyo único programa es el odio al extranjero, y el odio de los demás. Actualmente ésta irracionalidad impregna muchas protestas sociales y ha conducido a una creciente separación entre los sistemas políticos y sus poblaciones. Esto dificulta la resolución de los conflictos importantes y los problemas de nuestro tiempo, incluso el de la movilidad humana.
En mi opinión, la Declaración y Plan de Acción de Brasil están vinculadas a los mejores valores que he descrito. Son un símbolo de tolerancia, de respeto a lo que es diferente, de la comprensión de que la diversidad es riqueza. Reflejan el entendimiento de que todas las sociedades son o lo serán muy pronto, multiétnicas, multiculturales, multirreligiosas y que debemos rechazar las falsas identidades que no son inclusivas hacia esa diversidad. Esta Declaración y Plan de Acción no solo demuestran que las fronteras de América Latina y el Caribe están abiertas para aquellas personas necesitadas de protección, sino que demuestran, aún más importante, que los corazones de los ciudadanos de esta región también están abiertos. Por esta razón, las personas desarraigadas se sienten aquí como en casa, ya sean colombianos en Ecuador o sirios en Brasil. Y esta es la mejor definición de la protección de los refugiados.
Muchas gracias.